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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

martes, 21 de marzo de 2017

Viaje a Japón: día 9 (Tokio por libre y regreso)

Días anteriores del viaje a Japón

Día 1: Vuelos y Osaka
Día 2: Osaka, Nara y Kioto
Día 3: Kioto y maico plan
Día 4: Kioto y Gion Corner 
Día 5:  Magome, Tsumago, Takayama y onsen y kabuki
Día 6: Shirakawago 
Día 7: Monte Fuji y Tokio
Día 8: Tokio

Pateándome Tokio

Mal asunto, me levanté con un horrible resfriado, pero no iba a permitir que eso me fastidiara los planes que tenía para mi último día en Tokio, así que desayuné y me puse en marcha. Primera parada: la zona de Ueno, en la que había muchas cosas interesantes que ver al ser la más cultural.
El primer sitio en el que me metí fue el Santuario de Toshogu, que también fue el mejor, para qué vamos a engañarnos. Además de ser precioso, tiene conservada una llama que fue encendida por la bomba atómica, resulta impactante.


Templos Tennoji y Kaneiji
Templos Tennoji y Kaneiji
Luego intenté llegar al templo Kaneiji, pero me perdí y, tras largo rato vagando por un interminable cementerio, encontré el templo Tennoji, que también estaba bastante bien y resultaba bonito, con sus estatuas en el jardín. Tras la visita, traté de salir de ahí y otra vez a vagar por el cementerio, donde vi la (sosa) tumba de los Tokugawa y por fin logré dar con el dichoso templo de Kaneiji. Este no tenía muchas cosas destacables, al menos comparado con los otros dos.
Tras eso, me metí al Museo Nacional de Tokio, que está muy chulo. La entrada cuesta 620 yenes y tienen una sección sobre Asia en general y otra, muchísimo más extensa, sobre Japón, que muestra todo tipo de objetos interesantes. También hay una parte con los tesoros de Japón, que es la menos interesante, a mi parecer. Por desgracia, lo tuve que visitar todo en modo acelerado, porque había muchísimas cosas que ver y hacer en ese último día.
Ikebukuro
La plaza cuca de Ikebukuro
Tras abandonar el museo fui a la zona de Ikebukuro, el otro reducto friki de Tokio. Yo y mis esperanzas de encontrar mis tesoros frikis a un precio razonable. No hubo manera y, salvo una plaza muy cuca, tampoco es que hubiera nada interesante que ver en el barrio, bien podía haberme quedado en el museo o haber ido antes a Shibuya, mi última parada, ya que así hubiera podido visitar el santuario Meiji. O quizás no, porque he descubierto que en invierno cierra ¡a las 4 de la tarde! Malo es que un santuario cierre pero... ¡tan pronto! Es indignante.
Pero bueno, vamos por orden. Decepcionada por Ikebukuro, me fui para Shibuya (llena de cruces a varias alturas que hicieron complicado que me orientara a la primera) y seguí una miniruta que nos había recomendado Yasushi en los días anteriores, subiendo hasta omotesando, donde hay una gigantesca (y carísima) tienda de souvenirs y girando hacia la calle más rosa-adolescente que he visto en mi vida. Digna de verse, en serio. Además, allí me encontré una gran tienda de todo a 100 yenes (108 con impuestos) que tenía de todo y aproveché para hacer las últimas compras.
Cruce de Shibuya
El famoso cruce de Shibuya desde el Starbucks
Luego llegué a la puerta cerrada que daba al parque del santuario Meiji y allí fue cuando todo el cansancio, el resfriado y un tirón que me había dado pero que no había notado hasta entonces se organizaron para atacarme todos a la vez. No obstante, todavía quedaba una larga bajada a Shibuya, hasta el famoso cruce, donde había quedado para cenar una hora y cuarto después. Sin embargo, a mitad de camino se puso a llover y, tras encontrar una red wifi, sugerí que comiéramos por la zona del hotel, porque esperar una hora bajo la lluvia y con el trancazo que tenía no era muy buena idea. Así pues, tras ver el famoso cruce y llegar hasta la estatua de Hachiko, cogí el metro y di por finalizada mi visita a Tokio (y a Japón) con la esperanza de poder volver algún día.


