No recuerdo para qué hice este relato. Creo que para un concurso, pero, si era para eso, ya debe de estar más que fallado y no he tenido noticias. Así que lo comparto por aquí, ya que no he tenido tiempo de escribir nada, entre Feria del Libro, Picnis, Festivales y demás. ¡Espero que lo disfrutéis!
Espiral de venganza
El conquistador sonríe
al ver la ciudad arder: por fin obtiene su venganza contra el país
que le hizo perderlo todo cuando era niño. Ni siquiera se molesta en
mandar perseguir a los refugiados, espera que sufran un invierno duro
y terrible sin provisiones ni muros protegiéndoles de los elementos.
El mercenario, a su lado, también sonríe pero por un motivo bien
distinto: va a hacer una gran fortuna gracias a los saqueos.
Lejos, en las montañas,
el niño llora mientras ve morir a su madre, que ha abortado en medio
de la huida. No deja de sangrar y nadie sabe dónde está el
curandero, pero aún tiene fuerzas para hacer prometer a su hijo que
vengará la caída de la ciudad. Cerca, un joven observa el humo de
la ciudad en llamas sin un asomo de tristeza. Su destino, de no
haberse producido la invasión, hubiera sido una vida entera
limpiando mierda de caballo; ahora, si sobrevive, podrá enrolarse en
el ejército o ganarse la vida como mercenario.
Años después, el
conquistador sonríe al ver la ciudad arder: la promesa que hizo a su
madre se cumple al fin. A su lado, el mercenario se alegra de no
haberse tomado a broma a ese chiquillo huérfano, porque ahora podrá
hacerse con un jugoso botín.
No obstante, el saqueo
tendrá que esperar porque el conquistador no está dispuesto a caer
en el error que se lleva cometiendo en bucle desde hace generaciones.
—Perseguid
a los refugiados; matad a hombres, mujeres y niños sin distinción.
Cuando acabéis, la ciudad es vuestra.
Los mercenarios protestan
diciendo que un invierno en esos duros parajes es peor castigo que la
muerte, pero él sabe por experiencia que siempre hay quienes
sobreviven y se hacen lo bastante fuertes como para derrotar a los
ejércitos de los que fueran sus conquistadores. Como se muestra
inflexible, sus hombres cumplen las órdenes, pero esas montañas
están llenas de recovecos donde niños y jóvenes pueden esconderse
y pasar desapercibidos, así que dentro de unos años se volverá a
repetir la misma historia.Sigue a @DeborahFMu
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