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sábado, 25 de junio de 2022

Viaje a Grecia 4: Termópilas, Delfos y Arachova

Los días anteriores del viaje a Grecia...

Día 1: Atenas por libre

Las Termópilas

Tocaba dar la vuelta y volver a bajar todo lo que habíamos subido el día anterior. Bueno, quizás no tanto, pero mucho sí que desandamos el camino. Desde luego, fue otra mañana metida en un autobús, con una breve parada en las Termópilas, donde se produjo la famosa batalla. 
Nada tiene que ver lo que hay ahora con lo que hubo en ese momento, porque el mar ha retrocedido 10 km, así que ya no se ve el famoso desfiladero en el que Leónidas se resistió a los persas. En el sitio hay una estatua que queda muy lejos del rigor histórico, aunque sí podemos disfrutar de unas vistas espectaculares.
También nos detuvimos brevemente hacer una foto el mirador muy chulo donde se veía el pueblo en el que dormiríamos. Pero eso fue todo hasta la hora de la comida.
Estatuas de las Termópilas y Arachova
Estatuas de las Termópilas y vistas de Arachova

Delfos

Luego, llegó la esperada visita a Delfos, un lugar que marcó la historia antigua. Aunque solo fuera por el enclave, merecería la pena ir a verlo, pero es que además el sitio es espectacular. Tiene una historia alucinante, y es maravilloso lo que ha llegado a nuestros días. Y eso que ha llegado poco, pero está recogido en el museo, que fue lo primero que vimos antes de ir al recinto arqueológico.
En Delfos también hay muchas cuestas: asúmelo: en Grecia tendrás que poner a prueba tu resistencia, y más si te llevan a todos los recintos arqueológicos justo después de comer y con 35 grados.
En el recinto arqueológico, además de ver el Tesoro de Atenas o la piedra donde estaba la sibila (cuyo trance no era nada divino, sino que tenía su origen en los gases que emanaban del suelo) y el templo de Apolo, subimos al teatro y al estadio, un trayecto agotador pero que merecía la pena.

Construcciones del recinto arqueológico de Delfos
Construcciones del recinto arqueológico de Delfos: Tesoro de Atenas, teatro, columnas de uno de los templos
Explorando Arachova

Acabada la visita fuimos al hotel y tuvimos casi toda la tarde de tiempo libre. Debería haber descansado un poco, pero tenía que huir de la señora mayor pesada mientras todavía estuviera a tiempo (todavía no le había pedido amablemente que se callara y me dejara en paz, y patrullaba el hall del hotel para esperarme, así que aproveché un descuido suyo para, literalmente, salir corriendo). 
Este pueblo sí que es más auténtico y bonito. Soy un tanto imprudente y subí unas escaleras interminables hasta una iglesia chula, Agyos Georgios, a pesar de que mis músculos ya estaban resentidos por la visita a Delfos. También visite la torre del reloj y otra iglesia que está cerca (la de la Asunción de la Virgen María) antes de darme por vencida y marcharme a cenar. 
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martes, 21 de junio de 2022

Relato: Un dragón en la oscuridad

Hoy tocaba un relato con las portadas prediseñadas que preparé, pero también cuadraba con el reto: "Un relato con Medalla, dragón y silencio".

