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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

martes, 29 de marzo de 2022

Relato: Un amor interestelar

Otro relato en el que mezclo las consignas "Escribe un relato que suceda en las estrellas" y "Escribe un relato de amor entre dos especies fantásticas".

Un amor interestelar

La sirena cantaba cerca de la plataforma de aterrizaje de las naves, dispuesta a atraer a los incautos viajeros interestelares al negocio y vender algunos abalorios exóticos con forma de concha. El cambiaformas era uno de esos viajeros interestelares, pero su misión estaba lejos de ser comercial o de placer.
Se enamoraron nada más verse, aunque era una relación a todas luces imposible. Ella no podía salir del agua. Él no podía mantener su forma anfibia demasiado tiempo y, de todas formas, si conseguía lo que había venido a buscar, sería el responsable de la destrucción de ese mundo de agua. Por eso, se amaron con desesperación hasta que él tuvo que marcharse, llevándose consigo ese secreto tan importante. No tenía sentido fingir que no lo había encontrado: tarde o temprano, alguien se haría con él, de todas formas. Y, si era él quien lo entregaba, tendría recursos para llevar a cabo su plan.
Gracias a la recompensa, pudo prepararlo todo para regresar a por ella  antes de que todo estallara. Acondicionó su nave para que su sirena pudiera sobrevivir al viaje con grandes tanques de agua que contenían todo un ecosistema y se informó muy bien de qué estrellas quedarían fuera del conflicto para huir a ellas a la menor ocasión. 
Cuando acabó los preparativos, sin embargo, se encontró con que la situación de ella ya no era tan desesperada, ya que su planeta había cambiado de bando y ahora era firme aliado de los que habían pretendido destruirlo. Sin embargo, al saber que la nave estaba acondicionada para que pudiera vivir en el espacio, no se lo pensó dos veces y se embarcó, con su amado, rumbo a lo desconocido.
Pasaron varios años visitando estrellas cada vez más lejanas, en una nave de agua y aire, hasta que esta empezó a quedarse obsoleta y dar problemas. Entonces, buscaron un pequeño planeta con mucho mar donde la sirena pudiera vivir a gusto. El conflicto interestelar acabó por alcanzarles, claro, pero para entonces ya eran demasiado viejos y habían vivido una vida plena. Así pues, antes de que el planeta estallara, intercambiaron una mirada de complicidad, con la promesa de encontrarse en otra vida.

