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martes, 20 de diciembre de 2022

Relato: Azules

El relato de hoy tenía una consigna un tanto misteriosa... "Tu protagonista es de tu color favorito. ¿Qué implica eso en su mundo?". No tengo preferencia por ningún en especial, me va según el día. Así que nada, dejaré que mi protagonista sea de color azul.

Azules

Los azules no habían nacido para ir a tierra. Esta era demasiado marrón o demasiado verde, por lo que llamaban demasiado la atención y eran presa fácil para los depredadores. Al menos, esa era la excusa que se había dado desde hacía miles de años, antes de que Ciudad de Mar empezara a comerciar con la superficie. No obstante, para aquel entonces la costumbre ya estaba muy arraigada y los azules siguieron con sus vidas subacuáticas, sin demasiadas ganas de ver qué había ahí arriba y dejando a los verdes y a los marrones las relaciones con el exterior.
Concha, sin embargo, no estaba dispuesta a dejar que su color de piel fuera un limitante. Era la más azul de entre los azules, pero iría en la próxima expedición a tierra costara lo que costara, así que se dirigió a la oficina de relaciones con el exterior para exigir que le dejaran participar en la siguiente misión comercial. 
Lo cierto es que no le costó nada, ya que no había una prohibición expresa para que los azules salieran a la superficie. Se llevó muchas miradas de extrañeza, pero nadie puso ninguna pega y pudo, por fin, ver la tierra de la que tanto había oído hablar.
Se sintió un poco extraña cuando salieron, pero estaba tan entusiasmada que no le dio mayor importancia y siguió alejándose del agua, rumbo hacia el punto de encuentro, junto con sus compañeros de la misión, compuesta por científicos, soldados y, sobre todo, comerciantes. 
Fue el día más agotador de su existencia, pero también el más emocionante. Y también el último. Porque siglos de evolución habían hecho que los verdes y los marrones se adaptaran a vivir en el exterior, mientras que los azules fueron perdiendo, poco a poco, esas facultades. Ya cuando se empezó a comerciar con tierra y tuvieron oportunidad de salir, los azules se dieron cuenta de que no se sentían cómodos ahí arriba, por lo que todos decidieron quedarse en su mundo submarino. Siglos después, su habilidad para sobrevivir en un medio aéreo y seco se había mermado todavía más y el organismo de Concha, tras tantas horas fuera de su entorno natural, simplemente no pudo soportarlo.
La muerte de Concha hizo que las autoridades decidieran prohibir a los azules, por su propio bien, subir a la superficie. Los azules, que nunca habían sentido ninguna tentación de ver qué había ahí arriba, se sintieron discriminados y fueron conscientes, por primera vez, de sus diferencias. Esa consciencia fue la semilla que, décadas después, daría paso a la revuelta de los azules y al colapso de Ciudad de Mar. 
A veces, un solo individuo que se sale de la costumbre es suficiente para que caiga una civilización. Y es por eso, verdes y marrones, por lo que cualquier atisbo de pensamiento divergente debe ser duramente castigado, especialmente si viene de un azul.

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miércoles, 14 de diciembre de 2022

