jueves, 15 de diciembre de 2011

Separación temporal, un relato sobre el amor y la Navidad

Primer día de la maratón de escritura y a duras penas lo he acabado con éxito, aunque me he pasado un poquito. Hoy he hecho el relato del reto Vuestras consignas, mi relato (ya era hora), que ha ocupado una página menos 4 líneas. Es... extraño y me ha salido muy automático. Luego hice el relato para el proyecto de este mes de Adictos a la escritura, que ha ocupado una página más 11 lineas. Os va a encantar (lo publicaré el día correspondiente), es de lo más original. Por último, he hecho una entrada de Incursores de la noche que ha ocupado una página y dos líneas. A todo esto hay que añadir un párrafo de la segunda parte de El legado de Aliene, que he escrito a mano en el bar, aunque no sé cuánto ocuparía a ordenador. Vamos, reto superadísimo. Mañana va a ser muy complicado y probablemente no lo consiga, porque tengo el examen a las 9 de la mañana y entro a trabajar a las 3, tras lo cual voy a una presentación. 
En fin... sin más dilación os dejo con el relato del reto VCMR. Las consignas eran helada, rosas y muérdago. Muchas gracias a Astarielle, May y Dulce Cautiva por dar las palabras helada, rosas y muérdago y a todos por vuestra paciencia.

Separación temporal (helada, rosas y muérdago)

Elle no era una chica corriente, eso lo sabía desde que la conoció. No obstante, había un detalle que no soportaba en esa chica tan especial: estaba obsesionada con la Navidad. En el fondo la comprendía, porque se había criado en el seno de una familia numerosa, todos con la misma obsesión por llenar de adornos navideños cualquier lugar donde pasaran. No obstante, él, que nunca había celebrado la Navidad y que se había criado con una madre que sólo ponía una guirnalda en la puerta y que se abstenía de poner árbol, luces y del inevitable intercambio de regalos… no podía soportar ese comportamiento.
Todo empezó cuando llegó el puente de la Constitución. A él le tocaba trabajar de todos modos y ella se quedó en casa sola. Esperaba relajarse un poco, entrar en calor después de la helada que había estado cayendo y disfrutar de una cena romántica con Elle en su hogar, pero cuando entró en la casa lo primero que se encontró en el descansillo fue un Belén gigantesco con toda la parafernalia y no menos de cien figuritas. Si no hubiera sido por el cuadro de la pared, que afortunadamente seguía en su sitio, aunque medio enterrado en guirnaldas, hubiera jurado que se había equivocado de piso. Para colmo, sólo se podía estabilizar semejante monstruosidad poniendo libros debajo, libros que él necesitaba llevarse al trabajo al día siguiente sin falta.
Peor fue encontrarse con el salón transformado en lo que parecía un puesto del mercadillo de Navidad, con muérdago, guirnaldas, adornos y todo tipo de decoración. En el centro de la pequeña estancia había un árbol que apenas permitía el paso y que para colmo de males invadía con sus ramas su sillón favorito. Aun así, lo hubiera soportado por ella si no fuera porque tenía luces a más no poder y que encima esas luces tocaban desafinadamente villancicos horrorosos, que nunca le habían gustado.
Elle apareció entonces poniéndole un gorro de Santa Claus en la cabeza y alborotando con la pandereta, y ni siquiera se dio cuenta de que él estaba a punto de hiperventilar, cosa que hizo cuando le indicó cuánto había costado la dichosa decoración: nada menos que los pocos ahorros que tenían. Tirando al suelo con rabia el ramo de rosas que le había comprado antes de llegar a casa, le dijo que quería toda esa mierda fuera cuanto antes y se marchó a un hotel a pasar la noche.
Elle apareció en medio de la noche en su hotel, con los ojos llorosos. Él abrió la puerta de su habitación y la vio sujetando sobre su cabeza un poco de muérdago. Suspirando, pero sin amainar su enfado, la dejó pasar y hablaron largo y tendido sin llegar a un acuerdo.
Desde ese día, todas las Navidades Elle se va a casa de su familia y celebra las fiestas en todo su esplendor rodeada de abalorios y cachivaches inútiles, mientras que él se queda en su propia casa, sin más decoración que una guirnalda en la puerta, echándola de menos pero sabiendo que ambos serán más felices así. No es una solución perfecta, pero cuando acaban esas horribles fiestas su mujer vuelve a casa y él siente que la ama más que nunca.
https://deborahfmunoz.com/mis-obras/
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

6 comentarios:

  1. Muy bonito el relato, como todos, aunque el tipo era un poco... egoista?, mira k ponerse así x una tontería... hasta incluso prefiere celebrar las navidades sólo k acompañado d su mujer y los adornos navideños... en fin, hay d todo en el mundo, jajaja.

    Suerte con el exámen de mañana!, muak!

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  2. No se como puedes contigo cielo...

    El relato maravilloso, como siempre mi niña. Un bsoo

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  3. Ahora sí, Ediciones Muza te ha incluído en el resgistro de participantes, ¡Bien!

    Te llegará un correo de confirmación. ¡Avísame si tienes cualquier problema! =)

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  4. Ohhhh Dios que relato... muy bueno, te felicito, al menos cada uno termino saliendose con la suya de alguna manera... :-D

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  5. Uy, me encantó la parte de los libros puestos de cuña, me reí sin saber bien por qué.
    Eso de separarse cuando él no la soporta es la cosa menos romántica que he leído. Y también la más práctica n_n

    Felicidades por -como dijo Maga- un jueves productivo.

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  6. cada pareja tiene sus arreglos, es lo que quería reflejar

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