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jueves, 28 de junio de 2018

Relato breve: El peregrino

Segundo relato corto del reto Vuestras consignas mi relato. Este tenía que tener las palabras Botafumeiro, Sincio, Disentería y Escorbuto.

 El peregrino

El peregrino llegó por fin a la catedral tras muchos meses de privaciones, disentería, peligros en los caminos, escorbuto y hambre. Pero ya estaba allí, al pisar ese suelo había lavado sus pecados y sus culpas. Una sensación de plenitud absoluta le invadió mientras el botafumeiro daba vuelvas y vueltas. Se quedó allí mucho rato, hasta que comenzó a darle el hambre, momento en que se sentó en una de las bancadas y se comió sus últimas provisiones. 
Una vez saciado, salió de la catedral y, nada más hacerlo, le llegó un olor agradable que le dio un sincio de dulces terrible. No tenía nada, claro, todo se lo había gastado en médicos y en provisiones para sobrevivir a ese duro viaje. Entonces, el gordo terrateniente pasó a su lado y su mano actuó con vida propia, robándole la bolsa
Se maldijo a sí mismo, ¡tanto trabajo para purgar sus pecados y nada más salir de la catedral cometía uno! Luego se dio cuenta de que podía hacer un nuevo peregrinaje a la catedral y volver a purgarlos, total, esta vez serían apenas cinco minutos. Eso sí, antes se compraría los bollos y se pegaría un buen atracón, tras lo cual iría a gastarse el resto de la bolsa en el burdel más cercano y dormiría hasta hartarse en una buena cama.
Al día siguiente, tras salir de la catedral con sus pecados lavados, se dio cuenta de que, si se quedaba en la ciudad, ya no tendría que ser bueno para ir al cielo, solo asegurarse de visitar el templo a menudo. Así pues, se quedó por allí esperando su oportunidad y, en cuanto la vio, afanó una nueva bolsa.

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jueves, 21 de junio de 2018

Relato breve romántico ilustrado: El amor es un juego sin reglas

ilustración para el relato breve romántico El amor es un juego sin reglas
Romina era la mejor guerrera, mientras que a Rowan solo se le podía considerar como mediocre en todas las artes de combate... hasta que descubrió que tenía talento para el tiro con arco. No era una habilidad muy apreciada, claro, pero él era el mejor y, aunque no estaba a su nivel, no podía sino destacar. Por desgracia, entre la multitud de enamorados que la pretendían había muchos otros que destacaban por cosas mucho más interesantes que el tiro con arco.
Así pues, decidió usar su habilidad para quitar de su camino a unos cuantos competidores. Afortunadamente, estaba de moda que los enamorados mandaran sus mensajes de amor con palomas mensajeras, blanco fácil para Rowan, que se pasó una semana derribando las aves de sus competidores con su arco y apropiándose de los mensajes más interesantes, que luego mandaba en su propio nombre.
No tuvo en cuenta que Romina notaría algo raro casi desde el primer día y que su curiosidad la llevaría a descubrirle en plena acción. Se quedó mudo, sin saber qué decirle para excusarse, pero ella hizo algo inesperado: se acercó y le besó.
Cuando acabó el largo beso, Rowan la miró interrogante y ella, con una media sonrisa, le explicó:
-El amor es un juego sin reglas... y tú eres el único que se ha dado cuenta de esa máxima y la ha aplicado. Por eso, eres mi elegido.
Rowan sonrió, aliviado, y la volvió a besar. No obstante, supo que no debía relajarse: tendría que estar pendiente, no fuera que algún otro se diera cuenta de esa máxima y decidiera arrebatarle a su amada con un juego tan sucio como el suyo.

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sábado, 16 de junio de 2018

Viaje a Londres: día 5 (Sky Garden)