Viaje a Egipto: Abu Simbel

El viaje en días anteriores

 La esperada visita al templo de Abu Simbel

Y llegó el día más esperado: la visita Abu Simbel, un complejo que incluye el templo que Ramsés II hizo construir para su propio culto y el que construyó para su esposa más querida, Nefertari. 
Sí, esa Nefertari, la del proyecto Nefertari del que tanto hablo... pero aunque no estuviera escribiendo una novela sobre ella, el templo hubiera sido lo más esperado del viaje. De hecho, no sé si recordaréis lo pesada que me puse con la exposición que se hizo en Alcobendas hace unos años con una réplica a escala de este templo. Pues imaginad verlo al natural.
El madrugón es criminal, porque hay que avanzar tres horas a través del desierto para llegar, pero merece mucho la pena y siempre se puede dormir en el autobús. De hecho, es lo que hice: me quedé tan frita que casi me pierdo el precioso amanecer en el desierto.
El complejo fue trasladado varios kilómetros tierra adentro en un proyecto internacional para salvarlo de quedar inundado por la construcción de la presa de Asuán (por eso Madrid tiene un templo egipcio, porque España colaboró), pero está tal cual, maravillosamente conservado. 
Fue alucinante ver, por fin, aquello sobre lo que tanto leí. Mi documentación está muy avanzada y prácticamente leía los jeroglíficos, además, tiré un montón de fotos a pesar del calor infernal que hacía dentro. Como en el Valle de los Reyes, al salir a los 40 grados notabas fresquito. 
Templo de Ramsés II en Abu Simbel y escena de la batalla de Qadesh de su interior
Templo de Ramsés II en Abu Simbel y escena de la batalla de Qadesh de su interior
Primero entré en el templo de Ramsés II, impresionante con las escenas de la batalla de Qadesh, y luego pasé al de Nefertari-Hathor, más pequeño pero más especial. Tan especial, que es el único en el que la Gran Esposa Real está a la altura del hombre (aunque Ramsés II sale más veces) y nada menos que en la entrada. Además, tiene escenas preciosas en las paredes del templo.
Demasiadas paredes y demasiado que ver para tan poco tiempo, ¡ojalá hubiéramos tenido más! Se me hizo corta la hora que tuvimos para verlo, aunque sí, reconozco que el interior no es tan gigantesco como sugiere la fachada y que el viajero medio, aunque apurado, puede verlo más o menos satisfactoriamente en ese ratito. 
Templo de Nefertari en Abu Simbel y escena de ofrenda en el interior
Templo de Nefertari en Abu Simbel y escena de ofrenda en el interior
Además, me estrené con el regateo cuando volvíamos al autobús. Los vendedores de esa zona eran menos pesados y agobiantes, así que, cuando vi a uno tocar un instrumento musical raro, negocié con él para compralo y conseguí un precio razonable. Bueno, pensaba que lo era hasta que un compañero lo compró en el pueblo nubio por cinco veces menos.
La vuelta se hizo más pesada porque no iba dormida y en el desierto a media mañana es un paisaje monótono, pero iba muy contenta y feliz después de esa visita tan largamente soñada.

El viaje los días siguientes y más...

Viaje a Egipto: Consejos e impresiones
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martes, 6 de diciembre de 2022

Relato: La primera batalla

Este relato lo hice para un concurso de la Fundación Biblioteca de Ciencia y Artillería. De espadas sé mucho, pero de artillería poco y menos, así que era de esperar el resultado. Pero aun así me parece que el relato quedó muy chulo.

La primera batalla

Todo está preparado, pronto empezará el combate. Esperan las órdenes en cualquier momento. Confía en que todo irá bien; sus mandos son grandes estrategas, y su armamento es muy superior al de sus enemigos. Pero ellos son conocidos por su crueldad y, en el fondo, tiene miedo de que algo salga mal y lleguen hasta ellos.

Santa Bárbara, virgen bendita, con tu espada vencedora protégeme de mis enemigos.

Aún recordaba el día en que se presentó en Segovia siendo un joven imberbe, con su certificado de nobleza y la cabeza llena de sueños de gloria. Entrar en la Academia fue todo un honor y sus primeros pasos en el Alcázar anticipaban un futuro brillante.
Su formación había sido dura, pero es bueno con los números y ha sido siempre de los mejores cuando realizaban las pruebas; apenas tenía fallos y dar en el blanco no tenía secretos para él.
No obstante, ahora que su primer combate es inminente, se pregunta si está preparado. No sería el primero que empieza a tener fallos bajo presión, y no duda que, en cuanto todo empiece, el caos de la batalla le afectará.
Lo tiene todo listo para la primera andanada, pero tiene que acertar en todas. No puede permitirse no hacerlo. Cada fallo podría costar la vida a alguno de los suyos. Cada fallo es una oportunidad del enemigo para sobreponerse y contraatacar.

Santa Bárbara, virgen bendita, con el poder del rayo, glorifica la boca de fuego de mi cañón y permite que salga victorioso.

Mira a los demás oficiales artilleros. Parecen relajados, decididos y tranquilos. Algunos de ellos incluso se permiten el lujo de bromear en un intento de descargar un poco de tensión. Pero sabe que las apariencias no tienen por qué significar nada. Él mismo, en apariencia, está tranquilo, aunque por dentro está hecho un manojo de nervios. Inspira y expira con lentitud, en un intento de relajarse.

Santa Bárbara, virgen bendita, con el cáliz y el vino mantén la fuerza de mi cuerpo y espíritu para la dura lucha y el combate.