Los vuelos de vuelta 

Me tocó levantarme a las 5, que ni desayuno había a esas horas, y tuve que tomarlo a toda prisa antes de que vinieran a recogerme, ya que el restaurante abría minutos antes de esa hora. 
La vuelta la hice con British airways, que tiene un sistema de entretenimiento mucho mejor que el de finnair (tienen más películas de estreno a elegir: me vi cinco de ellas) pero cuyos asientos son los más incómodos del mundo. La comida no estuvo mal: primero ternera con patatas y tarta de fresa de postre y antes de aterrizar macarrones con un muffin de chocolate de postre. La conexión fue bien porque aterrizamos con cierto adelanto y el vuelo de Londres a Madrid lo pasé durmiendo porque el dichoso jet lag me estaba matando. Tres días después, que es cuando estoy escribiendo esto, sigo agotada y a pesar de haber dormido como doce horas se me siguen cerrando los ojos. Espero que se me pase pronto, aunque he leído que el jet lag se puede alargar hasta dos semanas.
Por cierto, estoy intentando que me validen las millas de vuelo y es una odisea, ya os contaré, al final creo que iré a darle el coñazo al de la agencia de viajes para que me ayude con el tema... 
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domingo, 19 de marzo de 2017

Viaje a Japón: Día 8 (Tokio)

Días anteriores del viaje a Japón

Día 1: Vuelos y Osaka
Día 2: Osaka, Nara y Kioto
Día 3: Kioto y maico plan
Día 4: Kioto y Gion Corner 
Día 5:  Magome, Tsumago, Takayama y onsen y kabuki
Día 6: Shirakawago 
Día 7: Monte Fuji y Tokio

El desayuno genial en cuanto a dulces (una delicia) y regular en cuanto a bebidas: no solo no había cosas chocolateadas, ¡ni siquiera tenían leche calentita!
Salimos prontito hacia el templo de Sensoji, que es muy interesante y muy grande, con inmensos farolillos colgados en varias partes. Además, tiene una calle comercial larguísima. Tuvimos la suerte de encontrarnos con una especie de ritual en el que había gente famosa y algunas geishas que hicieron una especie de procesión desde el portón principal hasta el templo, aunque hay que reconocer que fue molesto en ocasiones porque no se podía pasar de un lado a otro.

Pude comprarme un marcapáginas antes de salir en dirección a la bahía de Tokio, donde nos esperaba un famoso gunzan gigante, otra cosa en la que hemos tenido suerte porque se va a desmantelar dentro de unos días.
También vimos una robot increíblemente humana que hacía de recepcionista en un centro comercial; si no fuera porque cuando hablaba se notaba raro (y al cantar ni os cuento) parecería una persona de verdad. Daba un poco de yuyu. Por la zona también había una estatua de la libertad, réplica de la que está en Francia, que a su vez es réplica de la que está en Estados Unidos.
gunza, recepcionista robot y estatua de la libertad nipona
Después cogimos un barco desde el que pudimos ver toda la bahía y llegamos a la zona de Ginza (donde están las grandes marcas caras), donde tomamos una deliciosa comida y nos despedimos, porque fue la última actividad que hicimos juntos todos los del Tour.
Después, ya por mi cuenta, bajé andando hasta el Palacio Imperial, del que apenas se puede ver nada y en cuyos jardines más importantes tampoco pude entrar, imagino que por algún evento. Al menos, encontré algunos cerezos en flor, aunque no era época.

Tras eso fui en busca de la estación de Tokio, debajo de la cual está character Street, en un intento fallido de seguir buscando la figurita y una mochila de Mokona que tampoco encontré por ningún lado.
Luego cogí el metro hasta el hotel porque quería organizar todo, ya que los dos días siguientes iban a ser moviditos: el primero por ser libre y el segundo porque tenía que levantarme a las tantas de la mañana para ir al aeropuerto.

