sábado, 12 de septiembre de 2020

Pesadilla-viaje a Barcelona: Barcino, Barrio Gótico, un respiro

Todos los chascos del día anterior del viaje a Barcelona en esta entrada

El día 2 empezó con un desayuno pésimo tras haber dormido bastante mal (la cama y las almohadas no eran buenas, no cogí el punto al aire acondicionado y la habitación era ruidosa, escuchándose cada coche que pasaba como si estuvieras en la acera). Tampoco permití que me aguara el día, que no fue ideal pero sí un pequeño respiro con respecto al día anterior y los siguientes, y me dirigí al punto de encuentro del FreeTour de la Barcelona romana.

Freetour de Barcino

Estaba yo sola apuntada, pero aun así fue encantadora y decidió hacerlo. De contenido era bastante básico y apenas duró una hora (encontramos el templo de Augusto y las termas romanas cerrados, lo que no ayudó a alargarlo), pero se agradece tener una toma de contacto con la ciudad más allá de pasear por ella sin saber qué estás viendo. Además, vimos puntos curiosos como un lugar con tumbas romanas, el mural de la libertad, el acueducto, zonas de la muralla, el trazado de las calles que se conserva de la ciudad original... Así que me dije a mí misma que por lo menos algo no había salido desastrosamente mal y seguí adelante.

Buscando qué hacer en Barcelona

Cementerio: va a ser que no

Había decidido irme al cementerio de Montjuic, pero, tras una larga espera en la parada, me encontré con que los autobuses no admitían el pago en el propio vehículo por culpa del Covid-19. Un señor me miró como si fuera tonta cuando pregunté y me dijo que tenía que pagar un billete de 10 viajes en un estanco o buscarme la vida en el metro. No tenía intención de usar 10 viajes, así que me busqué la vida en el metro. En el metro había billetes sencillos que costaban la barbaridad de 2,40€ y no especificaba que se pudieran usar en el autobús. Tampoco apareció nadie a quien preguntar. 
Para cuando quise recopilar toda la información que necesitaba, se empezaba a hacer tarde. Tendría que esperar otro autobús más de media hora, si es que los horarios eran correctos, más lo que tardara en la vuelta y en el propio cementerio, con lo que me arriesgaba a llegar tarde al tour, al que me había apuntado por tercera vez (si eso no es optimismo...). Además, gastar casi 5 € en ir a un cementerio que dada la situación podría estar cerrado, y que de todas formas tampoco tenía tantas esculturas de interés artístico, si hacíamos caso al mapa que me había descargado, me hizo pensármelo dos veces. Decidí no ir.

Una exposición militar: Ingenieros, soldados, sabios

No me había salido una a derechas en la ciudad, pero bueno, plan ¿D, E...?: ir a la playa, aunque fuera a mirar, dado que tengo alergia al sol y no podía bañarme porque no estaba equipada. De camino, ¡sorpresa! Algo salió bien. Me topé con la exposición gratuita (¡milagro!) Ingenieros, soldados, sabios. Con ese título podía significar cualquier cosa, así que pregunté al de la puerta de qué iba la exposición. Él me miró de arriba a abajo, alzó una ceja ante mis pintas de turista hippie y respondió: “De cosas militares”. Creo que se sorprendió cuando entré y más aún cuando no salí hasta que no hube recorrido todas las salas, leído todos los carteles y visto todos los vídeos. Iba, principalmente de las funciones del Real Colegio de Cirugía y la Real Academia de Matemáticas y Fortificación de Barcelona, aunque sobre todo se centraba en las distintas fortificaciones e instalaciones hechas por los ingenieros y arquitectos militares, una parte realmente fascinante.
También hay una sala dedicada a la historia militar de España en relación con Cataluña en unos pocos objetos y vitrinas, pero estos me parecieron bastante aleatorios y se dejaban muchas cosas en el tintero. Otra pega es que no me dejaron entrar al baño antes de salir, aunque había estado bastante tiempo. Es una cosa en la que deberían pensar. Pero por lo demás fue un rato satisfactorio y un respiro entre tantos planes truncados.

