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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia
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martes, 22 de julio de 2025

Relato: El pico más alto

Imagen del relato El pico más alto
Le gustaban los deportes extremos, pero cada vez necesitaba más dosis de retos y peligros. Además, la experiencia debía ser original y única; si ya lo había hecho alguien más, no tenía tanta gracia. Por suerte, tenía una gran fortuna y había muchos planetas donde llevar a cabo esos retos que le llevarían a la gloria.
Cuando oyó hablar de la cadena montañosa Shalazam, del planeta Kystol, supo que estaba a la altura de su leyenda. Llegar a su pico más alto sería como muchos siglos atrás fue escalar el Everest de la vieja Tierra. Ahora era poco más que un paseo para turistas, pero el primero que dominó su cima se convirtió en un héroe. 
Kystol era un planeta con una gravedad bastante alta y temperaturas gélidas, y no había sido terraformado porque no merecía la pena vivir en él, por lo que tendría que llevar mucho equipo y estaría solo en la gesta. Simplemente perfecto para un rico aburrido y aventurero que quería que su nombre resonara en los libros de historia.
Apenas había escalado un tercio de la montaña cuando sus fuerzas comenzaron a flaquear. No era solo la gravedad y el frío; la mitad de las máquinas que cargaban con su equipo se habían estropeado y tenía que dedicar más tiempo a arreglarlas que a la ascensión. Aun así, siguió adelante, empecinado, y no decidió dar la vuelta hasta que fue demasiado tarde.
Un par de siglos después, su nombre había sido completamente olvidado, pero su cadáver se convirtió en un hito más para los excursionistas, exactamente igual que pasaba en el Everest de la vieja tierra. Los que habían ido ascendiendo cada vez más alto después que él habían aprovechado sus provisiones y sus máquinas, y alguno hasta se había llevado sus objetos personales como souvenir, pero a nadie le importaba su identidad. Era, simplemente, El tipo de rojo, y marcaba el final del primer tercio del camino.
En algún momento, a uno de los excursionistas le dio por intentar ver su rostro congelado y se llevó una sorpresa al ver que se parecía mucho a él. Una pequeña búsqueda en su IA de bolsillo le descubrió que había sido un pariente muy lejano que había desaparecido en un viaje exploratorio a Kystol. Mientras disfrutaba de las vistas del pico más alto, se planteó hacerle un homenaje, pero luego se lo pensó mejor. Después de todo, el muy tonto había sido incapaz de coronar la montaña, ¡con lo fácil que era el ascenso!
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martes, 8 de julio de 2025

Relato: La polizona

La consigna de hoy era "Haz una historia romántica situada en el siglo XXVIII"
 