 Un dragón en la oscuridad

Brontak había engañado a todos. Al volver de las islas Kulitíes tras haberse iniciado en los misterios de la brujería, había temido que alguien se diera cuenta de que ahora era practicante de magia negra. No obstante, nadie había percibido más que al hermano del rey volviendo de sus exóticos viajes. Su coartada por la tardanza y por volver en otro barco, plagada de piratas y de actos heroicos, incluso le habían granjeado una medalla.
Sin embargo, no podía desarrollar sus nuevas habilidades, ni contactar con su nuevo señor, en Diltan. De intentarlo, los magos detectarían su magia pronto y sospecharían, así que debía ir al bosque o al desierto para practicarla, ya que estaban tan cargados de magia que sus hechizos no llamarían la atención y, además, tenían la ventaja añadida de no estar plagados de barreras contra la magia negra, como el resto del país.
En el desierto, además, sería fácil contactar con otros brujos ocultos en el país, ya que solo podían internarse en él gracias a la ingeniosa red de oasis artificiales que habían ido creando, a lo largo de los siglos, a escondidas de los magos. Allí fue donde se dirigió, por tanto, y fue dejando sus mensajes en cada oasis que encontró.
El silencio del desierto tenía algo atrayente, así que se internó cada vez más, a pesar de que los oasis estaban cada vez más distanciados entre sí. Nadie se molestaba en desperdiciar su magia en mantener los más lejanos, ya que no hacía falta internarse tanto para practicar las artes ocultas sin que las percibieran los magos. No obstante, Brontak sí que lo hizo y decidió, en previsión de futuro, crear su propio oasis particular en un punto aún más remoto.
No obstante, cuando se hubo internado lo suficiente en el desierto, decidió hacer un escrutinio hacia la lejanía antes de empezar la construcción de su oasis y percibió a un dragón en la oscuridad del cielo. Brontak hizo lo posible para que no le viera, inseguro. Nunca pensó que quedaran dragones; había muchas historias sobre gente que los cazaba y conseguía numerosos dones, pero era apenas un principiante y temía no poder enfrentarse a esa criatura. 
Así pues, retrocedió y contactó con su señor para informarle de su hallazgo, con la esperanza de que le orientara para matar a la bestia. Su señor, sin embargo, respondió a sus ruegos con toda clase de insultos y calificativos despreciables, haciéndole saber que no solo no sería rival para el dragón, sino que además sería castigado por él mismo si se atrevía a molestarlo. Le ordenó también que no volviera a internarse tanto en el desierto y que se dejara de tonterías para centrarse en su misión: acaparar poder hasta tener el suficiente para derrocar a su hermano y hacerse con Diltania por completo.
Brontak bajó la cabeza y cumplió sus órdenes, pero se prometió a sí mismo que, cuando fuera rey y las barreras contra la magia hubieran caído, volvería al desierto a matar al dragón. Si las historias eran ciertas, eso le haría poderoso, lo suficiente como para matar a ese estúpido lich al que había jurado lealtad a cambio de su poder y su apoyo para convertirle en rey.

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sábado, 18 de junio de 2022

Viaje a Grecia 3: Meteora

Los días anteriores del viaje a Grecia...

Día 1: Atenas por libre
El tercer día había que asumir que era toda la mañana en el autobús. Literalmente porque, salvo por una parada técnica, no nos detuvimos hasta el restaurante en la hora de la comida. 
No estaba muy motivada, la verdad, porque yo me fui a Grecia a ver ruinas antiguas y los lugares de la cultura clásica, no monasterios. Pero la verdad es que el sitio me encantó. Ya desde el restaurante, que estaba bastante bien, tuvimos unas vistas que eran un buen anticipo de lo que íbamos a encontrar: un paisaje casi de cuento.

Monasterios de Agyós Varlan y Agyós Estéfano en Meteora.

Monasterios de Agyós Varlan y Agyós Estéfano en Meteora.
Monasterios de Agyós Varlan y Agyós Estéfano en Meteora.
Las formaciones rocosas de Meteora son todo un espectáculo, y los monasterios están siempre en su cima, muy inaccesibles y al filo del acantilado. 
Visitamos dos de ellos: Agyos Varlan (de monjes) y Agyos Estéfano (de monjas). Y aquí toca dar un consejo a las mujeres viajeras, porque en ambos te hacen llevar una falda o algo que parezca una falda (yo use mi fular). Si no la tienes, debes comprarla en el primero (es feísima), en el segundo te la prestan.
A nivel arquitectónico, me gustó más Agyós Varlan, pero Agyós Estéfano es muy cuco. Las vistas de cada uno no pueden ser más distintas: el primero da a las rocas (aunque hay que subir unas cuantas escaleras para llegar) y el segundo a la llanura (es más accesible). 
Ambos tienen un pequeño museo y, en Agyós Varlan, hay también un curioso barril de cerveza de 12000 litros. En ese monasterio, por cierto, el baño es un agujero en el suelo, así que mejor no entrar salvo fuerza mayor. No me atreví a buscar el baño en el otro.
Aparte de los monasterios, nuestro conductor tuvo el detalle de parar en una zona complicada para que accediéramos a un mirador desde el que se ven cinco monasterios diferentes en ese entorno privilegiado. Había que hacer un poco la cabra para llegar a las mejores vistas pero merecía la pena.

