Llamamiento a los inmortales
Nunca, en mis trescientos años de no-vida, he sentido semejante odio por una simple mortal.
Cuando fui transformada en vampiresa, me di cuenta de cuan insignificante había sido mi vida y me entregué por entero al placer. La sangre fresca es tan dulce, y me hace sentir tan completa y llena de calor cuando la cato… Pero pronto, ese placer no era suficiente e inicié la búsqueda de un consorte. Ninguno de los míos era lo bastante bueno para mí, así que decidí crear uno. Veinte años pasé buscando entre los humanos a uno digno de mí, hasta que encontré a Iain. Hermoso como un ángel, la vida había sido dura con él, y el dolor y la enfermedad le hicieron recibir la no-muerte con los brazos abiertos.
Fueron unos años de placer en todos los aspectos, pero él no tenía el mismo modo de pensar que yo. La sangre para Iain no era dulce, sino una necesidad que debía tomar con amargura para sobrevivir. No soportaba las muertes innecesarias, y yo debía esconder mis actos ante él, hasta que un día mi deseo de matar me llevó a masacrar a una abadía entera y él se enteró. ¡Me abandonó por las vidas de unos humanos insignificantes!
No volví a saber de él hasta hace unos días. Le vi a lo lejos, riendo con una humana sin atractivos. Él me sintió cerca, y acompañó a la humana hasta la misma puerta de su casa. Ella le invitó a entrar y él se negó. Luego vino a mí y tuvimos una gran discusión.
-No te atrevas a acercarte a ella –me dijo–. Es lo único que le da sentido a este mundo.
Yo no comprendía. ¿Cómo podía amar a otra, a una mortal? Y si era cierto ¿por qué entonces no la había transformado? A estas preguntas, se limitó a responder que no deseaba condenarla como yo había hecho con él. ¡Condenarle a él! ¿Cómo puede pensar eso, si al convertirle en vampiro le entregué la vida eterna? Me fui furiosa.
Ahora estoy aquí, escribiendo este llamamiento y retorciéndome de odio. Vosotros, compañeros inmortales, sois mis destinatarios. Una humana, que no debería ser para nosotros mejor que ganado, ha hechizado a mi Iain. No lo pienso permitir. Sé que él la protegerá, pero aprovecharé cualquier descuido suyo para ir por ella. El muy estúpido, al no convertirla, sólo ha conseguido que sea más vulnerable. Su sangre, por ser la de ella, será la más dulce de todas, y al estar en mi él volverá a amarme.
Sé que ella estará hoy en los festejos de Halloween, fingiendo ser una de los nuestros junto con muchos otros estúpidos humanos. También sé que Iain no estará cerca gran parte de la noche, porque tiene que alimentarse. Cuando llegue la medianoche, participaré en la función... tomando su sangre. Su muerte parecerá parte del juego, y cuando se percaten de que era real será demasiado tarde...
Pero si él interviene antes de que pueda acabar con la humana, no me quedará más remedio que matar o morir. Si lo último ocurre, compañeros inmortales, esta carta sobrevivirá a esta noche. Y espero que vosotros, que sois como yo y debéis comprender mi postura, matéis tanto a la humana como a mi antiguo consorte, el vampiro traidor.
Ahora parto a cumplir mi misión. Si sobrevivo, esta carta será pasto de las llamas.
Sigue a @DeborahFMu
Fueron unos años de placer en todos los aspectos, pero él no tenía el mismo modo de pensar que yo. La sangre para Iain no era dulce, sino una necesidad que debía tomar con amargura para sobrevivir. No soportaba las muertes innecesarias, y yo debía esconder mis actos ante él, hasta que un día mi deseo de matar me llevó a masacrar a una abadía entera y él se enteró. ¡Me abandonó por las vidas de unos humanos insignificantes!
No volví a saber de él hasta hace unos días. Le vi a lo lejos, riendo con una humana sin atractivos. Él me sintió cerca, y acompañó a la humana hasta la misma puerta de su casa. Ella le invitó a entrar y él se negó. Luego vino a mí y tuvimos una gran discusión.
-No te atrevas a acercarte a ella –me dijo–. Es lo único que le da sentido a este mundo.
Yo no comprendía. ¿Cómo podía amar a otra, a una mortal? Y si era cierto ¿por qué entonces no la había transformado? A estas preguntas, se limitó a responder que no deseaba condenarla como yo había hecho con él. ¡Condenarle a él! ¿Cómo puede pensar eso, si al convertirle en vampiro le entregué la vida eterna? Me fui furiosa.
Ahora estoy aquí, escribiendo este llamamiento y retorciéndome de odio. Vosotros, compañeros inmortales, sois mis destinatarios. Una humana, que no debería ser para nosotros mejor que ganado, ha hechizado a mi Iain. No lo pienso permitir. Sé que él la protegerá, pero aprovecharé cualquier descuido suyo para ir por ella. El muy estúpido, al no convertirla, sólo ha conseguido que sea más vulnerable. Su sangre, por ser la de ella, será la más dulce de todas, y al estar en mi él volverá a amarme.
Sé que ella estará hoy en los festejos de Halloween, fingiendo ser una de los nuestros junto con muchos otros estúpidos humanos. También sé que Iain no estará cerca gran parte de la noche, porque tiene que alimentarse. Cuando llegue la medianoche, participaré en la función... tomando su sangre. Su muerte parecerá parte del juego, y cuando se percaten de que era real será demasiado tarde...
Pero si él interviene antes de que pueda acabar con la humana, no me quedará más remedio que matar o morir. Si lo último ocurre, compañeros inmortales, esta carta sobrevivirá a esta noche. Y espero que vosotros, que sois como yo y debéis comprender mi postura, matéis tanto a la humana como a mi antiguo consorte, el vampiro traidor.
Ahora parto a cumplir mi misión. Si sobrevivo, esta carta será pasto de las llamas.
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