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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

sábado, 30 de abril de 2011

Proyecto adictos abril (La leyenda de los unicornios)

 (entradas anteriores: Caza, ¡Esta tierra es mía! y Huyendo de la muerte)

Este es el proyecto de abril de Adictos a la Escritura, que consistía en hacer un cuento infantil. ¡Espero que os guste! (nuevamente aparece mi tendencia a meter unicornios en los cuentos infantiles... no soy nada original...). En fin, la moraleja nos la podemos aplicar los adultos también (¡va por vosotros, anónimos!).
A todo esto, no os olvidéis de visitar Las Crónicas del Criper ¡Necesito opiniones! Sin más dilación, el cuento:

La leyenda de los unicornios


Contaba una leyenda que nacerían dos niñas, una de cabello blanco y otra de cabello negro, que serían la más malvada y la más bondadosa de esas tierras, aunque cuál sería cuál sólo se sabría cuando la malvada atrapara al unicornio negro y la bondadosa al unicornio blanco.

Cuando las dos niñas nacieron, todo el mundo lo tuvo claro: la niña de cabello oscuro, obviamente, sería la elegida por el unicornio negro, así que decidieron mantenerla bajo vigilancia constante para prevenir sus maldades, mientras que la niña de pelo blanco era mimada por todos y educada para ser la dirigente del país cuando creciera. El día del eclipse llegó y las dos niñas fueron conducidas al bosque, donde se les dijo que debían atrapar a un unicornio.
La niña del pelo blanco buscó el lugar apropiado en un claro del bosque y tendió una gruesa y resistente red para capturar al unicornio blanco cuando apareciera. Si aparecía el unicornio negro, simplemente le dejaría pasar de largo. Finalmente, una brillante luz inundó el claro, precediendo la entrada del blanco equino…
La niña del pelo negro, convencida de que sería la elegida del unicornio negro después de tantos años escuchando lo mismo, se limitó a sentarse a esperar y se adormiló hasta que un ruido de cascos la despertó. Con un suspiro, acarició el oscuro pelaje de la criatura y le pidió que la acompañara.

La niña del pelo blanco entró en el pueblo arrastrando la red y gritando:
- ¡He capturado al unicornio blanco!
Cuando todos se acercaron y desenredaron la red, no pudieron evitar lanzar exclamaciones de asombro cuando comprobaron que el pelaje de la criatura era negro azabache. Más asombrados quedaron aun cuando el unicornio blanco apareció, con la niña de pelo negro dormida encima de él.

Moraleja: cíñete a los hechos antes de juzgar a nadie, quizás la niña de pelo blanco a la que todos miman no sea tan bondadosa como indican sus cabellos…


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sábado, 23 de abril de 2011

Relato: Caza

Esta entrada es para la antología de El club de las escritoras. Espero que me lo acepte: es un amor un tanto retorcido y no acaba muy bien... XD.


