Este es el proyecto de Adictos a la escritura de este mes. Me ha costado horrores, no solo por la temática (terror... no creo que de mucho miedo, pero en fin) sino también porque se ha aumentado la extensión mínima de los relatos y ya sabéis que a mí pasarme de una página ya me fastidia. Pero bueno, aquí va el resultado...
Buenos y malos
Despertaron en una
habitación vacía, sin saber exactamente cómo habían llegado allí.
Lo último que recordaban era estar en la fiesta que habían
organizado para reencontrarse, charlando amigablemente, como en los
viejos tiempos, cuando aún eran el pequeño grupito de voluntariado
local que pasaban los fines de semana limpiando la ciudad,
acompañando a los ancianos en la residencia o repartiendo comida en
el comedor social.
Ahora estaban en esa
sala, vestidos con unas extrañas túnicas; ni rastro de su ropa o de
sus efectos personales.
¿Qué hacían allí?, se
preguntaban unos a otros, mientras se ayudaban a levantarse y a
espabilarse, ya que los narcóticos les impedían pensar con
claridad. Pero pronto otra pregunta les rondó la mente: ¿Qué había
sido de Roger? Estaba con todos cuando empezaron a sentirse
indispuestos, y había comido y bebido lo mismo que ellos, pero no
había ni rastro de él.
===
Les miraba con asco, los
niños buenos del instituto, los que renunciaban a la diversión y a
su tiempo libre pensando que el universo les iba a retribuir sus
buenas acciones en el futuro. Pobres idiotas ilusos. Estaba deseando
ver lo buenos que iban a ser cuando acabara con ellos.
===
No había forma de salir.
Toda la sala era de hormigón macizo, y la puerta de acero,
impenetrable. Ni siquiera tenían muebles que pudieran usar como
arietes, y ya habían intentado abrirla lanzándose contra ella al
unísono con todas sus fuerzas, sin hacerle siquiera una muesca o la
más mínima abolladura. Lo único que rompía la monotonía de la
estancia era la inmensa pantalla de televisión, pero no tenía
botones visibles y ni siquiera sabían si había un modo de
conectarla.
Finalmente, derrotados,
se sentaron en un rincón, muy juntos, buscando consuelo en los
demás. Fue justo entonces cuando la pantalla se iluminó, mostrando
un mensaje de letras rojas sobre fondo blanco:
-Uno de vosotros ha caído
ya. ¿Quién será el siguiente?
La desesperación al
conocer la suerte de Roger les hizo ponerse histéricos. Lloraron,
volvieron a dar vueltas en busca de una forma de huir, arremetieron
contra la salida. Todo sin éxito. El mensaje no cambió hasta que su
actitud no volvió a ser derrotada y resignada.
-Tic, tac, tic, tac.
¿Nadie se ofrece voluntario?
Los amigos se miraron
unos a otros, con cara de pánico.
===
Demonios, estaba
disfrutando con esos idiotas bonachones. Estaba deseando ver qué
hacían a continuación. ¿Volverían a recorrer la habitación
desesperados o, mejor, se volverían a estampar contra la puerta
blindada en un intento por escapar?
Estaba a punto de
azuzarles con un nuevo mensaje cuando la santurrona de Denisse habló:
—Yo me ofrezco
voluntaria.
Y el resto, en vez de
aceptar el sacrificio para salvar sus miserables vidas, protestaron.
Malditos santurrones. Acabaron jugándose quién sería el siguiente.
Ganó Denisse. Hija de puta. Ella nunca había hecho trampas, y
empezaba justo ahora. Hubiera preferido dejarla para el final, para
que hubiera más probabilidades de corromperla, pero él había
puesto las reglas y tenía intención de cumplirlas. En fin. De todas
formas sería divertido matarla.
===
Despertaron tiempo
después, no sabían cuánto. No había rastro de Denisse y todos la
lloraron en silencio, sin fuerzas para más. Tardaron un largo rato
en darse cuenta de que la ausencia de su amiga no era el único
cambio de la habitación: varios platos y vasos repletos se alineaban
en una de las paredes. El mensaje de la pantalla de televisión
también era distinto y ahora decía:
—¿Cuáles estarán
envenenados?
A pesar del dolor y el
miedo, encontraron fuerzas para debatir qué hacer. No faltaron los
que se ofrecieron voluntarios para actuar como catadores para que el
resto pudiera comer sin riesgo. No obstante, Peter tenía otra idea:
—Llevamos como mínimo
dos días desaparecidos y nadie ha acudido en nuestra ayuda, aunque
seguramente a estas alturas han denunciado nuestra desaparición y
los cuerpos de seguridad están en marcha. Eso significa que no saben
dónde estamos, y que nuestro captor se ha tomado la molestia de
deshacerse de nuestros teléfonos para que no nos localicen por gps.
Tampoco parece haber posibilidad de escapar... Por otro lado, está
claro que quiere matarnos a todos, divertirse a nuestra costa. Así
que propongo que nos rebelemos. No vamos a seguirle el juego.
Comeremos todos de todos los platos, y que sea lo que Dios quiera.
===
Maldito fuera. Maldito
mojigato de mierda. No solo quería convertirse en mártir, quería
convertir a los demás también, lo que trastocaría todos los
planes. La idea era someterles a tal presión que acabaran
rompiéndose. Lo que tenía que pasar era que, con un par de muertes
más, perdieran toda su capacidad de autosacrificio y empezaran a
pelearse por no ser los siguientes. En cambio, lo que habían perdido
era la esperanza y ahora pretendían realizar un maldito suicidio
conjunto.