La polizona

A Ying le fascinaba la historia de la Tierra. Cómo la humanidad había pasado de vivir como animales a levantar civilizaciones. Cómo se creaban y se destruían imperios. Como la tecnología había ido avanzando hasta que, en el siglo XX, se mandaron las primeras expediciones al espacio. Cómo en los siglos sucesivos esa tecnología había estado a punto de desaparecer, junto a la humanidad misma, en guerras cada vez más peligrosas. Y cómo por fin su gente, harta de tanto conflicto, había creado la colonia lunar y había abandonado a los terrícolas a su suerte.
La historia era muy clara, debería ser fácil prevenir que se repitiera. Sin embargo, la luna comenzaba a tener los mismos problemas que habían llevado a la Tierra a su fin. Por eso, se había embarcado como polizona en la primera expedición de colonización de marte.
La habían descubierto, claro, pero ya era demasiado tarde para dar la vuelta y había provisiones de sobra. No podían tenerla encerrada los nueve meses, ni el resto de sus vidas en Marte, ya que era un viaje sin retorno. Así que habían asignado a uno de los astronautas de menos rango, Xiong, que se encargara de vigilarla, y habían seguido cada uno a lo suyo.
Xiong no había parado de refunfuñar desde que le obligaron a hacer de niñero, pero Ying no era una ciudadana lunar cualquiera. Ying era un genio y tenía mucha mano con la tecnología. Tanta, que fue la que dio con la solución cuando los sistemas empezaron a fallar sin ningún motivo.
Desde ese momento, Xiong dejó de refunfuñar y empezó a sentir curiosidad por esa loca que se había colado en la nave. Las explicaciones que dio para querer irse de la luna tenían sentido. Demasiado. Él mismo las había considerado cuando se ofreció esa oportunidad. Pero Xiong era cuadriculado y había seguido los cauces oficiales. Seguía molestándole un poco esa mujer que era todo impulsos y caos.
No obstante, se empezó a dar cuenta de que el caos alrededor de Ying estaba más que controlado, y que ella parecía usarlo en su beneficio. El caos que generó con las provisiones logró un reparto más satisfactorio. Su impulso de conocer a todos y meterse en sus vidas consiguió que los que se llevaban mal empezaran a tolerarse, y que empezaran a formarse amistades sólidas. Su decisión aparentemente aleatoria de cambiar algunos sistemas y redistribuir algunos muebles resultó en una mayor comodidad para todos.
Pronto, la tripulación decidió que Ying ya no necesitaba vigilancia, pero ella seguía buscando a Xiong.
-Eres mi calma en medio de la tormenta -le dijo.
Xiong refunfuñó, sin tener del todo claro lo que le hacían sentir esas palabras. Sin embargo, cuando Ying, decepcionada, dejó de frecuentarle tanto, se dio cuenta de que echaba de menos su alegría y su aleatoriedad. Así pues, se armó de valor y le dijo:
-Eres la agitación que mueve mi calma.
Ella reaccionó lanzándose a sus brazos y dándole un beso. Él no pudo sino corresponderla. Su primer hijo fue el primer marciano de nacimiento. Llegó quizás demasiado pronto, cuando todavía estaban asentándose, pero la presencia del niño, aunque fue un caos, dio a todos lo que les faltaba: una visión de lo que podría ser esa colonia en el futuro.
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martes, 10 de junio de 2025

Relato: La colonia extraterrestre

Un nuevo relato tras lanzar los dados. Aquí podéis ver el lanzamiento:

La colonia extraterrestre

dados del relato La colonia extraterrestre
Siempre habíamos pensado que los alienígenas serían hombrecitos que llegarían en naves espaciales o a través de portales de tecnología punta que contuvieran agujeros de gusano. Pero no, llegaron con la caída de un meteorito y no parecían, en principio, más que una simple colonia de bacterias.
Eran criaturas que no concebían que estuvieran haciendo ningún daño. Se alojaran en el huésped que se alojaran, siempre mejoraban sus capacidades. Lo único que querían a cambio era seguir viviendo en esos cuerpos y, quizás, tomar el control de vez en cuando.
Infectaron a los animales de los alrededores casi de inmediato, incluso llegaron a ocupar los cuerpos de un par de granjeros antes de que el ejército hiciera un perímetro de seguridad. Las negociaciones no fueron bien para ellos. Habían infectado a una pareja de ancianos sencilla y bondadosa, en cuyas mentes la guerra y la maldad humana eran algo lejano, y que agradecían que los extraterrestres rejuvenecieran sus cansados cuerpos para poder seguir viviendo una vida sencilla.
Los militares, por supuesto, tenían otros objetivos. Sonsacaron a los parásitos toda la información que necesitaban para esclavizarlos, limpiaron la zona y tomaron el control de la colonia. Luego, crearon un ejército de superhombres con el que fueron invencibles durante un tiempo.
Sin embargo, los alienígenas destacaban por su capacidad de adaptación. Acabaron por aprender a liberarse del control del ejército, y también asumieron la terrible verdad de la Tierra: nunca encontrarían allí su lugar de forma pacífica. 
De la noche a la mañana, se convirtieron en el azote de la humanidad. Se multiplicaron no solo en humanos, sino también en todo tipo de animales, y nos dominaron por completo en pocas semanas. Ahora, solo quedamos unos pocos sin infectar de cada especie, y vivimos en colonias donde nos estudian con curiosidad. 
No se está tan mal, aunque en el fondo envidio a los infectados. Son más fuertes y rápidos, no envejecen, y siguen con sus vidas con tranquilidad, salvo los pocos momentos en los que sus parásitos toman el control. No son libres, claro, pero ¿acaso yo lo soy?
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martes, 27 de mayo de 2025

