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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

jueves, 31 de marzo de 2011

Adictos a la escritura marzo (Regálame una foto)


Este es el proyecto de este mes de Adictos a la escritura. La idea era que cada uno hiciera una foto y que luego se sortearan. Esta es la foto que me tocó a mí ¿A que me lo han puesto difícil?

la foto que tocó
Y bueno, este es el relato que ha salido de la extraña imagen. Evidentemente, extraño...

Concurso de creación

El Dios Geom miró con satisfacción su maqueta para el planeta Tierra. Seguro que esta vez ganaba, era una figura esférica perfecta con elevaciones semiesféricas a intervalos regulares. No había quedado perfecta, con alguna que otra raya de colores y pequeñas motitas que no deberían estar allí, pero no dejaba de ser una maqueta.
Rápidamente tapó con un poco de éter su obra y se dirigió a la constelación donde se iba a elegir la maqueta, donde saludó a sus contrincantes, el Dios Meteo y el Dios Pang.
Cuando llegaron los diez Dioses Jurados del concurso, destaparon primero la maqueta de Meteo, ante la mirada expectante de sus dos contrincantes. Se trataba de una esfera llena de boquetes, como si hubieran chocado cientos de pequeñas rocas contra él.
- Mmm –dijeron al unísono.
–Tantos boquetes… tan soso…no me gusta –añadió otro, ante los asentimientos de los demás. Geom sospechaba que, aunque en teoría los Dioses Jurados eran 10, en realidad se trataba de un único ente con 10 cuerpos distintos, porque nunca les había oído disentir.
- Hombre, a mí me gusta, tiene algo –dijo el Dios Pang por encima del hombro de los Jurados. Geom rebuznó por lo bajo. Pang, que era el que siempre ganaba estas cosas, podía permitirse el lujo de entusiasmarse con los trabajos ajenos.
Pero esta vez ganaré yo, seguro, se dijo a sí mismo Geom, al que le tocaba ahora mostrar su obra. Sacando pecho orgulloso, la destapó con gran teatralidad.
- Mmm –dijeron al unísono los Dioses Jurados.
- Aburrido… demasiado uniforme… ¿y dónde va el agua? –preguntó el que hablaba siempre.
- ¡Pues entre las semiesferas, evidentemente! –increpó Geom a los Jueces, muy enfadado. Éstos le miraron inexpresivamente, y se dirigieron a la última maqueta, la de Pang, que la destapó con cierto temor.
- Mmm –dijeron de nuevo al unísono.
- Interesante… inspirador… ¿Cómo funciona? –preguntó el de siempre intrigado.
- Pues veréis –dijo Pang orgulloso. –Por dentro está hecho de roca fundida, así que las placas se moverán entre ellas. He llamado a las placas Pangea. En las zonas menos elevadas habrá agua, y en las más altas podrán vivir los humanos y los otros seres vivos, aunque si os place dentro del agua también habitarán seres acuáticos. Además, para hacer la cosa más entretenida le pondremos una atmósfera y un Sol que evapore el agua y que, cuando se enfríe ésta en la atmósfera, caiga en forma de gotitas o de hielo estrellado. Sólo me faltaba algo que influyera sobre las masas de agua más grandes y, se me ocurre, podemos usar la maqueta de Meteo como Luna para hacer mareas.
Los Dioses Jurados asintieron complacidos mientras Geom gruñía por lo bajo que el concurso (y todos los concursos) estaban amañados, aunque internamente había quedado fascinado por el proyecto de Pang. Amargado una vez más por su fracaso, se marchó poco después, decidido a no presentarse al concurso para crear las criaturas que poblarían ese maravilloso planeta.
- Hey, espera –le dijo Pang, que se acercó. -¿En serio no vas a presentarte al concurso de creación?
- No, amigo mío, no –rezongó el dios. –Está claro que no se puede competir contigo.
- ¿En serio? Es que verás, tu maqueta me ha dado una gran inspiración. ¿Podría usar tu patrón para crear ciertas criaturas? ¡Podríamos trabajar juntos!
Enfurruñado, Geom se hizo de rogar y finalmente aceptó:
- ¿Qué tienes pensado?
- Pues verás, he pensado que tu patrón sería ideal para hacer las patas de unas criaturas que se llamarán gallinas. Tendrán plumas y harán un ruido muy gracioso cuando anden. Podremos usarlo para otras aves. Y, modificándolo, quizás también podríamos hacer las corazas de ciertos reptiles, que se llamarán escamas…
Los dos dioses se alejaron hablando amigablemente hacia el taller de Pang, dispuestos a crear centenares de maquetas con el patrón de semiesferas.
Esta vez ganamos seguro, se dijo Geom.