Cuatro de los monasterios de Meteora desde el mirador
Cuatro de los monasterios de Meteora desde el mirador
Explorando Kalambaka

Antes de ir al hotel, también visitamos un taller en el que se fabrican iconos y nos explicaron cómo se hacen (también tenían tienda de souvenirs, de ahí el negocio).
El hotel estaba en Kalambaka y todavía quedaba tiempo libre antes de la cena, así que fui a explorar el pueblo. Es un poquito decepcionante porque no tiene nada (típico pueblo que ha surgido gracias al turismo de senderistas y visitantes de los monasterios pero que ha crecido sin ningún encanto) y está poco animado, aunque hay un par de iglesias que no están mal y tampoco pasamos mucho tiempo ahí. 

El resto del viaje a Grecia...

Sobre el hotel Antoniadis

Algo mejor que los de Atenas, pero sigue sin tener la categoría de estrellas que dice que tienen. Yo le pondría tres como mucho, aunque no estaba del todo mal.
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martes, 14 de junio de 2022

Relato: La mantis

Hoy tocaba escribir un relato con la consigna "Haz una historia en la que la antagonista sea una mantis religiosa." No tenía muy claro cómo plantearlo, pero documentándome un poco me encontré con que esos bichos pueden comer desde ranas, lagartos, tritones y salamandras hasta musarañas, ratones, serpientes, tortugas de caparazón blando e incluso algún murciélago pequeño. 

 La mantis

Los habitantes del estanque estaban aterrorizados. La mantis religiosa había empezado matando un colibrí, lo que a nadie le preocupó especialmente, porque era bastante tonto. Pero luego apareció un largarto muerto, después una tortuga y finalmente devoró el cerebro de un ratón. Todo eso indicaba que la mantis no solo estaba descontrolada, sino que no le hacía ascos a ninguna especie, lo que significaba que nadie estaba a salvo.
Tras hablarlo en asamblea, los animales del estanque decidieron pedir ayuda a los murciélagos, que mandaron a uno de los suyos a comerse a la mantis. No obstante, aunque pareciera increíble, ella pareció detectarle y cambió su trayectoria de vuelo en el último momento. Luego, se las arregló para colarse entre los murciélagos mientras dormían para devorar a uno de los más pequeños como venganza.
Entonces los murciélagos también se tomaron en serio la amenaza y se pusieron en pie de guerra. No obstante, como no podían enfrentarse a ella solos, porque parecía tener un sexto sentido para detectarles, pidieron la colaboración del resto del estanque. 
La mantis, acostumbrada a sembrar el caos y el terror entre los animales pequeños, no supo muy bien cómo reaccionar cuando un grupo numeroso fue a por ella buscando venganza. Entonces, entró en pánico y salió huyendo, momento que aprovecharon los murciélagos para atacar: estaba demasiado distraída con los que la asediaban desde el suelo para mirar hacia arriba. 
Los habitantes del estanque celebraron durante días esa victoria y, desde ese momento, se unieron siempre para enfrentarse con las amenazas que llegaran a su hogar. Pero entonces llegó el hombre y esa extraña colaboración entre animales tan distintos para expulsarle no solo no logró espantarle, sino que despertó su curiosidad. Y la vida del estanque cambió para siempre.

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domingo, 12 de junio de 2022

Viaje a Grecia: la Acrópolis de Atenas y Cabo Sounion

Los días anteriores del viaje a Grecia...

