martes, 13 de junio de 2023

Viaje a Chequia: Cesky Krumlov

 El viaje el día anterior

Mi segundo día en la República Checa no lo pasé en Praga, sino en Zesky Kurkov, un pueblecito medieval, Patrimonio de la Humanidad, que está a ciento ochenta kilómetros de la ciudad. Había contratado una excursión y llegué con la hora pegada al culo porque Google me llevo por un sitio que estaba en obras. Por suerte, salimos en hora
Tras más o menos dos horas y media de viaje, con una parada técnica por medio, llegamos a la ciudad y subimos directamente al castillo, que es una mezcla entre castillo y palacio en realidad. Ningún castillo medieval de República Checa se ajusta a lo que los españoles entendemos por castillo medieval, no tuvieron tantos conflictos como en España y eran más residenciales que funcionales. Los jardines son preciosos, muy cuidados y con una fuente bastante bonita.
También vimos los establos, ahora reconvertidos en sala de fiesta; el teatro barroco, que sigue estando tal cual; y varios miradores antes de entrar a los patios del palacio, casi todos con decoración renacentista.
Cesky Krumlov: Panorámica y castillo
Cesky Krumlov: Panorámica y castillo
Después, bajamos al pueblo, que está a varias alturas y entre dos meandros. Es un lugar con mucho encanto por el que da gusto pasear, y la Iglesia de San Vito es muy bonita por dentro y por fuera.
Cuando acabó el tour, nos dejaron dos horas y media de tiempo libre, más que sobra para mí, que iba con un bocata. Lo primero que hice fue buscar un sitio donde comprar unas zapatillas de deporte; mis pies estaban destrozados. Por suerte, lo conseguí y pude cambiarme en ese mismo instante, antes de irme a comer a un precioso parque. Fue acabarme el bocata y llegar a una zona del parque sin ninguna cobertura para que empezara a caer una tromba de agua bestial.
La lluvia pasó rápido, y pude seguir explorando el parque y el pueblo, que tiene muchísimo encanto. Pronto llegó la hora de irse y dos horas y media después volvíamos a estar en Praga. Hice una pequeña visita de aprovisionamiento al supermercado y luego me dirigí al centro para tomar un Trdelnik, uno de esos bollos con helado por encima que tanto había visto por la ciudad. Una bomba de relojería deliciosa. Y, finalmente, fui callejeando tranquilamente hasta llegar al hotel. 

El viaje en días siguientes

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