Último día del viaje a Japón:

Día 9: Tokio y vuelta 



martes, 14 de marzo de 2017

Viaje a Japón: Día 7 (Monte Fuji y Tokio)

Días anteriores del viaje a Japón

Día 1: Vuelos y Osaka
Día 2: Osaka, Nara y Kioto
Día 3: Kioto y maico plan
Día 4: Kioto y Gion Corner 
Día 5:  Magome, Tsumago, Takayama y onsen y kabuki
Día 6: Shirakawago

El desayuno esta vez era más normalito, no tenían chocolate caliente pero había choco crispies, algo es algo.

Visita al mirador del Monte Fuji

Salimos en barco hacia un teleférico desde el que se podía ver una vista del Monte Fuji. Teníamos un poco de miedo porque, aunque amaneció despejado, se empezaba a nublar, pero al final pudimos disfrutar de una visión más o menos completa desde arriba. Eso sí, hace un frío (y un viento) del carajo ahí en el mirador.

templo del mirador al monte Fuji
También había un templo por ahí, que visitamos antes de que el teleférico iniciara su ruta de descenso. Una vez abajo, tuvimos un poco de tiempo libre que aproveché para comprarme una caja de madera de esas que tienen una combinación secreta para abrirlas.
Tras eso, salimos en dirección a Tokio e hicimos una parada para comer (un poquito temprano).  La comida estaba bastante bien porque era tipo buffet y pudimos probar un poco de todo.

Tokio

Nada más llegar, visitamos la Torre de Tokio, que tiene unas vistas espectaculares aunque no es el punto más alto de la ciudad. Daba un poquito de vértigo, la verdad.

la torre y vista
Además estaba el Museo de One Piece en la planta del medio, pero no pudimos entrar porque no teníamos mucho tiempo y era muy caro. Eso sí, nos hicimos unas cuantas fotos chulas a la entrada.
Luego fuimos al hotel a dejar las maletas y unos cuantos del grupo nos largamos hacia Akihabara que, para el que no lo sepa, es el barrio más friki de todo Tokio.
Akihabara
Akihabara
Allí compramos un detallito a nuestro guía y comenzó mi odisea para encontrar una figurita de Rurouni Kenshin. Lamentablemente la primera mano resultó costar alrededor de 500€ y las de segunda mano no bajaban de 70. Teniendo en cuenta que mi presupuesto máximo para esa figura era de 50, no me la pude comprar. En cualquier caso, las figuras en Japón son en general más caras que en España.
Luego, nos fuimos a un purikura, una especie de fotomatón avanzado donde nos disfrazamos e hicimos un poco el tonto. Fue divertido, aunque nos costó encontrar la mecánica porque hay varias zonas y no sabíamos en cuál estar a cada momento (aparte, había tiempo).
Después hicimos otra cosa muy típica: visitar un maid café, donde las camareras están vestidas de sirvientas, te llaman amo y resulta todo muy extraño (éramos solo dos mujeres y había algunos tíos muy raros) y carísimo. Sin embargo, fue divertido y resultó una experiencia interesante.
Luego seguimos entrando en tiendas al azar (las que quedaban abiertas) y, entre unas cosas y otras, nos dio una hora bastante tardía, así que nos fuimos al hotel porque había que madrugar al día siguiente.

Días siguientes del viaje a Japón

Día 8: Tokio 
Día 9: Tokio y vuelta 


domingo, 12 de marzo de 2017

Viaje a Japón: día 6 (Shirakawago)

Días anteriores del viaje a Japón

Día 1: Vuelos y Osaka
Día 2: Osaka, Nara y Kioto
Día 3: Kioto y maico plan
Día 4: Kioto y Gion Corner 
Día 5:  Magome, Tsumago, Takayama y onsen y kabuki

Lo primero el desayuno: superaron el hotel de Kioto, pues no solo tenían chocolate, sino también tortitas, gofres y un bollo de chocolate. Ñam.
Y aviso desde ya de que la crónica de este día va a ser un poquito más corta porque la mayor parte nos la pasamos en el autobús. No obstante, mereció la pena porque pudimos visitar Shirakawago, un pueblecito de techos de paja, Patrimonio de la Humanidad, que es una delicia ver en invierno, todo nevado y precioso. 