Relato: El lado oscuro de la Fiesta Verde

Hoy tocaba hacer un relato del género Greenpunk, pero, francamente, soy incapaz de concebir un mundo en el que el ser humano viva en armonía con la naturaleza. Así que soy más fiel a la parte punk y me he ido por los caminos de la distopía...

 El lado oscuro de la Fiesta Verde

La Fiesta Verde conmemoraba, un año más, el día en que oficialmente el ser humano había alcanzado el equilibrio con el planeta tras siglos de guerra precedidos por un cambio climático tan brutal que había llevado a la humanidad al borde de la extinción.
Todos salían a las calles donde los jardines verticales estaban más lustrosos que nunca e intercambiaban los frutos de sus huertos o los últimos diseños con productos reciclados. Además, los que vivían cerca de las zonas negras se dirigían a las fronteras, donde se derribaba la vieja muralla y se inauguraba la nueva, veinte metros más allá, dejando un espacio baldío a los ciudadanos para que lo refertilizaran a su gusto.
Fueron esos ciudadanos entusiastas los que encontraron las cajas enterradas a poca profundidad. Dentro, había pruebas de que las zonas negras no estaban habitadas por la Gente Negra, rebeldes que odiaban a la naturaleza, sino por mano de obra esclava. Era a ellos a los que obligaban a tratar y volver a poner en circulación todos esos materiales supuestamente reciclables que los ciudadanos llevaban con tanto orgullo sin saber cuánto contaminaban al producirse y rehacerse; las máquinas no eran capaces de hacer ese trabajo. También les hacían trabajar en el mantenimiento de las inmensas plantas de energía que surtían de electricidad a esas utópicas ciudades que, masificadas, no podían generar suficiente potencia como para autoabastecerse.
Las autoridades no tardaron en reaccionar y en afirmar que no podía sino ser una trampa de la Gente Negra, que seguía empeñada en destruirles. Si había industria, solo podía ser cosa de ellos y, de haber esclavos, sin duda eran los ciudadanos inocentes que desaparecían de cuando en cuando. 
Esas explicaciones contentaron a la mayoría, que siguieron con su Fiesta Verde más comprometidos que nunca porque sus esfuerzos ecológicos tenían que compensar los excesos de la Gente Negra. Los que no quedaron tan convencidos tampoco fueron un problema: se unieron a las listas de desaparecidos y acabaron esclavizados en las fábricas donde se producían los bienes que tanto orgullo les había causado consumir.
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miércoles, 23 de abril de 2025

Relato: El planeta como rehén

Un nuevo lanzamiento de dados para hacer un relato, en este caso, con el nuevo lote que me compré ^^.

