Mira que he viajado, pero nunca encontré una ciudad que maltratara más al turista. Tanto peor que aprovechen una enfermedad para maltratarlo más. Pero no ha sido culpa del Covid-19. Ha sido la gente que trabaja cara al turista y la forma que tienen de tratarlo.
Es de lejos el peor viaje de mi vida, nunca imaginé que intentaría volver a casa antes, en plenas vacaciones. No me dejaron, mala suerte. Me han tratado tan mal, tantas veces en tantos sitios que, al ir a hacer el checkout, la chica me preguntó amablemente qué tal el viaje y me eché a llorar a moco tendido. Hasta ese punto ha sido horrible. No vuelvo. Pero vayamos desde el principio
Una llegada que empieza con un chasco tras otro
No ayudaba a empezar con buen pie la ola de calor y el agobio constante de la mascarilla, de la que no pude prescindir en todo el viaje porque YO SÍ ME LO TOMO EN SERIO. No como buena parte de las personas con las que me topé en Barcelona, incluyendo dependientes de tiendas y personal de las atracciones turísticas, que llevaban la nariz fuera de la mascarilla, si es que se la ponían.
Museo Egipcio de Barcelona
Me habían anulado, esa misma mañana temprano, el Freetour de las 3.30 y lo había cambiado a las 6.30, lo que me obligó a cambiar los planes que había hecho a última hora. Así que lo primero que hice no fue ver alguna de las atracciones barcelonesas clásicas, sino comprar una mochila nueva y pasar por el Museo Egipcio, pequeño y caro pero con chicha e interesante. Tiene una audioguía que descargas en el teléfono (lo cual no me hizo gracia, porque mi móvil ya va bastante petado) y que desglosa dos plantas de exposición permanente y una con dos temporales: la primera de Tutankamón, que sabe a poco tras mi visita a la expo en Madrid Tutankhamon: la tumba y sus tesoros, y otra de mujeres y hombres en Egipto, también bastante básica. Los carteles de las temporales estaban en catalán, pero en la app que te tenías que descargar estaban las traducciones. Viaje a Barcelona: edificio modernista cerca del museo Egipcio, Plaza de España, Catedral, Puerto Nuevo, Estatua de Colón y la Rambla |
¿Y ahora qué hago en Barcelona?
La oficina de (des)atención turística
No me quise desanimar, ya estaba preparada para encontrarme cosas cerradas o que me anularan algo; plan C: ir a la oficina de turismo para que me dijeran qué hacer en Barcelona el resto de la tarde. Tuve que ir de una a otra y esperar un buen rato hasta que abriera la única que había (“vuelvo en 15 minutos” debe de significar algo distinto para ciertas personas, porque estuve más de media hora esperando) y allí pedí un mapa. La que me atendió me dijo que el mapa oficial costaba 1€, a lo que le respondí que no necesitaba un mapa oficial, solo un mapa. Con cara de mala leche, sacó un mapa más cutre, pero igual de útil, y lo puso de malas maneras sobre el mostrador.
Le pregunté qué podía hacer esa tarde, ya que me habían anulado un Freetour por el barrio gótico. Siguió un rapapolvo por usar freetours, porque no son oficiales. Le respondí amablemente que de todas formas no había tours oficiales disponibles y que, en un freetour, al menos se lo curran porque les pagas en función de cómo lo hagan. A lo que continuó despotricando y diciendo que “no sabes qué se pueden estar inventando” y todo tipo de cosas similares. Al final, zanjé el tema diciendo que, si se inventaban algo pero al menos me hacían pasar un buen rato, se habían ganado el dinero igual... Y que, por favor, nos centráramos en el tema, que era qué hacer por Barcelona sin gastarme un dineral en entradas a monumentos.
Eso también la cabreó, pero me señaló varias cosas (muchas de pago, pero que se pueden ver por fuera). Cuando le pregunté si ya se podía ver la parte gratuita del parque Güel, me dijo que sí, que podía ir a verla (más adelante descubriría que eso era mentira) pero que esa parte era un asco y que lo suyo sería que pagara la entrada a la zona “bonita”, que solo eran 8€ (otra mentira). Yo le dije que, en función de lo que me encontrara en la parte gratis, decidiría si pagaba o no y la conversación acabó con un seco “haz lo que te dé la gana”.
Vagabundeando sin planes
Me fui directa a la Catedral de Barcelona, donde empecé a subir las escaleras junto a un par de italianos, solo para que un guardia de seguridad nos ladrara que no se podía entrar. Cuando le pregunté si era en ese momento por algo especial o si podría visitar el templo en algún momento, me ladró que volviera en otro momento pero que ahora no entrábamos. Tal cual. Me encogí de hombros y, con una sonrisa de disculpa a los italianos por el mal trato recibido, me di la vuelta con la idea de volver otro día.
Total, que a falta de más cosas que hacer, al final me di una vuelta de varias horas por el barrio gótico sin saber muy bien lo que estaba viendo (cosa que no mola tanto como que te lo cuenten), tras lo cual volví al hotel pasando por el Puerto Nuevo y subiendo con la Rambla, despoblada y sin ningún ambiente.
Y así concluye mi primer día del viaje a Barcelona
¿Dejé que eso me desanimara? No, al contrario. Tenía una larguísima lista de planes alternativos para el resto de mi estancia y un día malo lo tiene cualquiera. ¿Quién iba a decirme que iba a ser así casi todo el viaje? Continuaré narrando mi pesadilla en Barcelona en próximas entradas.
P´ta que la pasaste mal en Barcelona. Tal vez, no era el momento de ir, con toda esta locura del bicho se alteró todo. Espero que le des otra oportunidad a la ciudad, ya con mas calma y menos desquicio. Un abrazo
ResponderEliminar