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sábado, 26 de marzo de 2022

Crónica: escapada a Sigüenza

Sigüenza es una ciudad de esas que tienes que visitar sí o sí, y más si vives a tiro de piedra, como es mi caso. Así que, en cuanto surgió la oportunidad de ir, no lo dudé un instante.
Antes de llegar, hicimos una parada en el área 103 y dimos un rodeo para apreciar las vistas desde el Mirador de Pelegrina (también llamado el Mirador de Félix Rodríguez de la Fuente), que son alucinantes. Luego, ya pusimos rumbo al pueblo, donde prácticamente lo primero que hicimos fue ir a la oficina de turismo y apuntarnos a la visita guiada por la ciudad, que cuesta 7€ e incluye un recorrido por la parte medieval.
Hasta que empezó, dimos un paseo por la zona del arroyo del Vedo y hacia el Parque de la Alameda, que ahora está en obras, pero no nos dio mucho tiempo a ver demasiado y pronto nos dirigimos al punto de encuentro. Empezamos por la catedral con una introducción a la ciudad (la entrada a la catedral no estaba incluida) y fuimos subiendo en dirección al castillo-parador, haciendo varios altos para explicar algunos lugares de interés, como los puntos donde pasaba la muralla. 
También entramos en la Iglesia de Santiago, en la que cayó una bomba en la Guerra Civil y se ha llevado a cabo un proceso de restauración, y en la casa del Doncel. En esta última tienen un museo (colección de guitarras, una zona de alfombras...), además de poderse ver preciosas yeserías. 
Casa del Doncel y Castillo de Sigüenza
Casa del Doncel y Castillo de Sigüenza
Luego, llegamos a lo más alto y entramos al castillo, que como he comentado ahora es un parador, donde nos contaron la leyenda de doña Blanca de Borbón, repudiada por Pedro el Cruel y encerrada durante años en el castillo. También nos enseñaron el pozo bajo el cual se encerraba a los presos.
Luego comenzamos la bajada por otra calle hasta el Palacio Episcopal, zona donde también está el internado y otros edificios de interés.
Acabado el tour, conducimos hasta el hotel-restaurante La Cabaña, donde se come de maravilla, en especial los asados. 
Luego volvimos para entrar a la Catedral de Sigüenza. Pagamos también la visita a la cripta y es lo primero que vimos. El enterramiento es de gente que trabajó en la construcción del templo, y también nos contaron otras curiosidades. La visita es de una media hora con guía, no apta para claustofóbicos. La visita de la catedral, por su parte, es con audioguía (completa pero bastante técnica) que tienes que descargarte con un qr. 
Va para largo, echamos horas y al final nos tuvieron que echar (de hecho, cuando llegamos a la entrada ya habían cerrado la puerta). En cualquier caso, me pareció que merecía mucho la pena y que el interior es maravilloso, con muchos espacios. Solo por el sepulcro del Doncel ya merecería la pena, pero tiene muchos más puntos preciosos e infinidad de cosas que ver, ¡hasta una colección de tapices!
Catedral de Sigüenza
A lo tonto, nos quedó por ver el Museo Diocesano, cuya entrada está incluida con la de la catedral, porque ya había cerrado. Vamos, que si vas a Sigüenza hay que dedicarle al menos dos días, uno para la catedral y el museo Diocesano y otro para ver el resto de cosas de la ciudad (algo se nos quedó por ver también en el casco histórico). Por suerte, está cerca de Madrid ^^. 
 

martes, 22 de marzo de 2022

Relato de fantasía: La espada de runas

Portada del relato corto La espada de runas
Le encantaba fardar y esa espada de runas que encontró en un campamento saqueado por los Salteadores era perfecta para eso. No entendía por qué no se la habían llevado también. Era grande y poco manejable, pero con un poco de práctica había conseguido dominarla y, de todas formas, intimidaba tanto que la gente perdía las ganas de pelear cuando la sacaba.
No tenía ni idea de para qué servían las runas, pero no se molestó en averiguarlo, porque se veía claramente que la espada era mágica y, cuando le preguntaban, quedaba muy bien poner una media sonrisa intrigante y quedarse callado.
Gracias a la espada y a sus fanfarronadas, consiguió algunos trabajillos de poca monta y pudo continuar sin pasar hambre su viaje hasta la capital, donde sin duda encontraría algo más estable como matón de taberna o como guardaespaldas de algún rico comerciante.
Un día, se le hizo tarde por cumplir un pequeño encargo y no pudo llegar a la casa de postas antes de que oscureciera. Le tocó acampar al aire libre y durmió a pierna suelta hasta que escuchó el grito de batalla de los Salteadores a varios kilómetros de distancia.
Por esa zona solo estaba la casa de postas, pero él no era ningún héroe, así que, en vez de correr para avisarles y ayudarles a defenderse, recogió sus cosas y se escondió en la espesura; estaba tan oscuro que pasarían de largo sin verle.
No había contado con que las runas de la espada por fin harían aquello para lo que estaban diseñadas: iluminarse cuando había enemigos cerca. Se activaron justo a tiempo para convertirle en un blanco perfecto para las flechas de los Salteadores, que, tras comprobar que no había más enemigos en los alrededores, registraron el cadáver. 
Solo tenía unas monedas y esa estúpida espada que, por segunda vez, les ponía en bandeja a una presa en plena noche. Se llevaron las monedas y dejaron la espada; quizás otro tonto la encontrara y pretendiera atacarles, o esconderse de ellos, al amparo de la oscuridad. Si ya había pasado dos veces, sin duda ocurriría una tercera. 