La Acrópolis de Atenas

Estuvimos un rato largo esperando el autobús porque el tráfico es horrible (dicen de los italianos, pero los griegos no se quedan atrás a la hora de conducir fatal, y cruzar una acera se convierte en una actividad de riesgo). Pero bueno, el autobús llegó y por fin pude poner mis pies en la cuna de nuestra civilización: la Acrópolis. Es una preciosa subida rodeada de olivos y desde arriba se domina la ciudad, con unas vistas preciosas. 
Lo primero que se ve es el Odeón de Herodes Ático (más grande y mejor conservado que el teatro de Dionisio, que se ve desde arriba, aunque de época romana), tras lo cual pasas por la puerta de Propileos, una zona muy estrecha en la que no te dejan detenerte (pero la gente se para, claro, y se forman tapones peligrosos, porque además las piedras son resbaladizas).
Arriba del todo está el plato fuerte, claro, con el templo de Atenea, el Erecteion… Echamos un buen rato, aunque nuestra guía local dijo un par de burradas que a los que estuvieran un poco enterados sobre historia antigua les debieron dejar como a mí: conteniendo las carcajadas.

Acrópolis de Atenas: templo de Atenea, Erecteion, vistas de Atenas
Acrópolis de Atenas: templo de Atenea, Erecteion, vistas de Atenas
Panorámica de Atenas y demás

Tuvimos algo de tiempo libre arriba antes de emprender el regreso al autobús para hacer una visita panorámica por la ciudad. Más allá de la Acrópolis, aparte del templo romano casi derrumbado por completo, Atenas no tiene apenas puntos de interés y casi todos son recientes.
Lo triste es que había tanto tráfico que ni siquiera pudimos ver la tríada ateniense con la guía local si queríamos comer... Así que nos la saltamos.
Comimos en la zona donde estuve paseando el día anterior y nos dejaron un poco de tiempo libre, aunque poco margen teníamos más allá de comprar souvenirs, antes de ir a la excursión opcional del cabo Sounion. 

Excursión a Cabo Sounion

Cabo Sounion está a bastante distancia de Atenas, pero el paisaje para llegar es espectacular y, además, el sitio es precioso y tiene una energía especial. Lo usaban para divisar a los barcos que se acercaban a Atenas (es donde ocurre la leyenda de Egeo y su suicidio al ver las velas negras y pensar que Teseo había muerto) y el templo de Poseidón domina lo alto del acantilado. La verdad, aunque haya bastante gente, casi te sientes como el amo del mundo. 
Lord Byron, por cierto, graffiteó su firma en una de las columnas: buscarla es una de las atracciones del lugar. A mí me costó mucho, pero por fin la encontramos (no en la parte donde busqué inicialmente, pero la encontramos).
Luego esperamos en una terraza a que llegara la hora de volver, aunque no me tomé nada porque algo de la comida me sentó mal y estaba un poco revuelta. 

Templo de Poseidón y vistas desde el Cabo Sounion
La firma de Byron, Templo de Poseidón y vistas desde el Cabo Sounion
Sobre gente que viaja sola pero no sabe estar sola

Ya desde que esperábamos el autobús me pilló por banda otra viajera que iba sola. Era una señora muy mayor que parecía encantadora, pero hablaba una mezcla de tailandés, gallego y español: nadie la entendía y hablaba a toda velocidad, aunque de todas formas no tenía nada interesante que decir: todo era cháchara insustancial que iba desde la cantidad de farmacias hasta la tasa de natalidad y lo que se había comprado. 
Esa clase de viajeros solitarios que no saben estar solos son un verdadero lastre para todos los demás viajeros del tour porque tienen tendencia a imponer su presencia a quienes se convierten en su objetivo. Como no entienden que estar solo y sentirse solo no son sinónimos, deducen que el resto de los viajeros solitarios se sienten igual y nos fijan como objetivo. 
Es triste, pero esa gente lo que necesita es un psicólogo, no un viaje. A mí me daba pena, pero hace tiempo decidí que no iba a dejar que la pena por un viajero solitario me amargue el viaje. La experiencia de la acosadora en Rusia tuvo mucho que ver con esa decisión, además, que alguien pretenda apoderarse de esos momentos de reconexión conmigo misma, solo para no quedarse solo, me parece una falta de respeto por su parte. Así que, en cuanto veo que alguien se pone muy pesado, le pido amablemente que me deje en paz, que es lo que hice con esa señora: un día se pegó a mí como una lapa y se puso a hablar a toda velocidad, hasta que perdí la paciencia y le dije: "Por favor, ¿puedes callarte?". Desde ese momento, dejó de molestarme... y fijó su atención en otros viajeros, que tampoco recibieron muy bien su intromisión.  