El planeta como rehén

Dados que inspiraron el relato
Los SFOT eran la élite de las fuerzas de defensa del planeta. Su escudo se miraba con admiración entre los ciudadanos y eran los únicos capaces de enfrentarse a cargueros espaciales amenazadores, de infiltrarse en sistemas enemigos para desbaratar su red de satélites o incluso de destruir planetas enteros que se atrevieran a desafiarles.
El resto de fuerzas militares terrestres les miraban con recelo, pero no podían pasar sin ellos. Su recelo estaba más que justificado: no tenían rival y se creían superiores, así que empezaron a meterse cada vez más en la política. Pronto se dieron cuenta de que no hacían falta las sutilezas. Tenían al planeta entero como rehén. Si los políticos no hacían lo que querían, podían bloquearlo y detener el comercio interplanetario de inmediato.
Se sentían tan seguros de su superioridad que no pensaron siquiera en que sus armas no valían para luchar a pequeña escala ni su inteligencia podía combatir las conspiraciones dentro del propio planeta al que supuestamente protegían. 
Por eso, cuando los demás militares quisieron deshacerse de su dictadura, buscaron otro enfoque. Soltaron a un reptil gigante fuera de la sede de los SFOT. Las fuerzas de élite no tenían armas de pequeño calibre y atacar a la bestia significaba destruir no solo su base, donde residían sus familias, sino miles de kilómetros a la redonda de la misma. Solo pudieron observar, impotentes, cómo destrozaba las naves que quedaban en tierra y aplastaba los edificios y a todo el que se pusiera en su camino.
Nunca llegaron a saber que la bestia había sido soltada por los mismos salvadores terrestres que rescataron a sus familias. Por eso permitieron que acogieran a los supervivientes, lo que les dio vía libre para lavarles el cerebro y para ir haciendo lo mismo con los SFOT que estaban de permiso y bajaban a tierra para visitar a sus seres queridos.
Pronto, salvo algunos pocos SFOT que se habían dado cuenta de lo que pasaba y huyeron para convertirse en piratas espaciales, toda la élite quedó compuesta por hombres sin voluntad al servicio de las fuerzas militares terrestres. Estas se dieron cuenta de que ahora tenían al planeta como rehén y que los políticos debían hacer lo que ellos quisieran, cambiando unos tiranos por otros.
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miércoles, 19 de marzo de 2025

Relato ilustrado: Mar adentro

portada para el relato Mar adentro
Les habían destinado a una estación científica mar adentro, y los tres se habían llevado a sus familias con ellos, una decisión desconcertante, porque no era lo habitual. Después de todo, eran científicos del más alto nivel y podían permitirse mantener a su gente mientras pasaban unos meses en medio de la nada.
La estación contaba con todas las comodidades, provisiones casi infinitas, una biblioteca de entretenimiento inabarcable, comunicadores de última tecnología e instalaciones deportivas. No obstante, miraras donde miraras solo había mar y nunca pasaba nadie por ahí, por lo que, aunque hubiera espacio de sobra, era inevitable sentir cierta claustrofobia.
Ni la esposa, ni los dos maridos, ni los muchos hijos del equipo científico estaban contentos con la situación. Se habían resignado, por supuesto, pero en el ambiente subyacía una cierta hostilidad hacia aquellos que les habían encerrado. Al menos, hasta que empezó la guerra.
Fue sin previo aviso, inesperada para todos, pero escaló tan rápido que pronto abarcó a todos los países del planeta. Las familias, pendientes todo el día de las noticias, observaron anonadadas cómo las hostilidades iban en aumento, con armas cada vez más sofisticadas. Ya no había hostilidad hacia los cabezas de familia que les habían llevado hasta allí, sino agradecimiento por poder vivir ese horror desde detrás de la pantalla y no en directo.
Finalmente, se lanzaron las bombas definitivas y se hizo el silencio. La radio interna de la red científica, sin embargo, siguió funcionando. La expedición a los polos fue la primera en ponerse en contacto. Luego, el experimento de la ciudad subterránea ubicado en un lugar remoto del Himalaya, el equipo de arqueólogos que se había internado en la selva en busca de una civilización perdida y muchos otros.
Todos ellos, en sus respectivos países, habían sorprendido a colegas y extraños al solicitar que sus familias formaran parte de la expedición, incluso había dos familias de astronautas que experimentaban cómo sería la vida en el espacio dentro de una Estación Espacial.
En su momento, les habían tachado de excéntricos, pero nadie había unido los hilos. Ahora, no quedaba nadie para unirlos, salvo las propias familias que se habían sentido traicionadas por ser arrastradas a lugares tan recónditos y ahora solo podían agradecer su propia salvación, preguntándose cómo y por qué.
Los científicos, sin embargo, también estaban un poco desconcertados. Ninguno recordaba por qué habían tomado esas decisiones tan poco convencionales, solo que las habían tomado tras tener una larga charla con los líderes de su asociación. Eso, quizás, había sido lo que les había salvado a todos. No había habido fugas de información porque todos creían haber tomado la decisión por un impulso propio.
Años más tarde, algunos recordarían vagamente algunos papeles preocupantes, llenos de fórmulas matemáticas con predicciones de tendencias sociales. Para entonces, poco importaba. Estaban demasiado ocupados reconstruyendo la civilización.
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miércoles, 30 de octubre de 2024