Se empieza a ver movimiento entre las filas enemigas. ¿Se atreverán a atacar los primeros o esperarán? O quizás...
No tiene tiempo de pensar en nada más porque dan, por fin, la orden de atacar. De pronto, los nervios, el miedo y la tensión pasan a un segundo plano y los largos años de instrucción toman el control de su cuerpo.
Apuntar y hacer blanco.
La medallita de la virgen contra su pecho le da coraje en medio de la confusión.
Apuntar y hacer blanco.
No va a fallar porque no puede fallar, sus compañeros tampoco fallarán.
Apuntar y hacer blanco.
Apuntar y hacer blanco.

Santa Bárbara, virgen bendita, no me abandones nunca para que pueda defender mi fe y mi tierra.

 
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jueves, 1 de diciembre de 2022

Viaje a Egipto: Edfú y Kom Ombo

El viaje en días anteriores

Templo de Horus en Edfú

El día 2 el madrugón no era tan criminal: estábamos en Edfú, una ciudad que vive totalmente del turismo gracias al templo de Horus. El transporte, según nuestro guía (vi un autobús turístico, así que no era verdad, pero claro, él se llevaba comisión...), se hacía obligatoriamente en calesa, una pena porque los animales estaban muy mal tratados y se les marcaban hasta las costillas. 
Además era una experiencia que te mostraba lo peor del país, porque era una de esas ciudades que los occidentales pensamos que solo existen en las películas: llenas de polvo, con los edificios casi en ruinas, la gente haciendo vida en la calle y mercadillos, en cualquier sitio hay un puesto de comida callejera… 
Además, nuestro conductor a la ida era todo un kamikaze, iba adelantando como un loco a todo el mundo y tomó un atajo que nadie más siguió, por lo que un momento en el que pensamos seriamente que estábamos siendo secuestrados. Por suerte, llegamos sanos y salvos.
El templo de Horus es de la época ptolemaica. Para mí, esos ya de faraones tenían poco, pero sigue siendo historia... Es uno de los templos mejor conservados por lo que respecta al edificio, por desgracia, los grabados de las paredes están deteriorados por la mano del hombre, ya que alguien se dedicó a borrar las caras humanas sistemáticamente. Aún así, es espectacular y podemos encontrar en el templo desde recetas de farmacopea hasta escenas interesantes relacionadas con los dioses. 
El guía apuró hasta el último momento y, cuando llegamos al punto de encuentro, las calesas que tenía contratadas nos habían dejado tirados. Tuvo que negociar con otros para que nos llevaran de vuelta antes de que partiera el barco. Nuestra calesa a la vuelta la llevaba un chaval de unos 12 años, que sin embargo conducía infinitamente mejor que su predecesor. Además, nos iba a diciendo qué era cada cosa que veíamos. Todo estaba hecho una pena, pero se agradece el esfuerzo. 

Egipto - templo de Horus en Edfú y templo de Sobek y Haroeris en Kom Ombo
Egipto - templo de Horus en Edfú y templo de Sobek y Haroeris en Kom Ombo
Templo de Sobek y Haroeris en Kom Ombo

Después de la odisea en la calesa, nos metimos en el barco y partimos de nuevo hacia Kom Ombo para la visita del templo dedicado a los Dioses Sobek y Haroeris. El primero es un dios cocodrilo y el segundo una manifestación de Horus. 
El templo, también ptolemaico, está en peor estado porque se ha aprovechado como cantera, aunque tiene curiosidades como los jeroglíficos sobre medicina, con instrumentos que se usan hoy día, o las momias de cocodrilo, que tienen en un minimuseo. 
Nos dejaron algo de tiempo libre para compras, pero no cundió. Me agobian mucho los comerciantes y regatear, además, quisimos hacer una compra conjunta de chilabas y el tipo empezó con un precio razonable pero, cuando apareció nuestro guía para que nos diéramos prisa para el barco, de repente subió el precio… así que se quedó sin vender nada.
La cena era de temática árabe y se suponía que había que ir disfrazado, así que bajé con el pijama y envuelta en fulares como una mujer musulmana, pero hacía mucho calor y no aguanté mucho con ellos puestos. De todas formas, casi nadie iba disfrazado. Había fiesta después, pero el madrugón del día siguiente, a las 3am, me hizo desistir y me fui a dormir: me esperaba Abu Simbel y quería estar al 100%.
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