Los días siguientes del viaje a Grecia...

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martes, 7 de junio de 2022

Relato: Un extraño parecido

Nuevo lanzamiento de dados:

Un extraño parecido

dados con los que hice el relato Un extraño parecido
Solo había robado un par de manzanas del puesto de fruta, pero le perseguía toda la guardia, como si no tuvieran otra cosas que hacer que cazar a un ladronzuelo corriente mientras el Gremio de Asesinos se dedicaba a sembrar el caos por media ciudad. Ali, debilitado por el hambre, no tenía ninguna posibilidad contra esos soldados entrenados y bien alimentados, así que, sabiendo lo que le esperaba en las mazmorras, saltó al río. 
La corriente era fuerte y nadó desesperado, esquivando rocas, hasta que el río se unió al otro que rodeaba la ciudad y, en ese nuevo cauce más grande, las aguas se calmaron. Solo entonces Ali se relajó y decidió dejarse llevar un poco más por la corriente hasta alejarse de la ciudad lo suficiente.
La relajación le duró poco, porque vio por el rabillo del ojo a los soldados, que no habían abandonado la persecución. Malo era que le siguieran tantos por tan poca cosa; que abandonaran la ciudad en su busca era aún más preocupante. Por eso, nadó hacia la orilla contraria con la esperanza de perderse en el bosque antes de que pudieran dar la vuelta.
Ellos ya habían anticipado ese movimiento y apenas había dado unos pasos cuando un guardia de élite salió de la nada y le agarró por la camisa. Ali no se resistió, sabía que si lo hacía sería mucho peor, así que les acompañó resignado de vuelta a la ciudad, donde le llevaron a palacio.
Allí le explicaron que tenía un extraño parecido con uno de los príncipes de la ciudad, al que se había asesinado en secreto hacía unos meses. Ahora, su facción buscaba venganza y, para evitar el desastre, debía hacerse pasar por el príncipe desaparecido y seguir sus instrucciones.
De nada sirvieron las protestas de Ali, que se enfrentaba a la muerte si no accedía al encargo, así que pronto comenzaron las clases que le convertirían en un noble. Mientras le enseñaban lo que ya sabía, Ali, que ya había sobrevivido a un intento de asesinato, consideró sus opciones. Iba a ocupar su antigua posición fingiendo que fingía ser él mismo, y sabía de buena tinta que le eliminarían en cuanto cumpliera con su cometido. Así pues, debía ser muy cuidadoso mientras se ganaba la confianza de su propia gente y, aprovechando el engaño, les ayudaba a derrocar al tirano de una vez por todas.