sábado, 26 de marzo de 2011

Relato: Dejá vu múltiple

Acaba de salir de casa y pasea tranquilo por la calle, con paso vivo y alegría en el cuerpo. En un momento dado, se cruza con una mujer que regaña a su hija pequeña por correr por la calle lejos de ella, y, tras una última mirada atrás por curiosidad, sigue adelante en su paseo.
Unos cuantos pasos más allá, llegando a una esquina, una niña –la misma niña con la que se acaba de cruzar hace apenas unos segundos- choca con él. Mira atrás, sorprendido, para encontrarse con que la niña y su madre ya no están al alcance de su visión. Encogiéndose de hombros, piensa:
“Será su gemela”, pero nada más acabar este pensamiento ve a la madre correr hacia ellos, gritando el nombre de la pequeña. Al llegar a su altura, pide disculpas y empieza a regañar a la niña por correr por la calle lejos de ella.
Un escalofrío le recorre el cuerpo, pero finalmente su mente llega a una conclusión racional: es un déjà vu.
Sigue andando por la calle inocentemente y mira el reloj del ayuntamiento, que marca las cinco. Extrañado, ya que esa es la hora a la que ha salido de casa y ya han pasado cinco minutos largos, mira su reloj y se sorprende al ver que marca la misma hora. Anonadado, se pregunta cuántas posibilidades hay de que dos relojes (uno de ellos casi recién estrenado) se paren a la misma hora el mismo día. Le hace gracia y continúa su camino con una risita. En estas se cruza con un vecino que está paseando a su perro y tienen la pequeña y cortés conversación que tienen siempre:
-Buenas tardes
-Buenas tardes
-¿Cómo va todo?
-Perfectamente, ¿Y tú?
-Pues aquí, sacando al perro. Bueno, continuo que Skiner se impacienta, hasta otra.
-Hasta otra.
Sigue avanzando, cavilando sobre la suerte que tiene al haber encontrado un vecindario como aquel, donde todos son tan amables. No ha acabado de pensar esto cuando se vuelve a cruzar con el mismo vecino con su perro.
-Buenas tardes
-Buenas tardes –responde, atónito.
-¿Cómo va todo?
-Pues igual que antes, hombre, que nos acabamos de ver.
-¿Pero qué dices? Yo no te he visto desde ayer.
-¿Seguro? Bueno, pues yo estoy perfectamente, ¿y tú?
-Pues aquí, sacando al perro. Bueno, continúo que Skiner se impacienta, hasta otra.
-Hasta otra.
Se queda parado, mirando cómo se aleja e incapaz de reaccionar durante unos instantes. Cuando se vuelve para continuar su camino, ve a lo lejos al mismo vecino, qur cruza la calle con su perro, y él mismo cruza la calle a su vez, limitándose a saludarle a lo lejos con la mano para evitar tener la misma conversación de nuevo. Por su mente pasan infinidad de hipótesis, pero la única que le parece factible es que se ha vuelto loco. ¿Y puede estar loco alguien que se plantea estar loco?
Se sienta y de nuevo mira el reloj, que sigue marcando las cinco, pero esta vez se da cuenta de que no está parado, ya que el segundero continúa dando vueltas, infinitamente, pero sin que el minutero avance con él.
Aterrado, mira cómo el reloj sigue dando vueltas y cómo, a intervalos de un minuto exacto, la misma mujer de rojo cruza por delante del banco donde está sentado. En esos momentos se da cuenta de que está atrapado en el intervalo de tiempo que va de las cinco a las cinco y un minuto. Comienza a desesperarse cuando intenta explicar lo que pasa a los transeúntes y le miran con caras compasivas, creyéndole un loco. No obstante, un minuto después, se vuelve a cruzar con las mismas personas que no le reconocen.
Vaga sin rumbo por las calles; ve pasar a la misma gente una y otra vez hasta que finalmente, agotado, decide pararse a descansar en las escaleras de un portal. En ese momento, se da cuenta de que ha ido a sentarse justamente enfrente de la joyería en la que compró su reloj hacía una semana escasa. Se pregunta si no será una señal y entra en la tienda justo cuando su reloj marca las cinco.
-Pero bueno, ¿el suyo también? –dice el amable anciano que le vendió el reloj–. Traiga, traiga, que se lo arreglo en seguida, antes que pase el minuto.
Le tiende el reloj estupefacto y ve cómo el anciano empieza a traquetear con él con dedos ágiles, mientras refunfuña por lo bajo. Finalmente, en menos de treinta segundos, el anciano le devuelve el reloj mientras dice:
-Estos relojes modernos, ya no son lo que eran. Ahora se estropean en seguida y claro, uno se queda atrapado según qué agujas dejan de funcionar. Usted ha tenido la mala suerte de que se le estropearan todas menos el segundero, pero podría haber sido mucho peor. Imagínese, señor, si se le hubieran estropeado todas a la vez. ¡Menudo desastre! Pero no tema, ya está arreglado y las agujas no le volverán a dar problemas. Eso sí, cuídelo bien.
Casi incapaz de hablar, ni de comprender qué era lo que había pasado, se queda mirando con la boca abierta cómo el reloj avanza más allá de las cinco. Finalmente, cuando ya han pasado más de diez minutos, sale de la tienda con paso inseguro y comienza a caminar en una dirección cualquiera. Se da cuenta, aliviado, de que no se cruza dos veces con la misma persona.
Un par de horas después, se encuentra con un amigo al que saluda, y comienza a conversar con él.
-Pero hombre, Pedro, que acabamos de hablar de lo mismo hace un momento.
Mira a su amigo asombrado y su mirada se posa en el reloj que tiene en la muñeca, nuevo y de la misma colección que el suyo.
-Vete a la relojería donde lo compraste, hombre. El relojero resolverá tu problema.
Su amigo le mira como si estuviera loco, pero el continúa la marcha: sabe que lo comprenderá todo cuando siga avanzando por la calle y se encuentre con las mismas personas que un momento atrás se había encontrado ya. Luego, riendo histérico, se pregunta cuántas veces se cruzará con su amigo antes de que este llegue a la relojería.