Shirakawago
Shirakawago
Allí, pudimos entrar a una de las casas para verla por dentro y nos explicaron cómo se construyen, qué estructura tienen... y además, en el paseo por el pueblo, nos encontramos con un iglú. Eso sí, el puente para llegar daba un poco de miedo porque, aunque en teoría está bien construido, al moverte se bamboleaba y resultaba un tanto inestable, incluso mareaba.
Durante el trayecto el autobús, nuestro guía nos habló de los kanjis japoneses, además de las condiciones climatológicas en verano y en invierno y por qué ocurren, entre otras cosas.
Fuimos hasta Nagoya, donde comimos en un restaurante de esos que parecen supertípicos asiáticos pero con una comida rica y abundante.
Tras eso, volvimos a coger el tren bala, esta vez en dirección a Hakone.


El trayecto fue algo más largo, por suerte, tanto en el autobús como en el tren bala teníamos wifi (y buenas compañías para charlar). Además, desde el tren pudimos ver el monte Fuji por primera vez. La verdad, pensaba que era una cosa muy sobrevalorada, pero verlo desde aquí me ha impresionado muchísimo (me pasó igual con el Coliseo, ¿os acordáis?) y quedé deseando verlo más de cerca.
El hotel estaba un poquito lejos de la estación pero tenía un paisaje bastante bonito de camino. Una vez llegué, me fui directa al onsen (no tenía jacuzzy y era más pequeño) y luego a cenar. La cena esta vez fue bastante más normalita, con platos de esos grandes que luego tienen muy poco contenido, pero en general no estaba mal y, como había muchos platos, acabé llena.

Días siguientes del viaje a Japón



sábado, 11 de marzo de 2017

Viaje a Japón: Día 5 (Magome, Tsumago y Takayama, experiencia en Onsen, Kabuki...)

Días anteriores del viaje a Japón

Día 1: Vuelos y Osaka
Día 2: Osaka, Nara y Kioto
Día 3: Kioto y maico plan
Día 4: Kioto y Gion Corner

El tren bala

Tocó madrugar porque teníamos que coger el tren bala, que requiere muchísima organización porque apenas se queda en la estación un minuto y poco, y tiene que entrar muchísima gente. Se disculparon hace un tiempo porque su media de retrasos era de unos 30 segundos, con eso lo digo todo (tomen nota, responsables del transporte público madrileño).
Fue un trayecto cortito y la sensación es como de estar en un tren normal, solo que todo pasa algo más rápido.

Magome y Tsumago

Magome
Magome
Tras el trayecto en tren bala, nos metimos en el bus (muchas horas de bus, por suerte nuestro genial guía nos entretuvo hablando de la geografía de Japón, los terremotos y tsunamis, el sistema escolar nipón...) y nos encaminamos hasta los pueblos feudales, antiguas zonas de paso de los samuráis que tenían obligación de ir a servir al shogun año sí, año no.
La primera parada fue Magome, un pueblo con un paisaje espectacular y una larga cuesta que descendimos hasta donde nos esperaba el autobús.
Luego fuimos a Tsumago, que es más auténtico y donde, además de visitar su calle más emblemática, pudimos ver un antiguo anexo a una posada japonesa (waki honjin Okuya). Estuvo genial porque está conservada tal cual pues, al ser un anexo de la taberna y dedicarse también al sake, sobrevivieron cuando se acabó la época de los samuráis. Dentro nos contaron cómo vivían y muchas cosas más. 