El día era en realidad una mañana porque solamente tenía hasta las 12:40, momento en el cual me venía a buscar el transfer si todo salía bien (que no me fiaba, dada la experiencia de la llegada).
Había reservado en el Sky Garden  (una buena recomendaciòn de mi amiga y exprofesora María José) a las 11:15 y, a pesar de que seguía coja, decidí ir andando, dando un paseo muy despacito, por esa zona de Londres, que todavía no conocía.
Vi muchos edificios chulos como el Palacio de Justicia, el Museo de Londres, la Catedral de San Paul por delante, el Banco de Inglaterra... Y, como había salido muy pronto del hotel en previsión de que mi cojera me retrasara, hasta llegué un cuarto de hora antes de lo previsto al Sky Garden y no me dejaron ni ponerme a la cola, así que tuve que esperar sentada en un poyete porque, por esa zona, lo que había que ver estaba demasiado lejos como para llegar y volver a tiempo y, de todas formas, ya lo había visto todo y los pies me estaban matando; ya he dicho que seguía con el tobillo torcido. Lo triste es que había tanta cola que cuando volví a mi hora me hicieron esperar 15 minutos. Las vistas son maravillosas pero poco más se puede hacer allí salvo comer, y de todas formas tenía que irme porque si no perdía el transfer así que, tras pasar por la larga cola de los baños (muy pocos y mixtos) abandoné el edificio y me fui corriendo a coger el metro hasta el punto de encuentro de mi tranfer al aeropuerto. 
El viaje de vuelta: 
Resulta que, como dije en la primera entrada, London Gatwick no está ni remotamente cerca de Londres. El viaje de vuelta fue de pueblo feo en pueblo feo, ni rastro de la preciosa campiña, así que ni las vistas eran dignas de mención. Y son dos horas, así que merece la pena pagar un poco más por una aerolínea cuyo aeropuerto esté más cerca. De todas formas, en Easyjet son unos cutres, así que no creo que vuelva a viajar con ellos.

Sobre el Royal National Hotel: 

De un hotel llamado Royal National no deberías esperar algo tan cutre. No sé de dónde han sacado las tres estrellas, no le daría ni una. Ruidosísimo, para entrar al baño tienes que hacer malabares y la bañera es alta y sin agarraderas, por lo que el más mínimo problema de movilidad convierte ducharse en una odisea.
Pero lo peor, sin duda, es el desayuno, del que enumero la variedad completa: zumo de naranja y piña (de sobre), leche fría, café y té, tostadas chiclosas, dos tipos de panecillos (si tienes suerte, del día, si no, duros como piedras), y cuatro tipos de cereales, ninguno de ellos chocolateado o con algún sabor distinto del plástico. Ya está. Se podría gastar menos en lavandería (no da opción a no lavar las toallas a diario) e invertir en un desayuno en condiciones. No hace falta mucho, pero al menos unas galletitas... Solo tiene una cosa buena y es la localización.

Vídeo del viaje completo:


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jueves, 14 de junio de 2018

La salida extraexcolar, un relato breve

Nuevo relato corto del reto dados, aquí podéis verme lanzarlos:

La salida extraescolar

resultado con el que haré el cuento breve
En otros colegios, se llevaba a los niños a grandes museos repletos de dinosaurios, cascos de vikingos, experimentos científicos chulísimos o grandes obras de arte. En el de sus hijos, había una única salida extraescolar al año, en la que se llevaba a los niños o bien a la fábrica de abonos y fertilizantes o bien a la de recambios para el coche. Ya eran aburridas de por sí, pero que se repitiera lo mismo cada dos años no podía ser menos motivador para sus hijos, que casi preferían ir a dar clase normalmente.
Así pues, se puso pesada, recogió firmas y movilizó a todo el mundo para conseguir una excursión diferente a la ciudad. Y lo logró con una única condición: que fuera ella quien se encargara de todo.
No le pareció tan complicado, solo tenía que buscar un autobús económico y acordar un par de visitas por museos y la comida en algún restaurante, así que aceptó. Y nada más hacerlo comenzaron los problemas: que si las circulares con las autorizaciones; que si buscar voluntarios que vigilaran a los niños, ya que los profesores no querían hacerse responsables; que si encontrar un lugar para comer donde cupieran todos, hubiera comida nutritiva y no les cobraran un pastizal; que si negociar con el Museo de Historia y con el de Ciencias Naturales una fecha apropiada...
Pudo con todo, por supuesto, y la excursión fue un éxito, pero cuando los otros padres le lanzaron la indirecta de que fuera pensando en la del año siguiente, respondió:
-Mejor les llevamos a la fábrica de abonos, o a la de recambios. Para que entiendan cómo funciona la economía local.