Caza

Entro en la ciudad de Delmedeiae a través del puerto, tras varias semanas viajando de polizón en el barco de los clérigos del bien. En cierto modo, sospecho que sabían que estaba aquí, porque a menudo encontraba comida sospechosamente abandonada en los lugares más insólitos y más de una vez han pasado de largo demasiado cerca de donde estaba escondido. Sé que son lo bastante poderosos como para detectar a un intruso si se molestan, así que les agradezco que, si realmente me encontraron, no me hayan hecho salir de mi escondite… o no me hayan lanzado por la borda. Aunque claro, eso estaría en contra de su filosofía y de su religión.
He oído cosas horribles sobre esta ciudad maldita, y de todas las que hay en el archipiélago de las Islas Kulitíes. Aunque, por imposición del pacto que hicieron con la Unión Dielmanesa tras acabar la guerra entre ambos, tuvieron que adoptar la religión de los dioses benignos, en realidad la mayor parte de sus habitantes, truhanes, criminales y asesinos, adoran a los demonios… y sus dirigentes oficiales no son más que meros títeres dirigidos por los verdaderos amos… los no muertos.
Me marcho rápidamente del Distrito del Puerto y me dirijo al Distrito del Templo, ya que sé que esta zona, completamente independiente, es la única de toda la ciudad en la que sé que el mal es mantenido a raya. De hecho, el barco repleto de clérigos y paladines en el que he realizado el viaje ha sido mandado como refuerzo y recambio de los clérigos que llevan aquí ya unos cuantos meses. Supongo que es necesario que los clérigos vayan rotando, porque intentar imponer el orden en una ciudad en la que el caos domina desgasta los poderes y la fe de cualquiera. Según tengo entendido, por lo que me contó el joven marinero que me ayudó a entrar en el barco sin ser visto, los clérigos del bien tienen que luchar contra tres facciones: el hampa (que está asociada con una banda de vampiros), el Consejo Gremial (que va por libre y en general persigue sus propios beneficios) y otra banda de vampiros independiente del hampa que controla el distrito del cementerio. Si conozco bien al que una vez fue mi amante, Kodos, se habrá unido a éstos últimos.
No sé qué me afectó más, si el hecho de que me abandonara por su sueño de encontrar la vida eterna o el precio que estaba dispuesto a pagar para conseguirlo. Cuando me abandonó pasé muchos meses en soledad, sin saber qué era lo que pretendía. Luego noté, a través de nuestro vínculo, cómo iba perdiendo su humanidad poco a poco, hasta que finalmente tuve un sueño profético que me mostraba cómo, tras acabar con las vidas de varios inocentes, era aceptado por la camarilla de vampiros y convertido en una aberración. Lo único que sé es que, cuando estaba a punto de contratar al cazavampiros para que acabara con él, me di cuenta de que tenía que ser yo el que hiciera este trabajo, por lo que fue nuestra relación y por mí mismo. Y ahora estoy aquí, porque algo me dice que, de entre todas las ciudades de este archipiélago maldito, él está precisamente en esta: la más grande y la más plagada de corrupción y crímenes. Le voy a encontrar y acabaré con ese monstruo que tiene su mismo aspecto, pero que no es él.
Sorprendido por la belleza que puede tener esta ciudad sin alma, encuentro el Distrito del Templo lleno de mansiones, pero sin ningún lugar donde un ciudadano de a pie que busque la protección del Bien pueda descansar. Supongo que es normal, porque en esta ciudad maldita nadie busca la protección del Bien. El cómo pasar la noche sin que te roben o te asesinen o esclavicen es un grave problema. Debería salir de caza ya, pero necesito descansar y mentalizarme un poco antes de ir tras Kodos y no soy tan estúpido como para hacerlo en las horas de mayor oscuridad, los momentos en que los vampiros son más poderosos. Preocupado porque cada vez hay menos luz, voy a las puertas de la ciudad y pregunto a un soldado, que me mira extrañado y, apretando fuertemente su espada, me indica que lo mejor que puedo hacer es ir a la zona central de la ciudad y probar suerte en El oro y la gema, en la plaza del mercado.
La taberna es un lugar de bastante calidad, sólo superado, según el tabernero, por El dragón Marmóreo, donde se alojan los grandes dignatarios. Por el aspecto de los clientes y el lugar donde se encuentra, deduzco acertadamente que es un lugar bastante caro donde pasan la noche los mercaderes que no tienen un acuerdo especial con los gremios. No obstante, teniendo en cuenta que la alternativa es pasar la noche en un lugar poco seguro, me desprendo de mis monedas de oro alegremente. Después de todo, es posible que no pase de esta noche. Tomo una cerveza junto a un borracho comerciante que me dice antes de caer redondo:
- ¿Eres nuevo en la ciudad? No te preocupes, aquí sólo hay una regla… Que no te pillen… a no ser que tengas mucho dinero.
Asqueado, me retiro a mi habitación e intento dormir sin éxito hasta unas horas antes del amanecer. Ha llegado el momento de salir de caza. El tabernero me mira anonadado mientras salgo por la puerta, pero no se molesta en detenerme. La gente de esta ciudad bastante tiene con protegerse a sí misma, nadie aspira a ayudar a otros. Imagino lo que piensa: si quiere morir, es cosa suya. Pero yo no voy a morir… voy a matar.
Sigo mi intuición en dirección al Distrito del Cementerio, moviéndome de sombra en sombra con el menor ruido posible. Sé que está cerca, porque aun lleva el medallón que le regalé y puedo percibirlo. Cuando voy a doblar una esquina, una forma se abalanza contra mí y me derriba. Lucho con todas mis fuerzas contra el vampiro, pero es demasiado fuerte para mí y acerca sus colmillos a mi cuello… antes de convertirse en cenizas. Anonadado miro a mi salvador. Kodos me dirige una media sonrisa que hace que se asome uno de sus colmillos. Más hermoso que nunca, mueve con la gracia de un gato sus enormes músculos, pero ahora es menos él mismo que nunca.
-Sabía que vendrías –dice, acercándose. Empuño mi espada con firmeza e interpongo su filo entre los dos. -¿Cómo, me amenazas?
-No des un paso más, bestia asesina –le digo, con el corazón en un puño. Se ríe y siento como si no hubiera cambiado nada, como si siguiéramos en Dielm y nada hubiera ocurrido.
-Sigues siendo el hombre del que me enamoré –me dice con voz aterciopelada–. Crees que he cambiado, pero te equivocas.
-¡Mientes! ¡Te he visto asesinando a inocentes!
-Ah, tus profecías. Pero deberías aprender a ver mejor, amor. He asesinado, pero no a inocentes. En esta ciudad, ya no quedan más almas puras que las de los patanes del Distrito del Templo, y con mi purga estoy haciendo más el bien que todos ellos juntos. ¡Y la recompensa es la vida eterna!
Se acerca lentamente y no puedo resistirme a su mirada hipnótica. Aparta despectivamente mi espada, que cae al suelo, y me besa apasionadamente. Besa tan maravillosamente como siempre, pero algo ha cambiado. Su boca tiene un sabor metálico, percibo vagamente. Un sabor a sangre, me estremezco mientras despierto del embrujo y cojo la estaca de mi cinturón, clavándosela en el corazón.
Se separa de mí y me mira desconcertado mientras se marchita. Su mirada parece pura, como en los viejos tiempos, y sé que llevaré esta imagen gravada hasta el fin de mis días. Llorando, recojo el medallón de entre las cenizas y me levanto rápidamente al oír un ruido a mi espalda.
-Lo has hecho bien –me dice el marinero que me ayudó a llegar a Delmedeiae. Le miro sin entender, hasta que se quita la peluca y deshace el hechizo ilusorio que le envuelve, para revelar la forma del cazavampiros al que estuve a punto de contratar–. Siempre resulta duro acabar con ellos, cuando antes fueron alguien a quien amamos –se explica-. Pero, si lo haces, entonces eres digno. ¿Te unirás a mi gente, para acabar con ellos?
Le miro aun con lágrimas en los ojos y asiento lentamente con la cabeza. Tras una última mirada a las cenizas del que fue mi gran amor, le acompaño en dirección a mi nueva vida. Tengo mucho que aprender y, cuando lo haga, los vampiros temblarán ante la mención de mi nombre.
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viernes, 15 de abril de 2011