Relato: Una mejora de la especie

La consigna de hoy era escribir Un relato con pimiento, tentáculos y laboratorio
 

Una mejora de la especie

Le importa un pimiento lo que diga la ciencia. Los científicos no tienen ni idea. No es que no se pueda, es que no resulta ético. Y a él la ética se la repanpinfla. Por eso va a ser el primero en demostrar que se pueden combinar dos especies completamente distintas para dar paso a una versión mejorada de ambos. 
Se imagina a sí mismo con tentáculos que le permitan desarrollar todo tipo de tareas sin la limitación de solo dos brazos. O con alas. Pero claro, no puede implantarse los órganos a sí mismo, tiene que probar con otros especímenes. Además, es complicado encontrar sujetos válidos. Por ejemplo, un ave que tenga unas alas tan grandes como para elevar a un ser humano. Aunque, quizás, si el ser humano no es muy grande...
El cóndor andino puede con un niño pequeño. Por eso, prepara dos jaulas en su pequeño laboratorio. Primero secuestra al niño, uno de tantos que hacen la ruta migratoria en solitario, nadie le buscará. Luego se cuela en el zoo para conseguir el cóndor y es ahí donde le pillan. Nunca pensó que se fueran a tomar en serio la pérdida de los animales que ha ido usando para sus experimentos.
Juega la carta del niño, si no le sueltan, morirá. Pero su laboratorio secreto no está tan bien escondido y pronto liberan al mocoso. Ya solo le queda jugar la carta de negociar con el gobierno. Sus creaciones acaban por rechazar los nuevos órganos, pero entre tanto son una mejora de la especie a la que se puede sacar provecho. ¿Qué no podría hacer con un laboratorio gubernamental bien equipado?
Sus divagaciones son ignoradas y acaba en un manicomio, pero no pierde la esperanza. Tarde o temprano, alguien con menos escrúpulos verá el potencial de sus experimentos. Por eso, cuando los revolucionarios acuden a rescatarle, está preparado para huir con ellos. Le dan un laboratorio de ensueño y prometen proporcionarle cuanto necesite para sus experimentos. Por fin. Pronto, será el origen de un ejército de superhumanos y todos se arrepentirán de haberle tomado por loco.
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miércoles, 18 de septiembre de 2024

Relato: Un cuerpo mecánico

Esto es lo que me ha salido de las cartas Fatum esta vez:
 
Cartas en las que baso el relato corto
Una artificiera cuyo origen es un bosque y su trasfondo es un fantasma. Es aprendiz de una hechicera e hija de un cazador de sangre. Su marca del pasado es la separación de un halfling y la mueve su amor por un mago
 
Aquí, me he encontrado con varios problemas. De entrada, no sé qué es un cazador de sangre. Por lo que veo en internet, salen en un juego de rol, pero no tengo mucho contexto, así que he decidido que un cazador de sangre es aquel que hace magia con su sangre, sin más. 
 Lo de que el trasfondo sea un fantasma tampoco lo tengo claro, pero creo que lo he solucionado bien. Y, como estaba enrevesándose mucho, me detuve en la superficie sin poner más cartas en el tapete
 