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martes, 15 de marzo de 2022

Relato: Los fantasmas

Hoy tenía que escribir un relato que contuviera la frase: "Se escuchó una risa en el piso de abajo".

 Los fantasmas

La casa que había heredado estaba poblada de fantasmas. Solo eso explicaba lo que escuché esa primera noche; cosas moviéndose, ruidos en los pasillos, susurros tenebrosos. 
Estaba tan deprimida por la muerte de mi tía, y por el vacío que había sido mi vida hasta el momento, que simplemente me quedé en la cama, esperando que los espíritus vinieran a por mí y acabaran con mi existencia. Nadie me echaría de menos; había pasado las últimas semanas acompañando a mi tía en el hospital y no había recibido ni una triste llamada preguntando por qué había desaparecido del trabajo y de los sitios que frecuentaba.
Pero los espíritus no subieron y, a la mañana siguiente, todo estaba como lo había dejado. Así que seguí con mi luto, recorriendo la enorme casa como en un sueño, preguntándome qué haría con ella, si merecía la pena hacer algo o, simplemente, acabar con todo. Cuando ya no pude con mi desánimo, volví a la cama y, al poco de anochecer, empezaron de nuevo los ruidos. 
Sentí curiosidad, pero no tenía ánimo para levantarme. Al menos, hasta que se escuchó una risa en el piso de abajo. Eso me enfureció. ¿Qué derecho tenían los fantasmas a ser felices en mi casa, donde ni siquiera yo lo era?
No obstante, lo que encontré al bajar no eran fantasmas, sino la pareja de mendigos que frecuentaba la calle Mayor de la pequeña ciudad, junto con un crío que no podía tener más de cinco o seis años. Sabían que la propietaria había muerto y, al no ver a nadie entrar o salir de la casa en varios días, habían dado por hecho que estaba desocupada y entraban por las noches para resguardarse del frío y las lluvias.
Se explicaron, rogaron que no llamara a la policía, se disculparon una y otra vez. Yo estaba paralizada pero, cuando se dispusieron a salir en busca de refugio quién sabía dónde, algo dentro de mí se rebeló y les dijo que podían quedarse cuanto quisieran, que había muchas habitaciones libres.
No sé a quién sorprendió más esto, si a ellos o a mí, pero estaban desesperados y aceptaron la invitación. Intentaron no cruzarse en mi camino ni molestar, aunque vivíamos en la misma casa y, poco a poco, fui acostumbrándome a su presencia. El niño era una ricura y no tardó en ganarse un hueco en mi corazón; con los padres tardé más en tener suficiente confianza, pero pronto eso dio paso al cariño y la presencia de esa familia alivió un poco mi vida solitaria.
Cuando ella encontró trabajo gracias a los servicios sociales y pudieron marcharse, sentí de nuevo el peso de esa enorme casa a mi alrededor. Esta vez todo era distinto, porque ellos venían a visitarme casi a diario y se preocupaban por mí, pero no podía dejar de sentir esa soledad que ellos habían llenado con su presencia. Así pues, acudí yo misma a los servicios sociales para ofrecer mi casa como albergue para las personas necesitadas. Ahora, nunca estoy sola y, aunque no todos los que se alojan aquí encajan bien conmigo, muchos se han convertido en grandes amigos. Y por fin mis propios fantasmas han abandonado la casa.

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martes, 8 de marzo de 2022

Relato: Un grande de la historia

Otro relato inspirado en un lanzamiento de dados...
 

