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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

lunes, 28 de mayo de 2012

Relato: El viejo médico

Este es el proyecto de este mes. Tenemos una imagen y hacemos relatos por parejas. Mi compañera es Charo Arqued y la foto se ha perdido con los años, pero era bastate siniestra.

El viejo médico
El viejo médico daba mucho miedo a los niños: siempre de negro, siempre con una bandada de cuervos a su alrededor. Los adultos siempre les tranquilizaban, ya que a pesar de su apariencia era un doctor excelente, capaz de curar de cualquier enfermedad a todo el mundo, y decían que los cuervos le acompañaban solo porque les alimentaba desde que eran polluelos y no porque fuera un monstruo, como creían los pequeños.
No obstante, lo que los mayores no percibían era que por cada paciente salvado otras dos personas iban perdiendo las fuerzas y se profundizaban sus arrugas, como si envejecieran un poco cada vez que el doctor realizaba sus sanaciones. Por eso el médico no solía acercarse a los chiquillos, porque si les arrebataba la fuerza vital se notaría demasiado. Los adultos tampoco se habían dado cuenta del cambio que había sufrido Dilon, un joven adolescente de gran vitalidad al que el viejo había contratado como ayudante. Ahora era apenas una sombra, apático, siempre serio, pero ellos no se preocupaban y se limitaban a decir que el joven había madurado.
Pero la fachada del doctor no podía durar mucho más, y cuando la epidemia de gripe atacó se vio en un serio aprieto: prácticamente todos estaban enfermos y no podía robar la fuerza vital de los pocos sanos que quedaban, porque en cuanto lo hacía éstos se debilitaban y eran atacados por la enfermedad. Desesperado, lo intentó con los niños, pero éstos estaban en guardia y no permitieron que les cogiera.
Incluso delirantes de fiebre, los adultos no pudieron dejar de advertir lo anormal del comportamiento de su doctor, que se dedicaba a perseguir a los niños en vez de curar a los enfermos e incluso llegó a ordenar a sus cuervos que acorralaran a los chiquillos para poder llegar hasta ellos y robarles las fuerzas. Así pues, los pocos que aun tenían fuerzas para levantarse se dirigieron hacia él con cualquier cosa que pudieran usar como arma y se las arreglaron para echar del pueblo al médico y a sus siniestros animales, a pesar de que éstos se volvieron locos e intentaron atacarles. Finalmente, el viejo se marchó por el nevado sendero y nunca más regresó.
Algunos murieron ese invierno, ya que el joven Dilon, al que se veía más enérgico desde que su maestro desapareció, no tenía la pericia del doctor. Pronto, los supervivientes comenzaron a lamentarse porque habían hecho que se marchara el mejor médico que podían encontrar, y achacaron lo que vieron a los delirios producidos por la fiebre. Pero los niños siempre sabrían la verdad y, cuando muchos años después apareció un viejo de negro acompañado por una bandada de cuervos en el pueblo para ofrecer sus servicios como médico, ni siquiera hizo falta discutir el asunto para decirle que volviera por donde había venido.

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martes, 22 de mayo de 2012

Otro mal novio

Este es el relato número dieciocho del reto: Vuestras consignas, mi relato. He tardado muchísimo, pero como ya sabéis estoy muy ocupada con el lanzamiento de Incursores de la noche en e-book, la búsqueda de mis prácticas de carrera, seguir moviendo Atrapada en otra dimensión, acabar el resto de novelas que tengo empezadas... En fin, aquí tenéis el relato. Es un poco extraño, aunque eso en mí no es una novedad, la verdad...
Gracias a daniel, Elisa y Rivela por aportar las palabras, esta vez un tanto rebuscadas ^^


