Este relato es de 2012, lo hice para el certamen Musas de la noche. Creo recordar que iba a haber una antología, pero no sé qué pasó con ella ni si se llegó a hacer, así que comparto mi texto aquí ^^.
El propósito
Cuando le preguntaron
cuáles eran sus propósitos de año nuevo, ella dijo simplemente que
dejar de buscar el amor. Todas sus amigas se rieron de ella y, cuando
vieron que iba en serio, la miraron con caras raras. Claro, todas
ellas tenían pareja, no tenían que soportar desastrosas citas, ni
relaciones cortas y malas con tíos que parecían muy buenos hasta
que te llevaban a la cama, ni las miradas de superioridad de los
conocidos con pareja, ni que los familiares se compadecieran de ellas
y las obligaran a asistir a citas a ciegas encubiertas,
haciéndolas parecer unas desesperadas delante de todo el mundo. No,
ellas habían tenido suerte y Carla estaba ya hasta las narices, así
que siguió adelante en su empeño a pesar de lo que le dijeron para
convencerla de lo contrario. Después de todo, si no buscaba el amor,
no se llevaría un chasco tras otro por no encontrarlo.
Pocos días después,
estaba tomando algo sola mientras jugueteaba con su móvil cuando un
tío guapísimo, de esos que le daban ganas de arrastrarlos a un
rincón y hacerles de todo, se acercó a ella. Nada más verle se
tambaleó su decisión de dejar de buscar el amor y empezó a
fantasear con que él era El Hombre, pero negó con la cabeza para sí
y reprimió esas fantasías rápidamente.
─Hola ─dijo él, con
una voz sexy y resonante.
─Hola ─respondió
ella, fingiendo indiferencia mientras se preguntaba si ese culito era
tan magnífico al tacto como parecía desde lejos.
─¿Puedo hablar
contigo? ─preguntó el bombón. Ella le miró extrañada.
─¿Nos conocemos?
─No, verás, te sonará
extraño, pero no puedes renunciar a encontrar el amor ─dijo el
tipo, vacilante.
─¿Perdón?
─Cada vez que alguien
renuncia a encontrar el amor, uno de los nuestros enferma y acaba
perdiendo su poder hasta hacerse completamente mortal y morir
─explicó él.
─Uno de los vuestros... ─repitió Carla, pellizcándose disimuladamente en la pierna para
comprobar que no estaba soñando ese absurdo.
─Sí, somos algo así
como los espíritus casamenteros, ¿sabes?
─¿Te han contratado
Gema y Ariadna? ─preguntó ella. El bombón la miró interrogante─.
Mira, tío, déjalo estar. Les diré que caí en la trampa, así que
te pagarán igual por tu numerito.
─No, de verdad que no,
hablo en serio. Es importante que me escuches, la vida de alguien
está en juego. No puedes dejar de buscar, te lo suplico.
─Mira, esto no tiene
gracia.
─Pero es cierto...
─Pues si es cierto,
¡que se joda! Si hubiera hecho bien su trabajo y no me hubiera
arrejuntado con esa panda de gilipollas, yo no habría dejado de
buscar ─finalizó ella. Recogió todo y se marchó apresuradamente. El tipo la siguió corriendo hasta su casa,
intentando que entrara en razón─: ¡Déjame en paz! ¡Llamaré a
la policía!
─La policía no puede
verme, ya te he dicho que yo soy un espíritu casamentero y...
Carla le cerró la puerta
del portal en las narices y se metió en su apartamento, algo
aliviada por haberse librado de él.
─Oye, eso ha sido muy
grosero, ¿sabes? ─dijo una voz a su espalda. Carla cogió el
paraguas que tenía en el perchero de al lado de la puerta y avanzó
hacia él gritando:
─¡Fuera de mi casa,
psicópata!
Cuando él se acercó, le
atizó con su arma improvisada y cayó al suelo por el impulso al
atravesar el cuerpo de su oponente sin resistencia alguna.
─Ya te he dicho que no
soy de carne y hueso, ¿te has hecho daño? ─preguntó solícito.
Ella se alejó de él según se acercaba─. No voy a hacerte daño,
sólo quiero que recapacites. Te juro que te tendremos en nuestra
lista de prioridades, incluso me ofrezco a acompañarte, pero tu
media naranja no está entre la gente que conoces ni entre la gente
que conoce a los que conoces, así que tienes que salir ahí fuera a
buscarle.
─¿Y dónde está?
─gruñó ella.
─Eso no lo podemos
saber, sólo podemos proponerte a personas que parezcan compatibles.
─Sí, ya veo lo
compatibles que son los tipos que habéis hecho que se crucen en mi
camino, ¡pedazo de inútiles!
─Venga, Carla, no seas
así, que nuestro trabajo no es nada fácil. ¿Tienes idea de cuántas
personas hay en el mundo?
─Pues eso, son tantas
que no merece la pena seguir buscando. El amor verdadero es
estadísticamente imposible.
─Para eso tienes
nuestra ayuda. Ya te he dicho que me ofrezco a acompañarte en tu
búsqueda, pero no puedes renunciar de esta forma, ¡una vida está
en juego!
─Está bien ─accedió
ella por fin después de un buen rato debatiéndose entre creer esa
chaladura o ir directamente al psiquiatra─. ¿Adónde vamos?