Un grande de la historia

Dados que inspiraron el relato Un grande de la historia
Era un hombre bastante simple, pero tenía potencial mágico y, si lo despertaba, podía llegar a hacer cosas extraordinarias. Convencidos de que sería fácil de dirigir en la dirección correcta, los Místicos le eligieron para pasar las pruebas. Así pues, se pusieron en contacto con él y le explicaron que, si las superaba, obtendría un poder que le permitiría ser un grande de la historia. 
Tal y como esperaban, en cuanto se convenció de que no era una broma, se internó en los subterráneos sin dudarlo y superó, una por una, todas las pruebas que se le presentaron. Luego, bebió del caldero mágico y obtuvo un gran poder, momento en el que los Místicos salieron de sus escondites para felicitarle.
Le hablaron entonces de todo lo que podía hacer: evitar catástrofes naturales, combatir el cambio climático, convertirse en el líder de un país... Él les miró con ojos vacíos mientras le hablaban, con una sonrisa bobalicona, y les dijo que se lo pensaría antes de desaparecer sin dejar rastro.
No fue difícil localizarle de nuevo, sin embargo. Poco después, aparecía en casi todos los telediarios como una joven promesa del fútbol que salía con todo tipo de parejas despampanantes. Los Místicos, decepcionados, ni siquiera se molestaron en ir a hablar con él para convencerle de que usara su poder de forma positiva; se limitaron a ir a una de las ruedas de prensa y a llenar su vaso con una contrapócima.
-¿Qué diablos pasa con los humanos de este siglo? -preguntó el Místico Plateado mientras empezaban a buscar a otro humano con potencial mágico en el que poner sus esperanzas-. Ya van tres que aprovechan el don que les otorgamos en su propio beneficio.
-Quizás deberíamos, no sé, buscar otros que sean menos tontos y simplones. Alguien que sepa valorar la posibilidad de cambiar el mundo y formar parte de los grandes de la historia -sugirió el Místico de Cobre.
-¿Otro Alejandro Magno, otro César, otro Napoleón? Nunca sale bien, y no podemos arriesgarnos a otro Hitler en un mundo plagado de armas atómicas.
-Está bien, está bien... ¿Y por qué no una mujer? Nunca lo hemos intentado, lo cual me parece inaceptable -insistió el de Cobre.
Por primera vez en milenios, su propuesta no se descartó de inmediato y decidieron intentarlo. Machistas como eran, eligieron a la primera que encontraron con el potencial mágico, convencidos de que, como era mujer, sería fácil de manejar en cualquier caso. Ella hizo muchas preguntas antes siquiera de emprender las pruebas, lo que era una buena señal. También las superó con facilidad y bebió del caldero, así que todo parecía ir a pedir de boca. Al menos, hasta que derramó el contenido restante del caldero y, cuando los Místicos salieron a protestar, segó sus vidas inmortales.
No lo hizo por maldad, ni por ansia de poder. No podía permitir que el destino del mundo siguiera en manos de unos individuos que buscaban humanos manejables para hacer historia, pero que no comprendían el mundo que querían cambiar ni a los hombres a los que utilizaban. Salió del subterráneo con el corazón más pesado, pero decidida a usar su poder para conseguir un cambio profundo y para bien. 
En las décadas siguientes, cometió grandes atrocidades, pero también hizo grandes cosas por la humanidad, ¿quién sabe si todavía estaríamos en este planeta si no hubiera ascendido al poder absoluto, viendo el camino que llevábamos antes de que apareciera? Es por eso por lo que la veneramos incluso hoy, siglos después de su retiro. Y por lo que rezamos para que vuelva, ahora que las cosas vuelven, una vez más, a torcerse.

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sábado, 5 de marzo de 2022

Escapada a Manzanares El Real

Hacía meses que quería hacer esta escapada. Ya sabéis que me encantan los castillos, y el de Manzanares El Real es excepcional, así que, cuando por fin nos organizamos para hacer la escapada, estaba supermotivada.
Manzanares El Real es un sitio muy turístico no solo por su castillo, sino porque está en pleno Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, muy cerca de La Pedriza. Pero coincidió que fuimos un día de invierno lluvioso, así que pudimos disfrutar del castillo y el pueblo sin aglomeraciones.
Lo primero, por supuesto, fue la visita al castillo de los Mendoza. No es el primer castillo que se construía en la zona, había ya uno, del que quedan solo los cimientos porque usaron sus piedras para la nueva construcción, que desde luego es espectacular. En el centro de interpretación del museo se explica el origen del castillo y sus distintas etapas, se habla de su figura clave, don Íñigo López de Mendoza, y se puede ver cómo vivían visitando las distintas estancias.
Castillo de Manzanares El Real y vistas desde el mismo
Castillo de Manzanares El Real y vistas desde el mismo

