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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

sábado, 25 de abril de 2009

La leyenda del unicornio

La leyenda del unicornio

ilustración del cuento
Había una vez un pueblo que estaba lejos del resto de los pueblos. Por eso, no era de extrañar la excitación de sus habitantes cuando llegó por el camino un hombre de ropas coloridas con un laúd a la espalda. ¡Nada más y nada menos que un bardo! En ese pueblo, tan alejado de todo, era muy difícil que apareciera ningún bardo, y las canciones e historias que cantaban los ancianos ya eran aburridas, porque las habían repetido tantas veces que los niños ya se las sabían de memoria, así que la llegada de aquel forastero sonriente supuso una auténtica fiesta. Cantó y contó historias hasta que, casi al amanecer, contó la última. Habló de los unicornios, de su gran belleza, de lo difícil y precioso que era ver a uno, de cómo incluso los reyes habían fracasado a la hora de buscarlos y sólo unos privilegiados lograron verlos alguna vez. Los niños estaban fascinados y, a la mañana siguiente, después de que el bardo se despidiera de ellos, decidieron que irían al bosque a buscar un unicornio. Cuatro niños fueron los que decidieron ir, y con algo de comida para almorzar, se pusieron en camino. Pero antes de salir del pueblo, el hermano mayor de uno de ellos dijo:
-¡Qué ilusos, ir a buscar un unicornio! Nunca lo encontraréis, pues yo ya lo busqué y no encontré nada.
Y su hermano pequeño, que le admiraba y siempre le hacía caso, decidió que ya no iba.
Así pues, solo tres niños salieron del pueblo, con la ilusión de encontrar en el bosque a un unicornio. Pero no sabían dónde empezar, así que preguntaron a un árbol, que era el más viejo de todos los del bosque y también el más sabio.
-¿Unicornio? Nunca se mostrarán a vosotros, pequeños ilusos, pues son las criaturas más maravillosas de la tierra y no tienen tratos con humanos.
Y uno de los niños le creyó y decidió volver a casa, porque no quería perder el tiempo.
Solo dos niños quedaban ya, y caminaban por el bosque sin saber por dónde buscar al unicornio. Así que preguntaron a las ardillas cómo encontrarlo.
-¿Un unicornio? No podréis encontrarlo, porque son las criaturas más rápidas y escurridizas del mundo. Y no se muestran casi nunca, pero mucho menos a los humanos, porque son las criaturas más puras del mundo, y no tienen trato con ellos.
Y otro de los niños se marchó. Quedaba uno, pero, a pesar de lo que le habían dicho, no quería dejarlo tan rápidamente. Y preguntó a todos los animales del bosque y todos le decían lo mismo, pero no quiso rendirse. Cuando anocheció, volvió a su casa, pero volvió al bosque todos los días a buscar al unicornio. Y todos le decían, riendo, que era un soñador y que dejara de perder el tiempo, pero a él no le importaba lo que dijeran.
Y un día lo vio, la criatura más hermosa y maravillosa de la tierra, de un blanco tan puro que daban ganas de llorar de felicidad por poder verlo. Él lo había visto, aunque ni los reyes lo habían logrado, a pesar de que los otros niños se habían reído de él. Estuvo un rato ahí, en silencio, hasta que el unicornio se fue. Cuando se dio la vuelta, se encontró cara a cara con el sonriente bardo.
-¿Lo ves? Si persigues tus sueños, por imposibles que sean y por mucho que te crean un iluso, si tienes esperanza y persistes en tu empeño, acabarás por alcanzarlos.

domingo, 12 de abril de 2009

El asedio


Un dibujo de los que hago en clase. Lo dejé en blanco y negro en parte por vaguería, pero más que nada porque no tenía mis lápices de colores encima y en casa no tengo tiempo de hacer estas cosas, pero quizás algún día lo coloree y todo.