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miércoles, 24 de julio de 2024

Relato: El mes en el tipi

Un nuevo lanzamiento de dados, esta vez me he ido a un género más realista, que me hacía falta un cambio.
 

El mes en el tipi

En un arrebato, Tiago prometió pasar un mes fuera de su zona de confort, siempre que estuviera disponible y pudiera permitírselo. Nunca pensó que su amigo Vini se lo tomaría en serio y rebuscaría en internet hasta dar con esa experiencia en un tipi indio.
Vale que tenía que desintoxicarse digitalmente y también de otras sustancias. Últimamente, cuando no estaba enganchado a su teléfono, se fumaba algún que otro porro porque necesitaba desconectar de su horrible trabajo y del vacío de su vida. El mareo que le proporcionaba la droga era muy agradable, aunque era posible que le estuviera hundiendo más. Pero quizás un cambio de vida tan drástico, y por tanto tiempo, no era la solución. Él era un urbanita, por el amor de Dios. ¿Qué pintaba en un camping en medio de ninguna parte, viviendo como un indio?
Sin embargo, había hecho una promesa y su palabra era sagrada, así que claudicó, hizo el pago y se dispuso a pasar su mes de vacaciones acampado como un indio. Eso sí, arrastró con él a Vini, que para eso le había metido en ese lío. Aunque fue una mala idea, porque este agarró todos los aparatos tecnológicos y los encerró en una caja con candado cuya llave solo tenía él, con la excusa de que no saldría del todo de su zona de confort si se pasaba el día conectado.
Para su sorpresa, el tipi estaba bastante bien equipado y tenía todas las comodidades, pero eso era lo de menos: había demasiado tiempo libre y, sin aparatos con los que matar el rato, eso dejaba demasiadas horas con el vacío amenazando con tragarle. Tiago se resignó a pasar largas horas aburriéndose con su amigo, pero Vini no tardó en ponerse firme. Estar juntos todo el día también implicaba que no saldría de su zona de confort, así que no tardó en salir a explorar, dejándole tirado en el tipi.
Tiago, que había conseguido esconder de la vigilancia de su amigo un par de porros, se quedó allí el resto del día, intercalando caladas con largas siestas hasta la noche. Entonces, Vini volvió con cara satisfecha, respondió a sus gruñidos con una sonrisa y le dijo que tarde o temprano tendría que salir, aunque fuera para comer. Luego, se echó en el colchón y se quedó frito. 
A la mañana siguiente, cuando Tiago se despertó, no había rastro de su amigo, ni del coche. Se le habían acabado las provisiones y no podía soportar otro día en la soledad del tipi sin la ayuda de los porros, así que no le quedó más remedio que acercarse con timidez a los demás ocupantes de ese extraño camping.
Se sentía extraño y fuera de lugar, echaba de menos su teléfono y necesitaba desesperadamente un porro, pero poco a poco fue sintiéndose un poco menos desubicado. Aun así, cuando Vini hizo acto de presencia por la noche, también le gruñó y no paró de protestar, una dinámica que se repitió unos cuantos días, hasta que Tiago volvió al tipi y se dio cuenta de que, en realidad, se lo había pasado bien ese día y la gente que estaba conociendo le caía bien.
Entonces, puso todo su empeño en compartir esos buenos momentos con Vini, que se dejó convencer con facilidad una vez que se dio cuenta de que Tiago no había cambiado de táctica al ver que los gruñidos no le funcionaban, sino que lo que había cambiado era la actitud de su amigo.
Desde entonces, el mes pasó volando: conocieron a mucha gente nueva, probaron comida diferente, exploraron los alrededores y se divirtieron con planes sencillos pero interesantes. Por eso, cuando se despidieron de todos y Vini abrió la caja con los teléfonos y las tabletas, Tiago se sintió apenado. Encender el móvil era casi como volver a su vida vacía, y dudó al hacerlo.
-No lo has necesitado y no lo necesitas. Pero que vuelvas a encenderlo no hará que vuelva el vacío. Volver a los viejos hábitos es lo que lo hará -le dijo Vini.
Tiago sonrió, encendió el teléfono y desinstaló todas las aplicaciones salvo las imprescindibles. Luego volvió al trabajo, pero solo temporalmente, hasta que encontrara otro que le llenara más. Y Vini y él siguieron en contacto con el resto de campistas, montando escapadas con ellos o aventuras en solitario.
No volvió a darse la casualidad de que acabaran alojados en un tipi, pero Tiago colgó un cuadro de uno en casa, para recordar siempre que, si el vacío lo amenazaba, un cambio y un buen amigo eran capaces de desterrarlo para siempre.
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miércoles, 17 de julio de 2024

