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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

jueves, 2 de junio de 2016

La serpiente bromista, un relato infantil

¡Hola a todos! Nuevamente lancé los story cubes y esta vez lo compliqué un poco más: el primer objeto debía ser importante para el planteamiento, el segundo para el nudo y el tercero para el desenlace. Al final ha salido un relato infantil bastante raruno... Ahí va el vídeo y debajo el resultado, ¿qué os parece?



La serpiente bromista

resultado del lanzamiento de dados
Había una vez una serpiente muy bromista. Tan bromista que sus compañeras serpientes estaban un poco hartas de ella y quisieron darle una lección. 
—¡A que no te atreves a gastarle una broma a un humano! —la retaron.
La serpiente aceptó la apuesta, a pesar de que era peligroso porque los humanos odiaban a las de su especie, y se encaminó al cuartel para gastar a los que lo habitaban la mejor broma del universo. Fue casi demasiado fácil: pronto se dio cuenta de que uno de los soldados no podía ver bien sin ese extraño artilugio de cristal, así que, en cuanto se lo quitó un momento, se deslizó a toda prisa y se lo metió en la boca.
—¡Eh, mis gafas! —exclamó el soldado, que fue de rápidos reflejos y logró arrebatarle el objeto antes de que se lo tragara, tras lo cual acorraló a la serpiente. Esta vio un hueco para escapar y se dispuso a hacerlo, pero entonces el humano añadió—: Mira qué tenemos aquí, el instrumento perfecto para la broma del siglo.
La serpiente se detuvo en seco y se dejó atrapar. ¡Qué suerte la suya! Ella, que había ido allí para hacer una bromita, iba a ser partícipe de la broma del siglo. Así pues, acompañó al soldado de buen grado hasta esa máquina flotante y dejó que lo escondiera en la cocina con el objetivo de darle un susto de muerte al jefe de cocina. Lo que el soldado no había tenido en cuenta, para desgracia de la serpiente, era que el cocinero se había criado en una zona muy pantanosa y que las serpientes no le daban ningún miedo. No obstante, no soportaba que ningún bicho se metiera en sus preciados ingredientes, así que cogió el palo de amasar y se lió a garrotazos con la serpiente, que huyó a duras penas del submarino y, cuando llegó a lugar seguro, se juró a sí misma no volver a gastar una broma en su vida.

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