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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

sábado, 18 de junio de 2016

Relato: Espiral de venganza

No recuerdo para qué hice este relato. Creo que para un concurso, pero, si era para eso, ya debe de estar más que fallado y no he tenido noticias. Así que lo comparto por aquí, ya que no he tenido tiempo de escribir nada, entre Feria del Libro, Picnis, Festivales y demás. ¡Espero que lo disfrutéis!

Espiral de venganza

El conquistador sonríe al ver la ciudad arder: por fin obtiene su venganza contra el país que le hizo perderlo todo cuando era niño. Ni siquiera se molesta en mandar perseguir a los refugiados, espera que sufran un invierno duro y terrible sin provisiones ni muros protegiéndoles de los elementos. El mercenario, a su lado, también sonríe pero por un motivo bien distinto: va a hacer una gran fortuna gracias a los saqueos.
Lejos, en las montañas, el niño llora mientras ve morir a su madre, que ha abortado en medio de la huida. No deja de sangrar y nadie sabe dónde está el curandero, pero aún tiene fuerzas para hacer prometer a su hijo que vengará la caída de la ciudad. Cerca, un joven observa el humo de la ciudad en llamas sin un asomo de tristeza. Su destino, de no haberse producido la invasión, hubiera sido una vida entera limpiando mierda de caballo; ahora, si sobrevive, podrá enrolarse en el ejército o ganarse la vida como mercenario.
Años después, el conquistador sonríe al ver la ciudad arder: la promesa que hizo a su madre se cumple al fin. A su lado, el mercenario se alegra de no haberse tomado a broma a ese chiquillo huérfano, porque ahora podrá hacerse con un jugoso botín.
No obstante, el saqueo tendrá que esperar porque el conquistador no está dispuesto a caer en el error que se lleva cometiendo en bucle desde hace generaciones.
Perseguid a los refugiados; matad a hombres, mujeres y niños sin distinción. Cuando acabéis, la ciudad es vuestra.
Los mercenarios protestan diciendo que un invierno en esos duros parajes es peor castigo que la muerte, pero él sabe por experiencia que siempre hay quienes sobreviven y se hacen lo bastante fuertes como para derrotar a los ejércitos de los que fueran sus conquistadores. Como se muestra inflexible, sus hombres cumplen las órdenes, pero esas montañas están llenas de recovecos donde niños y jóvenes pueden esconderse y pasar desapercibidos, así que dentro de unos años se volverá a repetir la misma historia.
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