Un cuerpo mecánico

Dalek fue uno de los cientos de miles que murieron en la guerra. Sin embargo, era un mago tan poderoso, y su amor por Enya era tan fuerte, que volvió como fantasma e incluso pudo acompañar a todos los exiliados cuando tuvieron que abandonar el planeta.
Enya había consagrado su larga vida a devolverle un cuerpo a su amado. Su padre era mago de sangre y había heredado su longevidad, pero esa clase de magia no servía de nada para resucitar a un muerto, y ningún sacerdote aceptaba gastar una onza de magia en darle cuerpo a un fantasma, más bien al contrario: los benignos intentaban que siguiera su camino espiritual y los malignos trataban de esclavizarlo. 
Pero no se sumió en la desesperación porque se acordaba de su medio hermano halfling y de los ingenios mecánicos que construía tantos años atrás, antes de que su gente apareciera por el bosque para reclamarle y les separaran para siempre. Si él había sido capaz de hacer esas maravillas en Cazbengol, en este nuevo mundo donde la tecnología podía dar lugar a auténticos portentos Enya podría crear una máquina capaz de albergar el espíritu de Dalek, cada vez más frustrado y enfadado con su situación, y con ella por no ser capaz de solucionarla.
Por eso, se comprometió como aprendiz de una maga y se convirtió en una gran artificiera, aplicando los conocimientos que le entregaba su maestra con cuentagotas para mejorar sus creaciones. Gracias a esa mezcla, pronto se hizo un nombre y sus criaturas mecánicas estaban muy cotizadas por bandas de incursores y mercenarios, a los que se las vendía siempre que cumplieran la condición de usarse en contra de los humanos que habían destruido su mundo.
Dalek se enfadaba mucho con ella por esa decisión, porque con los recursos de las Empresas Religiosas podrían alcanzar antes sus objetivos. La machacaba continuamente con el tema, pero Enya se mantenía firme. Había líneas que no estaba dispuesta a traspasar, ni siquiera por amor. Espiar y robar tecnología a otros, sin embargo, no era algo tan malo, así que, tras mucho insistir Dalek, se dejó convencer para intentar otras vías.
Hacía tiempo que había empezado a oír rumores de una banda, los Incursores de la Noche, que usaban artefactos mecánicos propios para sus misiones. Unos artefactos que podían estar animados por la chispa de la vida. Tenían entre sus miembros a una humana con poderes incatalogables y también a dos clérigos, pero si de verdad lo habían logrado, ella podría encontrar la forma de adaptar esa tecnología a la magia convencional.
Así pues, se puso en contacto con su artificiero y mecánico, un enano también muy reconocido en el mundillo, y concertó con ellos una falsa visita comercial a su base, con la intención de hablar de negocios y, entre tanto, robar sus planos y documentos para copiar sus diseños. No obstante, cuando llegó a la entrada del recinto, el enano, una humana y un semielfo armados hasta los dientes, además del elfo más siniestro que había visto jamás, salieron a recibirla.
—No acepto liches en mi territorio, por muy poco poderosos que sean —dijo el elfo. 
—No soy ningún lich —respondió ella desconcertada. Cuando el elfo alzó una ceja y dirigió su mirada hacia Dalek, normalmente invisible a los ojos de todos, comprendió—: No es ningún lich. Es un fantasma. Antes de nuestra huida de Cazbengol era un mago muy poderoso, así que quedó atrapado en forma de fantasma cuando murió en la guerra.
—Es un lich. Llevas su filacteria colgada al cuello —se puso firme el elfo. Ella llevó la mano al colgante que su amado le había regalado poco antes de la batalla, desconcertada por la afirmación, pero no notaba en él ninguna magia—. No podrás pasar a no ser que la dejes en la caja de seguridad de la entrada, que anula todo su poder y le mantendrá fuera de nuestra casa.
Enya iba a protestar indignada, pero el fantasma de Dalek se inclinó para susurrarle al oído:
—Hazles caso.
—Pero tú no eres...
