martes, 26 de octubre de 2021

Relato: La oficina de al lado

Hoy mezclo dos consignas del reto: debe desarrollarse en una oficina muy aburrida y debe contener astronauta, galaxia, nubes, armario y uvas.

La oficina de al lado

Fermín trabajaba en una oficina aburrida desde hacía ya más de una década. Sus funciones eran tediosas, así que estaba siempre con la cabeza en las nubes, imaginando que era un astronauta y recorría la galaxia en busca de aventuras. Era imprescindible entretenerse con la imaginación, porque lo más emocionante que había ocurrido en diez años fue cuando un compañero se quedó encerrado en el armario de materiales.
Cuando la oficina de al lado fue ocupada por una start-up donde todos parecían contentos y el descanso de media mañana era una auténtica fiesta en la que compartían uvas en invierno y mandarinas en verano, cortesía de la empresa para que los empleados tuvieran una vida más saludable, la envidia comenzó a corroerle. Él quería eso, ¿por qué tenía que trabajar en una oficina tan aburrida? 
Empezó a considerar un cambio, a tantear el mercado laboral e incluso a apuntarse a algún que otro proceso de selección de empresas que parecían tan divertidas como la de sus vecinos. Y entonces los de al lado quebraron.
-Mucho jijijaja, mucho "somos guays", pero al final estaba claro que nos íbamos a hundir -oyó decir a uno de sus exvecinos, cargado con una caja con sus cosas, en el ascensor.
-Mira, casi lo prefiero -respondió su compañero, en la misma situación-. Uno no puede estar contento todo el rato, y menos con esa mierda de horario y todas esas horas extra que había que echar para demostrar tu compromiso con un proyecto que hacía aguas desde el inicio. Por no hablar de que las posibilidades de crecimiento que vendían eran una patraña.
Esa misma tarde, llamaron a Fermín de una start-up en la que había buscado trabajo para decirle que el puesto era suyo. Le hablaron de lo molones que eran, de que el proyecto era muy emocionante y de que a lo mejor tenía que trabajar más horas al principio cobrando menos de lo que merecía, pero que en cuanto crecieran él sería de los primeros en ascender y disfrutar de las mieles del éxito. 
Fermín rechazó el trabajo y, al día siguiente, volvió a su aburrida oficina con sus aburridos compañeros. Vale que no pasara nada emocionante, pero la estabilidad y un horario de ocho horas sin extras y con un sueldo razonable no tenían precio. Además, para combatir el tedio tenía una poderosa herramienta: la imaginación. Así que, ¿para qué arriesgarse?

https://deborahfmunoz.com/mis-obras/ 
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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

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