De camino al autobús nos compramos un oyaki, bollito relleno de crema de nueces (había varios rellenos pero este nos lo recomendó el de la tienda), y estaba bastante rico.

De compras en Takayama 

Takayama
Takayama
Tomamos una comida bastante completa en el autobús de camino a Takayama y una vez allí nos fuimos de tiendas por una larga calle que tenía todo tipo de cosas que llamaban la atención, incluida una tienda dedicada por completo a los conejos. Milagrosamente, encontré la muñeca de madera que quería en versión barata y pequeña.
Además, como las yukatas estaban bastante baratas, decidí comprarla allí (también cayó un gorro) junto con su obi, lo que fue todo un acierto porque luego, cuando nos fuimos a cenar, era obligatorio llevarlo y no teníamos que ponernos el del hotel, que era bastante soso.

Experiencia en el Onsen y cena japonesa

Con mi yukata
Con mi yukata
Antes de cenar disfruté en el onsen del maravilloso jacuzzi de aguas termales que tiene el hotel. Eso también es una experiencia interesante porque, además de tener su ritual, que seguimos al pie de la letra, se bañan en público completamente desnudos (en baños separados, por supuesto) y resulta un poco vergonzoso al principio, pero luego te relajas y está muy bien.
La cena japonesa fue todo un espectáculo; tenían un poco de todo, incluso algunas cosas como bambú o sopa de miso que nunca había probado pero que me han encantado. Algunos alimentos se cocinaban directamente en el plato. Además, el hecho de ir todos vestidos con yukatas le daba un ambiente bastante interesante.

Espectáculo kabuki

Escena del espectáculo kabuki
Escena del espectáculo kabuki
Después de la cena llegó una maravillosa sorpresa: en el hotel había un espectáculo de Kabuki, una cosa que siempre querido ver pero que ya daba por perdida dado que se salía bastante de mi presupuesto. Fue una representación amateur pero muy divertida en la que los actores hablaron de lo genial que es la región y resultó todo muy participativo (daban monedas y papeles para envolver y lanzarlas a los actores, teníamos que gritar en ciertos momentos...), así que quedé de lo más satisfecha.


Días siguientes del viaje a Japón

Día 6: Shirakawago 
Día 7: Monte Fugi y Tokio

jueves, 9 de marzo de 2017

Viaje a Japón: día 4 (Kioto por libre)

Días anteriores del viaje a Japón

Día 1: Vuelos y Osaka

Pateándome Kioto

Era día libre, así que tenía el propósito de levantarme tarde, pero se me olvidó poner la alarma y sonó prontísimo. Me desvelé y bajé a desayunar, tras lo cual me puse en marcha. 
Viaje a Japón: templo de Higashi-Hongaji
Templo de Higashi-Hongaji, Kioto
Estoy un poco loca: mi intención era hacer un circuito que empezaba en mi hotel (abajo del mapa), subía hasta shimohamo-jinja, volvía a bajar hasta el  templo de Jishu-jinja y acababa en Gion, en cuyo teatro quería ver un espectáculo. Unos 19 km en línea recta, sin contar lo que ando dentro de los recintos, los desvíos cuando veo algo curioso o lo que recorro cuando me pierdo.
La primera parada fue el espectacular templo de Higashi-Hongaji, que está al lado del hotel. Es genial, e increíblemente grande pero hay que quitarse los zapatos y el suelo está helado.
Luego caminé hasta el museo internacional del manga. Me hacía ilusión pero, cuando llegué, aunque se suponía que estaba abierto, me lo encontré cerrado, no sé si porque era pronto o porque les dio la gana. 
Viaje a Japón: Palacio imperial de Kioto
Palacio imperial de Kioto
Después fui al Palacio Imperial, en el que por desgracia no se puede entrar, pero sí pasear por los jardines, entrar a los templos y verlo por fuera. Es un parque bonito, sin duda mejorará en otoño y primavera.
La siguiente parada es un templo muy chulo llamado shimohamo-jinja. Tiene una zona donde las chicas maquillan con sus productos unas caras de madera y las cuelgan para pedir belleza, y otra zona más amplia para rezar y con muchos amuletos de amor (se asocia el templo al matrimonio...).