La playa y el barrio de pescadores

Al salir de la exposición, retomé el plan de ir a la playa, que estaba vacía. Algo bueno tenía que tener el Covid, al menos para los bañistas. Hablando del Covid, allí no se toman nada en serio el uso de la mascarilla. Como ya he comentado, al margen de las muchísimas personas que encontraba por la calle sin ella, aunque fuera obligatoria, hasta en los negocios cerrados me atendían con ella mal puesta o directamente sin ella. Durante mi paseo por el barrio de pescadores (que no tenía nada sobresaliente, pero que no está mal para dar una vuelta si estás por la zona) entré en varios establecimientos (de restauración y tiendas) y parecía que la norma era no ponerse la mascarilla correctamente o no ponérsela en absoluto. Eso sí, si usaba mi propio hidrogel en vez del que daban en la entrada (algunos me dan alergia), bien que me ladraban. Me parece un poco fuerte que una persona sin mascarilla me grite por usar mi propio gel en vez del de la tienda. Pero claro, era una turista y al turista hay que tratarle mal... Lo triste es que no pasó en un solo sitio...
Aproveché también el camino hacia el punto de encuentro para dar un rodeo y visitar la Catedral del Mar, famosa por el libro del mismo nombre.
Viaje a Barcelona: Plaza de Ramón Berenguer, muralla romana, mural de la libertad, playa de la Malvarosa, Catedral del Mar, Los cuatro gatos, gárgola-Unicornio de la catedral
Viaje a Barcelona: Plaza de Ramón Berenguer, muralla romana, mural de la libertad, playa de la Malvarosa, Catedral del Mar, Los cuatro gatos, gárgola-Unicornio de la catedral

Freetour por el barrio gótico con Cat tours

Después de comer me fui al punto de encuentro del Freetour de la Barcelona Gótica. Afortunadamente, decidieron hacerlo a pesar de que solo estaba yo. Creo que les di pena. Este tour me reconcilió con la ciudad durante unas horas. Mi guía, Gerardo, era muy majo y se notaba que sabía un montón. Me contó muchos secretos sobre Barcelona y sobre el Barrio Gótico, enseñándome todo tipo de rincones interesantes a los que no sueles prestar atención si no te los señalan y explicándomelos como a mí me gusta: con muchos datos y con detalles jugosos. Vimos, entre otras cosas, el restaurante los Cuatro Gatos, un buzón que dejó en evidencia a los abogados, una plaza donde corría la sangre, lugares asociados a la leyenda de Santa Eulalia, la catedral, el puente del Bisbe y su siniestra calavera, el lugar donde lanzaron de las primeras bombas experimentales con aviones en la Guerra Civil... Una cosa que me pareció muy chula, y que me ayudó a entretenerme posteriormente en la ciudad, es que Barcelona está plagada de dragones. Así que puedes dedicarte a buscarlos en distintos elementos urbanos...

Gerardo también me hizo unas cuantas recomendaciones de qué hacer en Barcelona sin gastar mucho en la situación rara en que estábamos (por desgracia, buena parte de esas recomendaciones también se me cayeron por diversos motivos, como comentaré más adelante en la crónica).

Así que el día no acabó tan mal

Cuando acabó el tour, me fui al parque de la Ciudadela y estuve paseando por él un buen rato viendo la fuente monumental y una especie de castillo, entre otras cosas. Nuevamente me encontré con unos cuantos barceloneses que se saltaban a la torera el uso de la mascarilla; en el parque eran mayoría sobre los que la llevaban, pero bueno, en los momentos en los que se podía mantener la distancia me pareció perdonable (aunque no siempre se podía guardar la distancia y no hacían ni amago de ponérsela). 
Después vi el Arco del Triunfo y, ya con los pies hechos polvo, decidí subir al hotel andando, que era una buena caminata por el Paseo de Gracia y la Diagonal.
Viaje a Barcelona: Arco del triunfo, fuente monumental del parque de la ciudadela, edificios decimonónicos
Viaje a Barcelona: Arco del triunfo, fuente monumental del parque de la ciudadela, edificios decimonónicos
 
Esa zona es bastante decimonónica, no tendría nada especial con respecto a cualquier otra ciudad europea si no fuera porque está aderezada con algunos edificios modernistas. Es un estilo arquitectónico original y con muchas formas orgánicas, pero yo no puedo decir ni que me gusten todos los edificios ni que me desagraden todos: tengo que decidirlo uno a uno. Aunque, desde luego, rompe la monotonía. Y eso es todo lo que puedo decir: lo decimonónico me gusta, el modernismo a veces sí y a veces no, pero en general es una zona por la que me agradó pasear (a pesar de los incumplimientos en el uso de las mascarillas).
Y así acabó el día, que no había sido perfecto porque me habían tratado bastante mal en varios sitios, pero que, si hacía balanza, lo positivo pesaba algo más. Esperaba que la racha continuara, pero no... solo podía ir a peor... Pero eso lo contaré en la próxima entrada sobre el viaje. 
 

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