—¿Quién ha dicho que
vayáis a morir todos? —se apresuró a escribir en la pantalla, al
verles acercarse a los platos—. Os ofrezco un trato: eligiréis a
dos. Una persona morirá. A la otra, la dejaré marchar.
===
El grupo intercambió
miradas. ¿Existía realmente posibilidad de que algunos se salvaran?
Poco a poco las miradas convergieron en Peter. No estaba claro que su
propuesta fuera idónea, no en vano implicaba que todos tomaran
voluntariamente productos envenenados, pero desde luego habían
estropeado los planes del psicópata, cualesquiera que fueran. Dadas
las circunstancias, eso era ya una pequeña victoria.
—No haremos ningún
trato. ¿Cómo íbamos a saber si la persona destinada a salvarse no
acaba muerta igualmente? —replicó Peter, decidido.
—Tendréis que confiar en
mí —marcó la pantalla.
—¿Confiar en ti? Nos has
drogado, nos has secuestrado, has matado a nuestros amigos. ¿Cómo
íbamos a confiar en ti? —gritó James a a pantalla. Peter manifestó
su acuerdo, así como los demás. La pantalla estuvo negra un rato
que se hizo eterno antes de aparecer un nuevo mensaje:
—Puedo dejar el cadáver
del que muera en la habitación. Así sabréis que el otro no ha
corrido la misma suerte.
—¡Como si no pudiera
estar muero sin que lo veamos! ¿Dónde están los cadáveres de
Denisse y Roger? ¿O acaso pretendes hacernos creer que están vivos
porque no les hemos visto muertos? No solo eres un maldito psicópata,
¡ni siquiera eres capaz de pensar con coherencia! —exclamó Peter,
con la obvia intención de provocar. Como no hubo respuesta
inmediata, le azuzó más—. Vamos, muchachos. Un mordisco de cada
plato y todo acabará.
===
Maldito, maldito, mil
veces maldito. Estaba bloqueado. Odiaba los imprevistos. Y nada de
eso estaba previsto. Vio el grupo acercarse a los platos de nuevo,
¡no podía acabar así! Antes de que ninguno pudiera probar bocado,
volvió a accionar el dispositivo que vaporizaba la droga en la
habitación, haciéndoles caer inmediatamente al suelo,
inconscientes.
Miró los cuerpos
tendidos largo rato, hasta que ideó algo. Peter era el culpable de
todo. Si le eliminaba, el resto volvería al camino que les había
trazado. Aunque... pensándolo bien, James también había metido
baza. Mejor se lo cargaba a él también.
===
La puerta de la
habitación se abrió lentamente, y el asesino se asomó. No
obstante, antes siquiera de que pudiera entrar, escuchó a su
espalda:
—¡Manos en alto,
policía!
Pero no iba a parar,
ahora no. Cogió la pistola que guardaba en el bolsillo de la
chaqueta para deshacerse de esos incordios. No llegó a apretar el
gatillo.
===
Despertaron con pocos
minutos de diferencia y lo primero que hicieron, al verse en el
exterior, rodeados de policías y sanitarios, fue preguntar por los
demás. Lloraron de alivio y alegría al descubrir que, contra toda
esperanza, habían llegado a tiempo para salvar también a Denisse, a
la que el psicópata había enterrado viva. La suerte quiso que un
par de adolescentes que vieran el final del enterramiento y dieran la
voz de alarma. Hubieran procedido a la detención de inmediato, pero
como no sabían dónde tenía al resto y el dispositivo de rastreo no
daba frutos tuvieron que esperar a que les condujera hasta ellos.
—Pero, ¿y Roger? ¿Han
logrado encontrarle a él también? —preguntó Peter, sin muchas
esperanzas.
—¿Roger Rodrígues? —preguntó uno de los agentes. Al asentir los amigos, pareció dudar
antes de decir-: Roger Rodrigues es el individuo que os tenía
encerrados.
===
Pasaron los meses, y las
respuestas al rompecabezas de Roger comenzaron a llegar. Su esposa le dejó su mejor amigo, que cogió todo el dinero
del negocio que compartían antes de la fuga, abandonándole con un
cúmulo de deudas imposible de pagar y dos niños a su cargo. Tras eso, Roger
había comenzado a tener problemas de personalidad. Tras perder la
custodia de los niños en favor de los abuelos maternos, que
demostraron que no eran en realidad sus hijos, se desmoronó y
requirió ayuda psiquiátrica.
Ya entonces repetía una y otra vez
que se odiaba por haber sido bueno, pero a los pocos meses se calmó
y no tardó en lograr que le dieran el alta. Ahora, tras haberse
entrevistado con numerosos psiquiatras del Estado, sabían que había
estado fingiendo su mejoría para llevar a cabo su plan: convertir a
sus antiguos amigos en gente mala o matarlos para que no sufrieran
por ser buenos.
Por suerte, se le había
detenido a tiempo y ahora estaba bien custodiado, aunque insistía en
que quería ver a sus víctimas a solas. Desde que recibió la
negativa de todos ellos parecía haberse calmado.
—No me han perdonado —repetía a su psiquiatra—, así que ya no son tan buenos y, al
menos, algo he hecho por ellos.
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.