***
Pasaron un par de semanas
saliendo casi cada día en busca de su alma gemela y, poco a poco,
Carla pareció recuperar la ilusión a pesar de que no tuvo demasiado
éxito. No obstante, la compañía constante de su espíritu
casamentero, al que se había tomado la libertad de apodar Ángel,
hizo que las aburridas salidas de soltera se convirtieran en algo
agradable con su divertida y extraña forma de ver las cosas. Lo
único que tenía que hacer para no parecer una chalada era fingir
que hablaba con su móvil mientras hablaba con él, sin parecer por
ello poco accesible. Cuando preguntó a su casamentero si a pesar de
todo eso no sería un impedimento para que sus potenciales medias
naranjas la abordaran, Ángel se limitó a encogerse de hombros y
decir que si el tipo estaba realmente interesado se acercaría a ella de todos modos.
Y así, poco a poco,
Carla empezó a creer de nuevo en el amor y a dejar de buscarlo, esta
vez porque se dio cuenta de que lo había encontrado en el lugar más
inesperado. No obstante, se abstuvo de decírselo a Ángel y siguió
como si nada hasta que un día cambió todo.
Los hombres, vestidos de
traje, entraron en el bar y se dirigieron directamente hacia ellos.
Carla, que les había mirado extrañada porque no era su ambiente, se
empezó a preocupar seriamente cuando vio la palidez excesiva de
Ángel, al que se dirigieron.
─Ya sabes a qué hemos
venido, ¿verdad? ─preguntó uno de ellos.
─Ángel, ¿qué ocurre?
─inquirió Carla. Sabía que algo no iba bien pero sin comprender
qué.
─Iré con vosotros. ¿Me
permitís al menos hablar con ella antes a solas?
Los dos se miraron y
finalmente asintieron y se alejaron unos metros.
─¿Qué pasa? ─volvió
a preguntar ella, cada vez más preocupada.
─Lo siento, Carla, lo
siento de veras. Sabía que tarde o temprano esto pasaría, pero ha
merecido la pena.
─No entiendo...
─Yo no podía soportar
verte con otro, te quería demasiado y arruiné todas tus
posibilidades con los tipos que realmente podían ser tus parejas.
Empecé a perder poder, por supuesto, pero en el fondo sabía que no
encontrarías a tu alma gemela, porque era yo, así que cuando
decidiste dejar de buscar y me di cuenta de que me separarían de ti
y me asignarían a otra persona reuní lo poco que quedaba de mi
poder y me hice visible. Me lo inventé todo para que me permitieras
estar a tu lado. Lo siento de veras, yo sólo quería saber qué se
sentía. Necesitaba que supieras que existo y que...
─Se acabó el tiempo
─le interrumpieron los dos tipos. Ángel asintió derrotado.
─Lo siento, Carla
─dijo, antes de ir hacia ellos.
─¡Esperad! ¡No podéis
llevároslo! Yo le quiero, él no ha hecho nada malo.
─No sabe lo que dice,
señorita, es un perturbado y lamentamos lo que ha pasado. Por
supuesto, usted no recordará nada de esto y nos encargaremos
personalmente de arreglar el daño que este desalmado ha hecho sobre
su vida sentimental.
─¡No! ¡Esperad!
─gritó, pero no sirvió de nada y de pronto se vio sola en el bar,
bajo la estupefacta mirada de los otros clientes.
***
─No pienso olvidarme,
panda de cretinos ─gritó al aire dos semanas después en cuanto se
quedó sola en el parque. Tenía que hacer un auténtico esfuerzo
cada mañana para recordar cada momento pasado con Ángel, ya que a
pesar de despertar con todo borroso en su memoria, enmarañado como
si hubiera sido un mero sueño, había logrado vencer a diario a
lo que quiera que hicieran en su mente.
Para colmo, desde ese día
desastroso no había parado de toparse, allá donde iba, con hombres maravillosos que, supuestamente, eran medias naranjas
potenciales. Les daba largas a todos, por supuesto, pero no paraban
de aparecer más y comenzaba a hartarse
─Ya sabéis a quién
quiero, imbéciles. Si no le dejáis en paz y dejáis que vuelva
conmigo, juro sobre la tumba de todos mis antepasados que moriré
siendo una vieja solterona amargada y que pasaré el resto de mi vida
haciendo de Grinch del amor. ¿Me habéis oído?
─¿De veras lo harías?
─preguntó una voz conocida a su espalda. Carla se volvió con una
sonrisa de oreja a oreja y se encontró cara a cara con Ángel, que
la miraba con adoración. Contuvo el impulso de abrazarle,
sabiendo que acabaría atravesándole y dando de bruces contra el
suelo, se acercó a él y dijo:
─Por supuesto. ¿Has
venido para quedarte realmente? ¿Han entrado en razón?
─Bueno, tus amenazas
les han dejado en una posición un tanto delicada, y la situación es
tan insólita que no sabían muy bien qué hacer, así que han
decidido que lo mejor era devolverme a la Tierra ─respondió él,
alzando su mano, y acarició su mejilla suavemente. Sorprendida,
agarró su brazo y se dio cuenta de que era real, de carne y hueso.
─¿Cómo?
─Habría sido un poco
raro que pasaras el resto de tu vida saliendo con un fantasma ¿no
crees?
─¿Entonces... eres
humano?
─Eso parece, al menos
hasta que te hartes de mí. Nada nos asegura que seamos almas
gemelas, sólo que somos muy compatibles. No obstante, si estás
dispuesta a correr el ries...
─Por supuesto que lo
estoy ─dijo ella, retirando la mano de sus labios para besarle.
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.