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sábado, 9 de junio de 2018

Viaje a Londres: día 4 (Biblioteca Británica y Museo Británico)

El cuarto día, aunque seguía coja, lo había reservado para dos cosas: La primera, visitar los Tesoros de la Biblioteca Británica, que se ven en muy poco tiempo y están divididos por secciones como música, literatura, Shakespeare... Tiene auténticas preciosidades y es un must go para los amantes de los libros
Las dos entradas del Museo Británico
Las dos entradas del Museo Británico (la biblioteca es un edificio moderno sin interés)
La segunda, visitar el Museo Británico. Es también gratuito y, para que os hagáis una idea, estuve desde las 11, quizá un poco antes, hasta la hora del cierre (con una breve pausa para comer) y no me dio tiempo a verlo todo. Empecé por supuesto por Egipto, dónde profundicé más leyendo todos los carteles. Esta zona tiene muchísimas cosas, la más destacada la piedra Rosetta, aunque a mí me llamaron más la atención las grandes estatuas y esculturas y hay de todo, hasta columnas enteras. 
En la planta de arriba también tienen muchas cosas, casi todas momias y cosas relacionadas con la muerte, aunque también hay una parte de la relación de Egipto con otros pueblos. 
Luego por supuesto fui en orden de interés: primero Grecia, solo decir que tienen medio Partenón (la parte bonita, de hecho, es decir, los relieves). Impresionante. También tienen infinidad de vasijas (las únicas cerámicas que me gusta ver mucho rato son las griegas) y objetos divididos por procedencia. También había algunas cosas de Roma, pero poca cosa en comparación. Llegada a este punto tuve que dejar de leer todos los carteles si quería acabar de ver el museo. Solo leía los que me interesaban más. 
A mediodía me fui a comer al hotel (está al lado) y volví rápidamente. Aproveché para pasar por la tienda, que resultó ser cara, además, aunque tenía una gran variedad de monerías relacionadas con las cosas más relevantes del museo, solo me tentaron los libros. Por suerte, recapacité a tiempo para no quemar mi tarjeta de crédito cuando estaba a punto de pagar: ¿dónde diablos iba a meter los cinco libros que llevaba en esa maleta tan pequeña? Me dio por comprobar si estaban en internet y ¡oh, sorpresa! estaban y más baratos, incluso con gastos de envío. Moraleja: pensar y buscar alternativas antes de caer en la tentación.
Luego vi la parte de Asia, la zona de la India es preciosa pero por desgracia Japón estaba cerrado. Después recorrí toda la parte de Asiria, Mesopotamia, etcétera, que es impresionante y muy interesante, la zona de la caza de leones es magnífica. Las partes de América y África son bastante pobres y carentes de interés, aunque las calaveras mexicanas molaban. En cualquier caso, no tardé mucho en visitarlas. Todo lo demás se dedicaba a Europa y era sorprendentemente escaso, pero aún así para esta gente la hora de cierre debe ser algo sagrado porque, aunque se supone que hasta y media no cierra el museo, a y cuarto ya estaban echándonos. Tristemente, solo me quedó una sala de Europa y ni siquiera era cronológicamente la más moderna. 
Cerrado el Museo, poco más podía hacer ese día: tenía los pies fatal, ya no podía ni cojear porque me dolían los dos y, por sujetar el tobillo que me había torcido, me había dañado la otra pierna. De todas formas tenía que arreglar el tema del transfer porque ya no me fiaba de esa gente y y aproveché la tarde para hacer la maleta y relajarme un poco con la idea de madrugar para mi último día en Londres.

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jueves, 7 de junio de 2018

Relato breve ilustrado: Cupido es miope o me está tomando el pelo

Segundo relato corto con el reto de escritura creativa con las portadas prediseñadas que hice tiempo atrás. Este es de corte romántico.

