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domingo, 20 de marzo de 2011

Relato: Recuerdos en el pentáculo

Sentada en el pentáculo, recuerdo cómo entré por primera vez a la tienda de magia con escepticismo, incapaz de creerme que él hubiera decidido traerme aquí en la cuarta cita. Más de una vez me pregunté por qué me decidí a salir con él, si no teníamos nada en común. Aunque debo reconocer que, aunque nunca supe por qué acepté esa primera cita, luego creí quererle.
Compró varios componentes mágicos de nombres raros y muchas velas, luego fuimos a su casa e hicimos nuestro primer hechizo juntos. Lo que es más fascinante, ¡funcionó! Desde ese momento, me convertí en su aprendiz y me enseñó todo lo que sabía. Pero, según pasaba el tiempo, empecé a notar cambios en él. Me miraba como preocupado y no entendía por qué. Hasta que un día se olvidó del diario en que apuntaba todos los resultados de los experimentos que hacía con la magia. Nunca sabré si lo hizo por equivocación o si su sentimiento de culpabilidad le hizo dejárselo en mi casa a propósito. El caso es que allí estaba todo: cómo me había hechizado para que aceptara salir con él, con todos los pequeños hechizos que había realizado para que yo dejara de ser escéptica. ¡Incluso me había cambiado para que pudiera hacer magia, cuando yo antes no hubiera podido!
Dejé el diario en su buzón con las páginas bien marcadas y fui a la tienda de magia para conseguir componentes para la purificación y eliminar todos los hechizos que había lanzado sobre mí. Pero, consultando los grimorios, descubrí que nunca podría dejar de ser maga, porque ese hechizo era irreversible, a menos que lo anulara la misma persona que lo lanzó. Después de la purificación, pasé varios días sintiéndome rara ¿Cómo volver a ser la que era si poseía la capacidad de hacer magia? Así que me presenté en su casa y su mirada, arrepentida y llena de tristeza, me dijo sin palabras que sí, que desharía el hechizo.
Pero ahora que rememoro nuestra historia, sentada en este pentáculo, me doy cuenta de que, en realidad, no quiero renunciar a la magia… ni a él. Porque su única falta ha sido amarme, abrir mi mente y darme un don maravilloso. Porque nunca me manipuló para que le amara, sino para que le diera una oportunidad.
-¡Para! –grito, esperando que no sea demasiado tarde.
Él interrumpe el hechizo a medio hacer y sostiene mi mirada esperanzado. Finalmente, dice:
-Había perdido la esperanza.
Con lágrimas en los ojos, me lanzo sobre él y le abrazo con todas mis fuerzas.
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2 comentarios:

  1. a ver si tengo un ratico y me puedo leer todos los relatos, que aún me queda más de la mitad!!! El tuyo por ejemplo me gustó mucho, pero quiero leerlos todos antes de empezar a votar.
    Un beso!

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  2. a mí también me faltan dos, a ver cuando tengo tiempo...

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