Viaje a Japón: Templo de Kodaiji
Templo de Kodaiji
Desde ahí, claro, tocó bajar otra vez y, lamentablemente, no encontré nada reseñable hasta poco antes de llegar a Pontocho: un viejo canal con una barca típica.
Del barrio de Pontocho tampoco puedo decir mucho salvo que es prescindible, caro y muy estrecho.
Caminé hasta el templo de Yasaka-jinja (que ya visité ayer), donde me arriesgué a probar una especie de brocheta que por suerte estaba buena. Luego bajé hasta el templo Kodaiji tocando todas las estatuas de la calle, como decían los carteles.
Viaje a Japón: Templo de Jishu-jinja
Templo de Jishu-jinja
Desde allí subí la larga cuesta (que se hace mucho más larga cuando llevas horas caminando sin parar y ya empiezas a notar el dolor de pies) hasta el templo de Jishu-jinja, aunque no llegué a encontrar lo que me dijeron que molaba de ese templo. Para entonces mis pies ya estaban fatal, por suerte ya era todo cuesta abajo. Me compré a la bajada un gato maneki-neko y un daruma pequeños.
Luego pasé por los templos Kenniji y Yasui Konpiragu de camino hacia Gion y charlé con algunas personas de mi grupo con las que me encontré...


... pero aun así el madrugón y el chasco del museo del manga tuvieron su consecuencia: que me planté en el Gion theatre una hora antes de que abrieran las taquillas. Y encima fui una idiota porque esperé en la cola incorrecta y entré de las últimas: acabé sentada con una columna en medio.

Espectáculo del Gion Corner

Viaje a Japón: Escena del Kyogen representado
Escena del Kyogen representado
Hacían una mini-rebaja de invierno, además, el teatro principal estaba en obras y todo se representó en una sala con una visibilidad horrible, pero aun así mereció la pena.
Lo primero fue ver una ceremonia del té mientras tocaban una cítara koto y una flauta. Luego interpretaron Gakaku (Música elegante) con un hombre disfrazado bailando. Lo siguiente fue Kyogen, una obrita de teatro cómica: se entendía bastante bien aun sin saber el idioma y fue lo que más me gustó. Lo final fue el baile de primavera de una maico (kyo-mai) con la que nos permitieron sacarnos fotos al final porque en invierno no se representa el arte floral ni el espectáculo de marionetas (lo del arte floral lo entiendo, pero lo otro no tiene explicación). Lo último es una pena porque era de lo que más ilusión me hacía.
Como anécdota diré que no sé qué hicieron, pero activaron la cuenta atrás de la cámara. Imaginad la cara que se me quedó, las maico no suelen permitir lo de las fotos y encima había una larga cola detrás, pero tocó esperar en tensión hasta que se disparó la dichosa cámara.
Cuando acabó, me fui directa al hotel en autobús: me dolía todo. Por suerte, el trayecto era relativamente corto.

Días siguientes del viaje a Japón

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martes, 7 de marzo de 2017

Viaje a Japón: Día 3 (Kioto y maico plan)

Días anteriores del viaje a Japón

Día 1: Vuelos y Osaka
Día 2: Osaka, Nara, Kioto

El desayuno seguía siendo muy japonés pero tenía algo muy valorable: chocolate caliente. Con eso ya me tenían ganada. Además, no tenía nada de jetlag, así que había dormido bien y estaba superfresca.

Visita con el tour por Kioto

La primera parada del día fue el pabellón dorado (kinkaku-ji), que es fascinante tanto por el propio pabellón como por los preciosos jardines japoneses de alrededor y su salón de té. Me he quedado con la boca abierta.