domingo, 20 de marzo de 2011

Relato: Recuerdos en el pentáculo

Sentada en el pentáculo, recuerdo cómo entré por primera vez a la tienda de magia con escepticismo, incapaz de creerme que él hubiera decidido traerme aquí en la cuarta cita. Más de una vez me pregunté por qué me decidí a salir con él, si no teníamos nada en común. Aunque debo reconocer que, aunque nunca supe por qué acepté esa primera cita, luego creí quererle.
Compró varios componentes mágicos de nombres raros y muchas velas, luego fuimos a su casa e hicimos nuestro primer hechizo juntos. Lo que es más fascinante, ¡funcionó! Desde ese momento, me convertí en su aprendiz y me enseñó todo lo que sabía. Pero, según pasaba el tiempo, empecé a notar cambios en él. Me miraba como preocupado y no entendía por qué. Hasta que un día se olvidó del diario en que apuntaba todos los resultados de los experimentos que hacía con la magia. Nunca sabré si lo hizo por equivocación o si su sentimiento de culpabilidad le hizo dejárselo en mi casa a propósito. El caso es que allí estaba todo: cómo me había hechizado para que aceptara salir con él, con todos los pequeños hechizos que había realizado para que yo dejara de ser escéptica. ¡Incluso me había cambiado para que pudiera hacer magia, cuando yo antes no hubiera podido!
Dejé el diario en su buzón con las páginas bien marcadas y fui a la tienda de magia para conseguir componentes para la purificación y eliminar todos los hechizos que había lanzado sobre mí. Pero, consultando los grimorios, descubrí que nunca podría dejar de ser maga, porque ese hechizo era irreversible, a menos que lo anulara la misma persona que lo lanzó. Después de la purificación, pasé varios días sintiéndome rara ¿Cómo volver a ser la que era si poseía la capacidad de hacer magia? Así que me presenté en su casa y su mirada, arrepentida y llena de tristeza, me dijo sin palabras que sí, que desharía el hechizo.
Pero ahora que rememoro nuestra historia, sentada en este pentáculo, me doy cuenta de que, en realidad, no quiero renunciar a la magia… ni a él. Porque su única falta ha sido amarme, abrir mi mente y darme un don maravilloso. Porque nunca me manipuló para que le amara, sino para que le diera una oportunidad.
-¡Para! –grito, esperando que no sea demasiado tarde.
Él interrumpe el hechizo a medio hacer y sostiene mi mirada esperanzado. Finalmente, dice:
-Había perdido la esperanza.
Con lágrimas en los ojos, me lanzo sobre él y le abrazo con todas mis fuerzas.
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sábado, 19 de marzo de 2011

Para lo que vengo...