Escapada en el Tren de la Cerámica a Talavera de la Reina

Surgió la oportunidad de volver a reservar este tren, que no pudimos hacer el año pasado porque se acabaron las plazas, así que nos apuntamos sin pensárnoslo dos veces.
Talavera de la Reina es una ciudad famosa por sus cerámicas, y esa es la temática principal de ese tren y de muchos elementos que encontramos en la ciudad. Hay que señalar, sin embargo, que la mayor parte de la cerámica que encontramos en sus calles es relativamente moderna, lo cual no le quita interés.
Empezamos la ruta en un taller de cerámica donde nos explicaron no solo las complejidades del oficio (un proceso que tiene mucho trabajo detrás) sino también las dificultades económicas que ha sufrido el sector desde la crisis de 2008, que se ha llevado por delante buena parte de esta industria. Tienen un pequeño museo sobre el negocio y, por supuesto tienda.
Después nos llevaron a la Basílica de Nuestra Señora del Prado, a la que llaman "capilla sixtina de la cerámica" y "reina de las ermitas", aunque quizás es un tanto exagerado. La verdad es que es muy bonita por dentro, pero no pude detenerme mucho a hacer fotos y verla con tranquilidad porque había una boda y daba palo molestar.
Talavera de la Reina
Seguimos el recorrido por los Jardines del Prado, donde hay muchas cerámicas y puntos destacados, hasta llegar cerca de la oficina de turismo, que sería nuestro punto de encuentro para la tarde. Teníamos mucho tiempo libre y la verdad es que la ciudad es bastante plana y accesible, así que en ese rato nos dio tiempo a ver todos los puentes, la muralla, la Plaza del Pan con la preciosa Colegial de Santa María La Mayor, los teatros, el convento de las Carmelitas Descalzas y el de San Benito...
Pasaríamos por algunos de esos puntos cuando retomamos el tour por la tarde y conocimos la historia de la ciudad. Además, hicimos la visita al Museo de Cerámica Ruiz de Luna, que tiene piezas espectaculares y está en un edificio histórico muy chulo, y al Museo Etnográfico, que habla sobre todo de cerámica, sombrerería y agricultura. También subimos a un torreón de la muralla y nos fueron explicando algunos de los murales de cerámica más destacados, que son realmente llamativos, así que el día fue completo y solo tuvo una pega: el autobús nos llevó a la estación una hora antes de salir el tren.
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miércoles, 10 de julio de 2024

Relato: Las batallitas de la momia

Escribe una historia en la que el protagonista es un cadáver que habla, pero no se puede mover.