Luego nos fuimos a tomar algo antes de pasar por la Oficina de Información Turística, donde nos comentaron que la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves estaba cerrada, pero que podíamos ver el puente viejo y las ruinas del primer castillo. Así lo hicimos antes de comer en la Plaza del Pueblo, en un restaurante llamado La Reunión, donde estaba todo delicioso salvo el postre, unas torrijas bastante secas.
Bajamos la comida paseando hasta el mirador del estanque de Santillana, aunque la niebla y la sequía deslucían un poco las vistas. Y con esto finalizamos la visita.

martes, 1 de marzo de 2022

Relato: Una oferta para Bigfoot

Hoy tocaba hacer un relato que combinara Bigfoot, el Hada de los Dientes y un cabrero. Lo mezclo con otras consignas de otro reto en el que había que meter las palabras planeta, lágrima y camaleón.

Una oferta para Bigfoot

Bigfoot estaba harto de no poder pasear por sus montañas para evitar a esos estúpidos humanos obsesionados con encontrarle. Por eso, cada vez que iba a las reuniones de criaturas ocultas, no paraba de quejarse.
-Oh, por favor, déjalo ya, todas las décadas con la misma monserga -se quejó el Hada de los Dientes.
-Qué fácil para ti decirlo. Te puedes pasear por cualquier lugar del planeta, tan chiquitita y con tus poderes de camaleón.
-No te quejes tanto, tú al menos no pierdes tu fortuna a cambio de los dientes de unos humanos desagradecidos -suspiró el hada. Una lágrima solitaria rodó por su mejilla.
-Fuiste tú quien empezó a dar su dinero a cambio de dientes, ¿a santo de qué te quejas ahora?
-Quería construir un palacio con ellos, son un estupendo cemento y el esmalte le daba un brillo especial. Pero hace años que acabé de construir mi residencia, y mi casita de verano, y ya no sé qué hacer con tanto diente. Hasta mis muebles están hechos con dientes, ¡estoy harta! Es una sangría.
-No te gastas menos de lo que ganas con los derechos de imagen de todas las películas y cuentos que hacen sobre ti, ¡no te quejes! -Bigfoot empezaba a enfadarse, ¿qué derecho tenía ella de quejarse, si tenía total libertad para ir donde quisiera?
-¡Tú también ganas mucho dinero gracias a derechos de imagen, simio gigante! -le reprochó ella.
-Pero ahí está la clave, yo no quiero dinero ni puedo gastarlo porque, en cuanto hago el intento de salir al exterior, los humanos me persiguen. ¡Cambiaría todo mi dinero por poder dar un paseo tranquilo!
El Hada de los Dientes tuvo entonces una idea genial y maravillosa, con la que recuperaría parte de la fortuna que perdía por culpa de los dientes. Así pues, abandonó la reunión e hizo gestiones con sus abogados para comprar una de esas cientos de islas sin atractivo ni interés que hay por el mundo. Encontró una baratísima, pura roca desnuda con cuatro plantas que rumiaban unas cuantas cabras, con la única compañía de un cabrero. Se deshizo del humano ofreciéndole más dinero del que nunca habría soñado, pero que para ella suponía una ínfima parte de su fortuna, y corrió al escondite de Bigfoot, al que le describió la isla que acababa de comprar.
-¡Es perfecta! ¿Cuánto te ha costado? ¡Te la compro!
-No podrías pagarla ni con toda tu fortuna -dijo ella, con avidez.
-Te daré todo mi dinero y te cederé todo lo que gane a partir de ahora gracias a mis derechos de imagen -le propuso el monstruo.
El hada aceptó el trato y se marchó, muy segura de que había salido ganando. Aunque, en realidad, quien habría ganado era Bigfoot, que ahora era pobre, sí, pero tenía su isla, sus cabras y toda la felicidad que podía desear, mientras que ella nunca tendría suficiente dinero ni posesiones materiales para sentirse feliz.

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