Cupido es miope... o me está tomando el pelo

relato breve ilustrado romántico: cupido es miope o me está tomando el pelo
Primero me enamoré de Héctor, pero nuestro noviazgo se disolvió como un azucarillo en cuanto salimos del instituto y cada uno se fue a estudiar a un lugar distinto: él a la universidad, yo a la Academia de Policía. Luego fue Tomás, el típico malote. No sé, tenía algo salvaje que me atraía y mi cuelgue era más sexual que amoroso, pero me dolió cuando se enteró de que estudiaba para policía y decidió dejarme. Más tarde me enteré de que tenía algunos negocios sucios y yo podía poner en riesgo sus trapicheos. Después me enamoré de mi compañero de Academia, Javier, pero yo era mejor que él en casi todas las pruebas y era algo que su estúpida hombría no podía soportar. Tras él vino Jorge, que parecía perfecto para mí: un médico sexy al que le encantaba que yo fuera policía. Pero sus horarios y los míos sencillamente no eran compatibles y finalmente lo dejamos por la pura imposibilidad de encontrar un hueco común en nuestras respectivas agendas.
Pero mi enamoramiento de ahora es el peor de todos: un abogado. No uno de los guays, no, sino de los que siempre van con los malos y ganan un dineral engañando a la ley para que no se haga justicia. No lleva ningún caso en el que yo tenga la más remota relación, pero es inevitable que nos crucemos de vez en cuando y, cada vez que pasa, saltan chispas. Definitivamente, Cupido es miope o me está tomando el pelo. Ese tipo representa todo lo que desprecio y, aun así, estoy colgadísima por él. Y está claro que siente algún interés por mí, porque me acaba de invitar a comer.
-Eo, ¿la falta de respuesta es un sí? -me pregunta con una media sonrisa que no puede ocultar su nerviosismo. Es el típico tío que no está acostumbrado a que una mujer dude antes de lanzarse a sus brazos. Lo dicho, para nada mi tipo. Así que le digo que no, pero también es un gran vendedor y tiene tanta labia que, antes de querer darme cuenta, estoy con él tomando un café en la cafetería de enfrente.
Empiezo el encuentro con un ataque al dejar claro mi posición respecto a su trabajo, aunque esquiva el golpe con un elegante "De algo hay que vivir" antes de pasar a otros temas. Es un hombre de mundo y no tardo en verme inmersa en una interesante conversación sobre las cosas que me apasionan. Desde luego, le pongo a prueba, pero no está fingiendo cuando dice que le gustan los mismos libros que a mí, que ha visto varias veces mi película preferida o que conoce la discografía completa de mis ídolos del pop.
Cuando llega la hora de comer, decido acompañarle y seguir disfrutando de su compañía. Quién sabe, quizás Cupido haya dado en el blanco esta vez. Después de todo, nuestro trabajo no es tan importante, como él dice, "De algo hay que vivir".

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martes, 5 de junio de 2018

Cómo fueron la charla del viernes y la firma del sábado

Ya sabéis que tenía dos compromisos como autora para la semana pasada: uno era mi charla de literatura juvenil en la Lit con Madrid el viernes por la tarde y otro mi firma con el resto de autopublicados durante la tarde del sábado.

La charla del viernes sobre literatura juvenil, ¡me lo pasé genial!

literatura juvenil, más que romance adolescente
foto robada a @litconmadrid
Dicho sea desde el principio, fui más en modo lectora que en modo autora. Lo cual quiere decir que es el primer finde de Feria del libro que he disfrutado en muchos años. Y lo cual quiere decir también que no iba a hablar de mis libros de literatura juvenil, sino de literatura juvenil en general, por lo que solo los mencioné cuando era relevante para la conversación. Por suerte, aunque muchos no fueron porque la previsión meteorológica daba lluvia para esa hora, el mal tiempo nos dio una tregua y pudimos charlar tranquilamente (primero en la charla en sí, luego de forma "extraoficial"). Todo quedó grabado para la posteridad, así que en algún momento lo subirán al canal de youtube, momento en el cual actualizaré esta entrada...

La firma del sábado ¡anulada por la lluvia!

Llevaba todo el día correteando por la feria y disfrutando de las actividades de la lit con Madrid con un tiempo nublado pero agradable, así que pensé que habría suerte. ¡Pero no! Justo estábamos en los sorteos, a punto de irme para la firma, cuando cayó una tromba de agua que parecía que no había llovido en un siglo. Paró en poco tiempo, pero el daño estaba hecho: me fui para la zona de la firma, pensando que a lo mejor había quedado alguien, aunque fuera para avisar a los lectores rezagados de que no había firma, y me encontré el césped desierto
De todas formas, por lo que me han dicho,  casi ningún lector se enteró de la iniciativa y acabó siendo más un corrillo de autopublicados hablando de autopublicación, así que puede que en el fondo fuera una suerte y me ahorrara un rato de aburrimiento. Ya dije que este año quería disfrutar la feria en modo lectora, y reunirme para escuchar las penas de lo que supone autopublicarse no me motiva mucho...
Así que me fui a hablar con Ester FG un ratito y me fui pronto a casa, lo cual me vino bien, porque estaba agotada y llevaba una semana de locos.

