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jueves, 30 de noviembre de 2017

Relato de ciencia ficción: Jugar a ser Dios

La segunda tanda de palabras del último reto de escritura creativa Vuestras consignas, mi relato era ornitorrinco, desoxirribonucleico y cuervo. Y ahí va el resultado, un relato breve de ciencia ficción:

Jugar a ser Dios

Como encargados de poblar el nuevo planeta con los animales clásicos de la tierra, los que manejaban la Máquina Mezcladora de Ácido Desoxirribonucleico tenían una gran responsabilidad. Para los expertos era tan fácil como meter el código del animal en cuestión para crear uno, pero se había decidido tiempo atrás que los novatos tenían que aprender a crear a las criaturas desde cero combinando distintas secuencias importantes hasta llegar a la buscada.
Para Galdin era una tarea tediosa y no le hacía ninguna gracia ese proceso de aprendizaje. De hecho, estaba harto. Le habían encargado hacer un cuervo, pero llevaba ya muchos intentos y habían salido todo tipo de pájaros menos el que buscaba. No obstante, no se iba a rendir, así que decidió quedarse en el laboratorio hasta conseguirlo.
Al tercer intento después de que todos se hubieran marchado lo consiguió y comenzó a recoger, pero luego se dio cuenta de que estaba solo y que eso le daba la oportunidad de jugar a ser Dios. Así pues, empezó a jugar con la máquina dándole comandos extraños: quería crear un monstruo que fuera manífero, que pusiera huevos y fuera acuático, venenoso y con muchas otras características únicas.
Cuando acabó, puso en marcha la máquina, pero los programadores habían tenido en cuenta la posibilidad de que gente como Galdin se pusiera a juguetear y se reajustó hasta dar con el animal terrestre más parecido a lo que había ordenado.
El joven vio con decepción que su monstruo era un ornitorrinco y se sintió tan avergonzado que no quiso que nadie lo viera, así que lo sacó a escondidas del laboratorio y lo soltó en el parque. Más tarde, reflexionando, se dio cuenta de que no era el único que había hecho el tonto con la máquina. Después de su experimento, ya no tenía dudas sobre las causas de la superpoblación de ornitorrincos en el nuevo planeta.

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