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sábado, 4 de junio de 2022

Viaje a Grecia: primeros pasos por Atenas

Hacía mucho tiempo que planeaba este viaje y, aunque de haberlo sabido habría acabado en Egipto, no me disgustaba para nada el plan. Me cambiaron el avión a uno que salía a las 9, 2 horas antes de lo previsto, lo cual obligaba a madrugar, pero en contrapartida llegabas con mucho tiempo para disfrutar de la ciudad a tu bola. Para comer, un bocata porque, aunque decían que aterrizábamos a eso de las 2 hora local, ya sabemos que entre que esperas a los demás y te llevan al hotel se te echa por lo menos una hora o dos encima. Las caras hambrientas del resto de la gente del grupo me indicaron que tomé la decisión correcta.
Me llevé una sorpresa cuando descubrí que al final no me alojaba en el hotel que me habían dicho, pero fue una grata sorpresa porque estaba mucho más cerca del centro histórico y además me obligaba madrugar menos… al menos, el primer día. En la vuelta a Atenas nos volvieron a cambiar de hotel, y también era céntrico y con buenas vistas.
Lo primero que hice nada más llegar al hotel fue subir a la terraza, que tiene una vista panorámica de la Acrópolis. Luego hice una parada de aprovisionamiento en un supermercado, volví al hotel para dejarlo todo y ya salí para el centro.
Panorámicas de la Acrópolis
Google me mandó por sitios muy turbios, de esos que te hacen temer por tu integridad o por lo menos por la integridad de tus bienes. Ni una sola mujer en las calles, ni en las tiendas, y casi todos los hombres con los que me cruzaba, dependientes incluidos, parecían sacados de una película de mafiosos. Además las calles eran estrechas y estaban muy mal conservadas, lo que hizo que me diera un hostión de campeonato al resbalar por una acera que estaba completamente limpia pero tan pulida que era casi imposible andar sin caerse. El tipo al que intentaba esquivar haciendo el quiebro, con pintas de quinqui, se lanzó sobre mí para ayudarme: iba con buenas intenciones, pero me dio un buen susto.
Más adelante nos enteraríamos que casi toda la ciudad es así, y que está plagadísima de carteristas. Aunque si vas por las calles anchas (las pocas que hay) no da tanto miedo.
Por suerte, la aventura acabó bien y de pronto me encontré en el paraíso de los amantes de Alicia del País de las Maravillas. Un sitio al que tuve intención de volver pero que no llegué a encontrar a la vuelta.
Paraíso de los amantes de Alicia en el país de las Maravillas y biblioteca
Paraíso de los amantes de Alicia en el país de las Maravillas y biblioteca
Un poco más allá, estaba ya el Ágora y las vistas de la Acrópolis; di bastantes vueltas por esa zona. Es la que mejor conservada está, y no se puede decir que esté bien conservada. La ciudad tiene el encanto de los años 90, con puestos callejeros, tiendas de barrio… por desgracia, la última restauración como mínimo fue de esa fecha. Solo me hostié una vez de milagro.
Pero bueno, es una zona bonita para pasear y encuentras muchas cosas de interés. A todo esto, allá donde vayas encuentras uno de esos amuletos de ojos azules mirándote fijamente, así que me compré uno, para tenerlo de mi parte y que me proteja del mal de ojo.
Luego volví al hotel para cenar (restaurante buffet de batalla: variado pero grasiento e insípido, en general), subí a la azotea para ver la Acrópolis iluminada y me fui a descansar porque al día siguiente nos esperaba la subida a ese maravilloso monumento. 

Los días siguientes del viaje a Grecia...

 El último día del viaje a Grecia: la Tríada Ateniense y el aeropuerto griego

El último día era perdido. Solo salí un ratito para ver la Tríada ateniense, unos bonitos edificios (Biblioteca, Academia y Universidad), antes de empezar la odisea del aeropuerto. Porque menuda odisea… Más de dos horas esperando la facturación, con una sola persona metiendo los datos manualmente en una interfaz del siglo pasado… No sé procesó a todos los pasajeros a tiempo, obvio, y encima me obligaron a facturar la maleta de mano, así que, además de salir el vuelo con muchísimo retraso, me tocó esperar a que llegara.

Sobre el hotel Candia

Pone que son cuatro estrellas, yo le daría dos o tres como mucho. Un poco cutre, pero las camas eran cómodas y al menos descansé. Pedazo de azotea con vistas a la Acrópolis, y buena ubicación.

Sobre el hotel Novus

 Tenía mejor pinta, pero sin duda era mucho peor porque está frente a un semáforo en una carretera transitada. Las almohadas, además, eran duras como piedras y no descansé nada. Pedazo de azotea con vistas a la Acrópolis, y buena ubicación siempre que des un pequeño rodeo y no vayas por la calle del hotel, sino por la paralela. El bufé de desayuno, eso sí, fue el más decente de todos los del viaje.

Sobre Oionos Café Bar

Un restaurante cerca de la parte baja de la Acrópolis. La comida no es espectacular, aunque tampoco es mala, y el trato es agradable.
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