A dormir, a jugar a las tres en raya con mi compañera de al lado, a jugar con el ordenador, a leer en mi e-book, a meterme al facebook, a escribir microrrelatos estúpidos como este… No sé para qué vengo a sus clases. Desde luego, a atender no, aunque bien saben los dioses que lo intento… los primeros 10 minutos.

sábado, 12 de marzo de 2011

Relato: La dragona y sus crias

El caballero despertó sorprendido de seguir vivo y miró a su alrededor. La escena de ternura entre la gran dragona y sus crías le dejó aún más atónito. Tambaleándose, se alejó del lugar pensando que quizás no todos los dragones fueran tan malvados.

portada del Microrrelato de fantasía La dragona y sus crias

Bueno, lo primero muchas gracias por vuestro apoyo a todos. No debería desanimarme tanto pero es que llevo una época muy mala y cualquier cosita me afecta más de lo que debería. Me sigue pareciendo increíble que la gente (¡universitarios, nada menos!) confunda ficción y realidad de una forma tan extraña y que se sientan ofendidos por cosas que no tienen ningún sentido, pero bueno: tiene que haber de todo en esta vida.
Por cierto, siento no estar muy activa últimamente, no tengo tiempo para nada y el poco que consigo arañar se me va en moderar comentarios de trolls y demás.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Lo siento, censura

En mi vida creí que fuera a llegar a esto, pero los comentarios de cierto anónimo me obligan a ello. Se impone la censura. Acepto la crítica, amigos, para eso cuelgo aquí mis relatos, para que me ayudéis a mejorar. Pero los insultos y los ataques personales no los voy a tolerar.
Todo viene por los comentarios de El primer día. Si lo recordáis, era sobre dos frikis el primer día de clase. Pues bien, mr anónimo no sólo se ofendió gravemente (quién sabe por qué) sino que se ha dedicado a tacharme de prejuiciosa, egocéntrica, asocial... llegando a sugerir que quizás no debería estar en mi carrera porque no soporto el trabajo en equipo.
Varias consideraciones en cuanto a esto:
1.- Mis personajes no tienen nada mío. Superé esa etapa a los 15 años. Algunos son asociales, otros unos cursis y otros unos psicópatas. Lo cual no significa que yo sea asocial, cursi y psicópata. Como mucho, escribo sobre situaciones que me han pasado indirectamente y sólo desde el punto de vista que creo que tiene la otra persona en cuestión, o incluso expongo situaciones que me han pasado pero con personajes distintos.
2.-No soporto que la gente no se atreva a dar la cara. no pienso dignarme a responder a las críticas de ningún mr anónimo más, a no ser que esté debidamente identificado con alguna cosilla que me permita reconocerle.
3.-si realmente me conocéis, por cómo escribo, deberíais saber cuándo estoy bromeando y cuándo hablo en serio. Ejemplo: dije que la gente de mi clase tenía un palo en el culo XD. Eso significa broma, al menos en mi pueblo. Algunos lo tienen, no lo niego, pero no todos. También dije que se premia la superficialidad en mi carrera (sin XD) eso es cierto. No hay que ser un genio...
4.-Al igual que no soy mis personajes, no comparto todas sus opiniones. Ni me hago responsable de ellas. Si un personaje tiene un perfil psicológico x, actuará y opinará según ese perfil y no otro. Tampoco hay que ser un genio.
5.- Que tenga una vida pública en el blog no significa que la gente tenga barra libre para criticar mi forma de ser. Tengo mis defectos y mis virtudes, como todo el mundo. Mi autoestima no es nada del otro mundo, así que no necesito imbéciles que me señalen los defectos. Y menos si no puedo defenderme porque se respaldan en el anonimato.
6.-Si queréis opinar, deberíais hacerlo con un poco de respeto. Yo no estoy de acuerdo con muchas de vuestras opiniones, pero las respeto. Por favor, no opinéis nada sin argumentarlo. No hay nada peor que una opinión sin argumentos. Es absolutamente irracional.

Y bueno, nada más. Siento tener que llegar a esto pero las circunstancias me obligan.

sábado, 5 de marzo de 2011

Tergiversando cuentos: Peter Pan y recopilatorio de Adictos a la Escritura


Un día me aburría y me dio por tergiversar los cuentos populares. Hoy, Peter Pan...

La crisis existencial de Peter Pan

Estaba muy enfadado. Wendy, que había crecido mucho desde la última vez, le había dicho que debía madurar. ¡Madurar! Claro que los juegos ya le aburrían, que iba contra el orden natural de las cosas, pero crecer sólo traía complicaciones. Aunque, al recordar los dulces labios de Wendy, pensó por un momento que crecer no sería tan malo. En ese momento empezó a caer.
¡Mal momento has elegido para estas cavilaciones, Peter Pan!, se reprendió mentalmente. Trató de recordar desesperadamente por qué quería ser niño. Justo a tiempo. Reemprendiendo el vuelo, se prometió no volver a pensar más en ello.
***
Aprovecho que la entrada es tan corta para avisar de que ya podéis descargar el recopilatorio de Cambio de Visión de Adictos a la Escritura, en el que yo participé con el relato El primer día.

portada de la antología Cambio de visión