Relato: ¡Esta tierra es mía!

La consigna de este mes era TIERRA. Sigo de exámenes, esto es una entrada extraordinaria, porque tenía el relato hecho y ¡¡¡se me olvidó colgarlo!!!

 ¡Esta tierra es mía!

Nadie les iba a decir, cuando compraron la adorable casita de campo, que se meterían semejante berenjenal. Al parecer, había un problema de delimitación desde hacía varias generaciones entre esa parcela y las colindantes. El anciano propietario de las tierras vecinas reclamaba varios metros como suyos y, cuando fueron a hablar con él al encontrarse con la tapia a varios metros de donde debería estar, el arisco señor sacó su escopeta y, apuntándoles, gritó:
-¡Esta tierra es mía!
Por desgracia, este grito acabó con las exiguas fuerzas del anciano, al que se paró el corazón y cayó al suelo, haciendo que la escopeta se disparara en el golpe y diera de refilón a su vecino.
Al menos, días después, los herederos acudieron a sus nuevos vecinos y, en tono de disculpa, acabaron las hostilidades con una tarta como ofrenda. La aceptaron agradecidos pero, en vista de los antecedentes familiares y que no habían querido un trozo, decidieron tirarla, por si las moscas…

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sábado, 2 de abril de 2011

Relato: Huyendo de la muerte

Super que la muerte venía a por mí. No sé cómo, pero lo supe. Así que pensé en cómo podía llevárseme y me di cuenta de que mi casa era un peligro. Eliminé todos los elementos potencialmente dañinos, limé los bordes afilados de los muebles y me encargué de que los enchufes fueran seguros. Luego me di cuenta de que, si salía al exterior, la muerte podría hallarme y por eso me quedé en mi entonces seguro hogar y encargué todo lo que necesitaba por internet. Pero aun no estaba seguro, porque familiares y amigos seguían viniendo a visitarme y existía la posibilidad de que alguno de ellos me asesinara. Así que les eché a todos y no dejé entrar a nadie más, ni siquiera para las comidas más importantes del año, como la de Navidad. Por desgracia, al alejarles de mí propicié mi propia muerte… porque me atraganté y no había nadie cerca para ayudarme.

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