Otro mal novio (Prado, aséptico, profilaxis, Cristina)
Cristina estaba harta del novio de su madre, Jesús. Era un tipo aséptico y pedante que, según decía él mismo, tenía un centro de profilaxis. Lo que él no sabía era que la joven tenía una compañera de clase que acudía a ese centro, donde se celebraban rituales satánicos para destruir las posibles enfermedades, y que, al ver quién era su nueva “figura paterna”, se había puesto a hiperventilar, porque era su gran señor y contacto directo con Satanás, diciendo, textualmente, que tenía mucho morro.
Estupendo, sí, un estafador o un psicópata que se creía el enviado del diablo, realmente un buen partido para su madre, que besaba el suelo donde pisaba ese chalado. Aunque claro, puestos a elegir, casi prefería que fuese lo primero que lo segundo. Y lo peor fue que, cuando intentó decírselo, ella empezó a gritar y, además de castigarla, prohibió a Cristina volver a sacar el tema.
Como ya había pasado otras veces con novios anteriores, Cristina decidió esperar a que se diera cuenta por sí misma, pero cuando él les ofreció pasar el fin de semana en su cabaña, que estaba en medio de un prado lejos de toda civilización, no pudo más que tomar cartas en el asunto: necesitaba asegurarse de que, dentro de lo malo, era lo mejor, así que el día antes de marcharse, a la hora de cenar, le dijo:
-Escucha, Jesús, sé que he sido un poco borde contigo y quería compensarte, así que te he comprado esto, te traerá muy buena suerte -sonrió, mostrándole un colgante con la cruz cristiana.
La cara que puso el sujeto le confirmó sus peores temores: realmente no era un estafador, sino que se creía de veras un enviado de Satán.
-¿Es que quieres matarme? -gritó él.
-¿Perdón? -preguntó ella, fingiéndose inocente.
-Cielo, Jesús no es cristiano -le explicó su madre, algo desconcertada.
-¿En serio? Joe, tío, perdona. Pues mira, hacemos una cosa, tú quédate la cruz y la cambias en la tienda, me ha costado un pastón y no quiero volver a meter la pata -dijo Cristina, acercándole el crucifijo. Él se alejó del colgante como si fuera realmente a disolverse si le tocaba y la joven empezó a perseguirle con él por delante.
-¡Apártala de mí! -ordenó Jesús a su madre, poniéndola de escudo.
-Pero mamá, si yo sólo-
-¡Maldita niña! ¡Sabes perfectamente que si esa cruz me toca ni siquiera mi señor Satán podrá salvarme de la muerte! -gritó él, empujando a su madre contra ella y saliendo precipitadamente de la casa.
Su madre se levantó y la ayudó a ponerse de pie, casi en estado de shock. Cuando pareció recuperarse un poco de la sorpresa, dijo con tristeza:
-Lo siento.
-No pasa nada, mamá. Quería esperar a que te dieras cuenta por ti misma, pero en cuanto soltó lo de la cabaña del prado... tenía que comprobarlo. Si hubiera sido un estafador, todavía, pero quedarnos solas en medio de la nada con un adorador del diablo... -su madre hizo un amago de sonrisa-. De todas formas, este no es el peor. Por lo menos no ha intentado quemar la casa con nosotras dentro, como ese pirómano con el que saliste un par de veces... -ella seguía con la mirada triste, así que añadió-: Míralo por el lado bueno. Si le echa una maldición a tu vida amorosa, no lo vas a notar.
Su madre rió por fin y Cristina se relajó un poco. Realmente, una maldición no podía traerle un novio peor de los que ya había tenido: estaba claro que tenía un gusto pésimo para los hombres.

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domingo, 20 de mayo de 2012

Crónica del taller de escritura creativa...

Crónica del taller que imparten los escritores Javier Ruescas e Isabel del Río sobre escritura creativa y el oficio de ser escritor.
foto del taller de escritura creativa
Llegué pronto (aleluya) y no había nadie, pero cuando salí en busca de los bloggers no encontré un grupo, sino dos: los que habíamos hecho la quedada bloguera porque sí (que acabó coincidiendo con el taller y aprovechamos) y otro grupo que había quedado por facebook. Así que entramos y nos dividieron en cuatro grupos.
Debo decirlo, la librería, Kirikú y la bruja, me encantó. Tiene como un prado al revés en el techo, con flores y animalitos incluidos. Me hizo mucha gracia ^^
 El reto era empezar un relato con una frase absurda. Luego, nos cambiaban los relatos y teníamos que continuar con cuatro palabras que nos entregaron. Después, volvieron a cambiar los relatos y tiraron unos dados, haciéndonos meter en la historia las palabras que salieron de ellos. Y por último volvieron a cambiarlos y nos tocó hacer el final, que debía acabar con una frase extraña que nos proporcionaron ^^. 
La verdad es que fue muy divertido y me lo pasé genial, tanto haciéndolos como escuchando los resultados. 
Después, Javier e Isabel contestaron a todas nuestras preguntas sobre el mundillo, firmaron sus libros y charlamos animadamente, tras lo cual nos fuimos a cenar por ahí... y, como siempre, me tuve que ir pronto, porque si no me cerraban la renfe (llegué por poco al último tren... puff).

martes, 15 de mayo de 2012

Vuelve... Vuestras consignas, mi relato

Bueno, ya sabéis cómo funciona...
Necesito tres consignas, que me daréis vosotros por comentario
Sólo vale una palabra por persona.
Se elegirán las tres primeras que se digan.
Se tendrán en cuenta sugerencias respecto a los nombres de personajes, pero eso dependerá del relato en cuestión (no es obligatorio).
A partir de todo eso, haré un microrrelato de no más de una página de word.

jueves, 10 de mayo de 2012

Relato: Trampantojos

Aquí va mi proyecto de consigna del foro de Adictos a la escritura. Esta vez la palabra era Trampantojo. He decidido hacerlo un poco siniestro, por cambiar ^^

Trampantojos

Odiaba esa casa. Al parecer, a su tío -del que la había heredado sin entender bien por qué, ya que no se llevaban bien-, le gustaban las ilusiones ópticas y no había habitación en que no hubiera un trampantojo. El problema era que no podía tocar nada, según el testamento, hasta que pasara un año viviendo allí. Al principio le había parecido un buen trato: un año en esa casa llena de ilusiones y luego podría venderla o remodelarla a su gusto. Pero pasadas unas semanas empezaron a crisparse sus nervios y a los dos meses ya le costaba diferenciar entre lo real y lo ilusorio. Daba igual que localizara los trampantojos: siempre había otro que había escapado a su búsqueda y que se empeñaba en confundirle siempre en el peor momento. No obstante, aguantó en la casa, paranoico. Pero no pudo sorportarlo y la locura le llevó al suicidio, no sin antes hacer testamento.
Alberto no entendía por qué le había dejado esa casa su primo tercero. Siempre pensó que le odiaba. Además, tampoco comprendía por qué le obligaba a no cambiar nada en un sólo año. Entró en la mansión encantado y pronto se encontró con el primer trampantojo.
-Qué gracioso -dijo alegremente. No tardaría en cambiar de opinión.
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