¡Todavía nos queda el I picnic de escritores en apuros!

Tampoco esperéis verme en modo escritora, soy una de las que organiza y por tanto la que va a poner en apuros a los escritores que se atrevan (risa siniestra) pero por supuesto firmaré mis libros a todo el que lo desee ^^. 
I picnic de escritores en apuros



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sábado, 2 de junio de 2018

Mi viaje a Londres: día 3 (escapada a Stonehenge, castillo de Windsor, Bath y Catedral de Salisbury)

El tercer día tocaba pegarse un buen madrugón, porque tenía excursión de día completo y empezaba prontito y en la otra punta del centro. Ni siquiera pude desayunar en el hotel, tenía que salir antes de que abriera, pero tampoco me dio pena porque, y ya me extenderé en eso, el desayuno del hotel era una cutrez y el paquete de galletas artesanas que compré estaba de muerte. En cuanto a la distancia, de todas formas hubiera tenido que coger el metro para llegar, porque estaba coja (recordemos que el día anterior me torcí el tobillo).
Tenía contratada la excursión con Golden Tours, almuerzo incluido, aunque este era bastante pobre. Además, la hice en inglés y por suerte el mío es excelente: de no haberlo sido (como intuí que les pasaba a algunos de los otros asistentes del tour), no me habría enterado de nada, porque el guía hablaba rapidísimo, nivel locutor de fútbol. 
La primera parada era el castillo de Windsor y llegamos bastante pronto, así que, aunque tocaba esperar una larga cola, entramos de los primeros. La espera mereció la pena porque el castillo es alucinante. Sin embargo, no nos dieron suficiente tiempo para disfrutar de la audio-guía gratuita completa (que recorre tanto los exteriores como la capilla de St. George, los apartamentos de Estado y la casa de muñecas), por no hablar de que la cola para ver la casa de muñecas de la reina Mary era horrible y pasé de largo. Tampoco pude entrar en la capilla porque los domingos hay servicio religioso. 

Tras eso vino Stonehenge, algo que llevaba esperando muchos años (contraté la excursión solo por eso) y que moló mucho. Por desgracia, solo te dejan rodear (a bastante distancia) el monumento, ni hablar ya de entrar en el círculo. Por cierto, si no tienes tiempo mejor ir directo y no bajarse en la parada intermedia para ver los "otros monumentos asociados". Son básicamente túmulos y, a no ser que dispongas de muchos minutos, mejor pasar. Igual digo del centro de visitas: interesante pero prescindible. Mejor subir al monumento, escuchar la audio-guía completa y luego a lo que dé tiempo.
 Pero al tema, tanto las piedras como las vistas impresionan, y la audio-guía da mucha información interesante. Ya abajo encuentras reconstrucciones de las cabañas donde vivían y en el centro de visitas hay cosas que encontraron en las excavaciones.
La siguiente parada fue la catedral de Salisbury. Es un sitio bonito, con la aguja más alta de Inglaterra y un interior espectacular, aunque una vez visto el espacio no necesitábamos tanto tiempo libre porque solo tienen la Carta Magna en la Sala Capitular. Del resto del pueblo no vimos nada, tampoco parece que hubiera mucho que ver, aunque sin duda el centro tendrá su encanto.
catedral de Salisbury, abadía y termas romanas de Bath
Catedral de Salisbury / abadía y termas romanas de Bath
La siguiente parada fue Bath, igualmente tuvimos muy poco tiempo libre y no pudimos entrar a la abadía porque estaba la misa. Para entrar a las termas romanas no había que pagar si querías ir al aseo, pero si querías ver la parte interesante sí. Del Museo de Jane Austen directamente me olvidé, con tan poco tiempo imposible. Casi ni me dio tiempo a comprar mi cena en el supermercado, y eso que estaba en la zona central. Por cierto, los alrededores de la abadía tienen mucha animación, con mercadillo, música en directo...
Entonces la visita acabó y empezamos el largo viaje de regreso a Londres. Durante todo el viaje de ida, el guía había estado hablando todo el rato, sin parar de dar datos, pero a la vuelta apenas habló y nos encendieron el dispositivo de wifi y de entretenimiento a bordo del autobús. No nos dejaron en el sitio acordado, sino unas paradas antes y aproveché para ver los museos que me faltaban aunque solo fuera por fuera. Luego, como tenía los pies hechos polvo y era tarde, cogí el metro de vuelta al hotel.