Las batallitas de la momia

El nigromante estaba buscando los secretos de mis ancestros, así que vino al museo y me trajo de vuelta al mundo de los vivos para obligarme a contárselos. Solo me dejó abrir la boca, no fuera que le atacara o intentara escapar, y me interrogó durante largas horas hasta que el guarda de seguridad decidió pasar por aquí y él escapó, dejándome así, atrapado.
Pronto tuve a un equipo de científicos intentando decidir qué hacer conmigo. Primero pensaron en hacerme todo tipo de pruebas, pero se arriesgaban a destruirme y se dieron cuenta de que yo era una mina de información que les ayudaría a comprender todo aquello de lo que los restos de mi civilización no han dejado constancia.
Me enseñaban objetos y les decía para qué servían, me reía cuando me contaban algunas de las cosas que habían deducido erróneamente, les señalaba puntos en los mapas y les contaba mi vida y mis batallitas. Todo un poco adornado, sí, pero ¿acaso no es lo mismo que hacían y siguen haciendo los ancianos cuando narran su historia? 
Me encantaba hablar con ellos, que me enseñaran cómo era ahora el mundo. Había muchas cosas que no me gustaban y hubiera preferido no saber, pero aceptaba cada píldora de información que me daban agradecido, no fuera que dejaran de contarme más. Y es que necesitaba charlar; las largas horas en las que estaban durmiendo, o de vacaciones, me desesperaban.
Poco a poco, me empecé a quedar sin historias y notaba cómo se iban cansando de hablarme del mundo. Cada vez aparecían menos por el almacén, así que, desesperado por mantener su atención, acabé por contarles algunas de las cosas que el nigromante quería saber. 
Con el almacén repleto de momias, ellos pensaron que para qué tener una sola mina de información si podían tener cientos. Así que buscaron al nigromante y le ofrecieron un canje: los secretos de mis ancestros a cambio de reanimar a más de los míos.
Aceptó el trato, por supuesto, y reanimó a muchos a cambio de esa información. Cuando la tuvo, ya no necesitó ni a los científicos ni a las momias, así que a ellos les mató y a nosotros nos dejó aquí, abandonados, mientras usaba su nuevo poder para someter a los mortales a su dominio. 
Me siento mal por haber sido tan bocazas, pero estoy muerto e inmovilizado, y me sentía solo. Por otro lado, fueron ellos quienes decidieron tomar esa decisión tan estúpida y desagradecida a pesar de mis advertencias. Pensándolo bien, qué más da que se destruya este extraño mundo moderno; guardaba el secreto para proteger lo que amaba, y todo cuanto amaba hace milenios que desapareció. Además, en el fondo me vino bien. Ahora ya tengo con quién hablar a todas horas.
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miércoles, 3 de julio de 2024

Escapada a Berlanga del Duero

Soria está ya en el límite de lo tolerable de distancia para las escapadas desde Madrid. No obstante, tiene auténticos tesoros que explorar y mucha historia. 
La idea inicial era madrugar y visitar varios pueblos, pero finalmente solo acabamos viendo bien Berlanga del Duero, porque tiene suficientes cosas interesantes y mucho en lo que detenerse. 
Al llegar, encontramos la colegiata cerrada, así que nos fuimos al centro de atención turística en el Palacio de los marqueses de Berlanga, en la Plaza del Mercado, que es también en la entrada a la subida al castillo y al torreón.
Esto es gratis. A lo largo de la subida al castillo hay varias paradas con yacimientos interesantes, aunque el castillo en sí mismo no tiene un centro de interpretación en su interior ni nada parecido. Es una buena subida. En cuanto al torreón, aparte de las vistas se puede ver un vídeo explicando todo el conjunto.
Panorámica del castillo, la colegiata y el pueblo Berlanga del Duero
 Después nos habían recomendado que fuéramos a la capilla de San Baudelio de Berlanga lo primero, porque es lo que cierra antes, así que cogimos el coche hasta allí. Es una auténtica maravilla que por desgracia fue expoliada, como tantas otras cosas en este país. 
La siguiente parada fue, esta vez sí, la Colegiata Santa María del Mercado. Parece ser que hay visitas guiadas, pero nosotros no llegamos en el horario y la vimos por libre hasta de que nos avisaron de que se iba a cerrar. El chico fue muy amable y nos hizo una explicación rápida antes de que nos fuéramos, iluminando las zonas más destacadas. Es increíble lo que tienen ahí dentro: obras de arte del más alto nivel.
Después dimos una vuelta por el pueblo, que además de la plaza mayor tiene algunos palacetes interesantes. Para cuando acabamos, ya era tarde hasta para la hora de comer, así que fuimos al restaurante que habíamos reservado en Burgo de Osma, La dehesa de Osma, que tiene una comida espectacular. 
Cuando quisimos salir del restaurante, ya era tarde y decidimos marcharnos a Madrid a intentar concertar otra escapada para ver los pueblos que nos quedaban.
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