Viaje a Japón: Castillo de Nijo
Castillo de Nijo
Después fuimos al Castillo de Nijo, la impresionante fortaleza que los Tokugawa tenían en Kioto para cuando tenían que ir a presentar sus respetos al Emperador. Dimos una vuelta por fuera y vimos el sistema de seguridad (tiene unos hierros que hacen que el suelo suene al pisarlo) y luego entramos (no permiten fotos en el interior, lo siento) para ver las distintas salas donde hacía esperar y recibía a según que visitas (puerta oculta para una veintena de guerreros con la espada desenfundada incluida) y en las que dormían él y sus mujeres. También nos contaron cómo distribuían el espacio y cómo eran las esposas y cortesanas.
Viaje a Japón: santuario de Heian
Santuario de Heian
Tras eso visitamos el santuario de Heian, con un jardín precioso que, por desgracia, a estas alturas del año no está en su máximo esplendor (demasiado frío para cerezos y nenúfares) pero que aun así resulta de lo más impresionante.
Comimos en un restaurante fantástico, un lujazo de sitio, precioso, con buenas vistas y una comida genial, tras lo cual quedó la tarde libre y yo me fui corriendo a un plan muy especial.

Experiencia en Maica maiko plan: 

Sí, es una trampa para turistas carísima (7220 yenes en total con impuestos y alquiler de taquilla) pero una trampa en la que caí gustosa. Por cierto, si lo queréis hacer con Maica, os recomiendo que lo localicéis en el mapa previamente, porque encontrarlo puede ser un tanto... complicado. Además, las chicas no entienden ni papa de inglés pero al final, entre gestos, carteles y algunas palabras sueltas, nos entendimos.
Viaje a Japón: Déborah F. Muñoz vestida de maico
Yo, vestida de Maico
Yo elegí el maico plan (maico es aprendiz de geisha, se diferencian en que la maico tiene pelo natural y el lazo de atrás desabrochado) porque era el más barato y, para qué engañarnos, a nivel visual no hay mucha diferencia.
Primero te hacen poner las cámaras en una taquilla aparte, elegir entre unos veinte kimonos (si eliges un plan superior -yo elegí el más barato- tienes más posibilidades) y pagar, tras lo cual vas a desvestirte y ponerte una especie de ropa interior que va debajo de todo. Esas taquillas para la ropa y demás efectos personales sí son de pago.
Luego te echan la base blanca en cara y cuello y te pintan con el resto del maquillaje, tras lo cual te ponen un kimono interior, infinidad de fajas y el kimono elegido. La sensación final es como llevar un corsé y no puedes moverte fácilmente; bajar las estrechas y empinadas escaleras es una odisea.
Abajo, me hice la foto oficial, incluida en el precio (si quieres más, o de mayor tamaño, pagas otro plus) y, como iba sola, me hicieron cinco fotos más con mi cámara, tras lo cual me dejaron total libertad para grabar y hacerme selfies. Todo dentro del recinto, claro, si quieres salir fuera o pasear por la calle también toca pagar más. Aun así, fue divertido.


Luego simplemente es quitarte el kimono, recoger tus cosas y quitarte el potingue de la cara. Para desmaquillarte te untan con un producto y te dan una toalla húmeda, pero lo de secarte lo llevas tú.

Otra vuelta por Kioto

Viaje a Japón: Alrededores del templo de Yasaka
Alrededores del templo de Yasaka
Después de la experiencia, busqué una red wifi abierta para contactar con algunos del grupo y unirme a ellos. Les esperé en el templo de Yasaka, que recorrí entero en solitario, y luego paseamos por Gion, donde descubrimos muchas cosas sobre las geishas y vimos una maico de verdad. Es difícil pillarlas y no suelen dejarse hacer fotos, además, van tan rápido que, como no estés atento, no te da tiempo a sacar la cámara para hacérsela destrangis.
La vuelta en autobús urbano hasta el hotel también fue una experiencia, y el paseo posterior del centro comercial igual. Las escaleras mecánicas no paran de darte la bienvenida, aunque ya hayas subido unos cuantos pisos. Es un poco raro.