martes, 9 de febrero de 2021

Relato de ciencia ficción: El dios gusano

Nuevo relato nacido de este lanzamiento de dados (estaba cantado: tenía que ser de ciencia ficción):

El dios gusano

Dados que inspiraron el relato de ciencia ficción El dios gusano
—No puedo creer que hayamos caído en una trampa tan burda —dijo el teniente Halley cuando llegaron al pasillo central—. Apuesto a que ese pasillo conduce a la otra puerta que te daban a elegir —añadió, señalando al otro túnel pequeño que confluía en el que estaban.
—Putos mintreds —fue lo único que respondió su subordinada, Robledo, que odiaba a cualquier especie que no fuera antropomorfa.
Les habían quitado las armas nada más estrellarse en su planeta y se habían negado a ayudarles a no ser que se internaran en el laberinto y eligieran el camino correcto. Ahora sabían que no había elección posible, de modo que se esperaban cualquier cosa y se habían resignado a morir para diversión de esos seres. Sin embargo, cuando el gusano gigante hizo su aparición, solo mantuvo su desesperanza Halley; Robledo soltó una carcajada.
—Escuche, teniente. Yo vengo del sistema minero Nakot-19 y usamos esos bichos para cavar los túneles. Son jodidamente fieros, pero también jodidamente fáciles de domesticar si somos lo bastante rápidos. Cuando levante la cabeza, tenemos cinco segundos para colarnos bajo su cuello y frotárselo. Hasta entonces, ni se mueva o nos cubrirá con su pringue y no habrá escapatoria.
El teniente Halley no se atrevió ni a mover la cabeza en señal de asentimiento mientras el gusano se acercaba cada vez más. Luego, cuando la criatura se alzó, intentó correr hacia ella pero estaba tan paralizado de miedo que tropezó con sus propios pies. Por suerte, Robledo estuvo lo bastante ágil y, cuando se levantó, la criatura estaba completamente amansada.
—Venga, hombre, acérquese y que le huela, si no, no le dejará montar —le instó la soldado.
—No pienso montar en esa cosa —se negó el teniente.
—Es nuestra mejor arma para salir de esta mierda de sitio —insistió Robledo.
Aunque reacio, Halley tuvo que reconocer que tenía razón y no tardaron en subirse al bicho e ir con él túnel arriba. Los mintreds, que habían esperado deshacerse de esos asquerosos antropomorfos y de paso alimentar a su dios, se los encontraron de pronto subidos en este y arrasando su ciudad. No tardaron en rendirse y suplicar clemencia, cosa que obtuvieron a cambio de que les ayudaran a contactar con el alto mando para que fueran a recogerles.
Cuando lo hicieron y por fin estuvieron a salvo en la nave, Robledo, a sabiendas de que le pagarían bien por la información, mandó un mensaje a la Delegación de Comercio informándoles de un planeta rico en recursos mineros: esos gusanos solo vivían en entornos donde proliferaba el rodio, el metal más caro. Y así fue como los mintreds, por su odio a los antropomorfos, acabaron esclavizados por estos, siempre ávidos de recursos.

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