—Puede que hiciera mis pinitos con la nigromancia durante un tiempo. Pero abandoné ese camino y mi magia era arcana, nunca pensé que eso me convertiría en un lich. Necesitamos que entres y consigas lo que hemos venido a buscar. Confío en ti.
Enya suspiró y miró con sospecha al elfo, que se había puesto a discutir en voz baja con el enano, la humana y el semielfo.
—No le hará daño, ¿verdad? 
—Solo le mantendrá confinado hasta que vuelvas a abrir la caja.
La artificiera aceptó las condiciones, se desprendió del colgante y entró, dispuesta a darlo todo para convencerles de la utilidad de sus inventos y el potencial de que pasara unos días en su base para mejorar las creaciones de todos. Allí, en la sala principal, conoció al resto de la banda.
—Seamos claros, tú lo que has venido a hacer aquí es a robarnos nuestra tecnología —gruñó el enano—. Y todo por un lich. Y yo que, por lo que había oído decir de ti, pensaba que eras un genio. No eres más que una idiota.
—No es un lich, al menos, no voluntariamente —repitió las palabras de su amado—. Hizo sus pinitos con la nigromancia pero lo dejó y no esperaba...
—Un nigromante que ha llegado a atar su alma a una filacteria no ha hecho pinitos. Ha dedicado años de estudio para lograrlo —la interrumpió el elfo—. Solo logran atar su alma a la piedra los más poderosos, aunque, por lo que veo, su cuerpo quedó destruido de algún modo y no es lo bastante fuerte como para salir y rematerializarse con suficiente energía como para interactuar con su entorno. Ni para poseer tu cuerpo, como seguramente fue su intención inicial. Qué mala pata para él haber dado la piedra como prenda de amor a una tonta con principios y un alma fuerte. No podía decirte lo que era realmente ni darte instrucciones para que realizaras algunos de los rituales oscuros que se necesitan para darle más autonomía, pero seguro que ha intentado convencerte de que hagas cosas que no deberías...
Enya fue a negarlo, pero acudieron a su mente las innumerables veces que había dejado caer sugerencias que estaban muy lejos de la ética, cómo la había machacado para que colaborara con quienes habían destruido su mundo, cómo la había convencido de que robar tecnología no era tan malo si era por una buena causa.
—Sombra tiene razón. Y la pregunta de verdad es, si no te hubiera mentido, ¿tanta importancia tendría que no tenga un cuerpo, si de todas formas estáis juntos? —intervino una elfa que a todas luces era una sacerdotisa. Lanzó una mirada cómplice al elfo siniestro antes de seguir hablando—. Aparte, incluso aunque pudiera entrar dentro de una máquina, no podría sentir ni podría tocarte sin miedo a hacerte daño. Tampoco sería capaz de hacer magia arcana, esta depende de la energía vital.
Enya no supo qué decir, pero quería creer que se equivocaban, que Dalek no le había mentido, que había habido algún error.
—Ya veo que no te acabas de convencer —dijo el semielfo—. Tienes fe en que nos equivocamos. Démosle un voto de confianza...
***
Horas después, Enya se acercó furtivamente a la caja de seguridad donde estaba guardado el colgante y lo sacó. De inmediato, Dalek apareció y exigió saber lo que había pasado.
—Tenemos que darnos prisa. Les he dado un somnífero. Intentaron convencerme de que eres un nigromante y de que tus intereses son malignos, les hice creer que me lo tragaba y fueron tan tontos que me enseñaron cómo funcionaba todo. Es un androide, Dalek. Un cuerpo muerto que guía a un caparazón robótico. El nigromante mete un fantasma en el cuerpo y este se activa. He pensado que podríamos ponerle el colgante y a lo mejor tú puedes entrar en el cuerpo de alguna forma.
—¡Es brillante, Enya! Pero no podemos dejar cabos sueltos. Cuando les robemos el androide, vendrán a por nosotros, tendremos que defendernos... o atacar antes.
Si había alguna duda, la insinuación de que había que matar a los incursores para evitar que recuperaran lo que era suyo era suficiente para que Enya abriera los ojos. No obstante, era tarde para echarse atrás
—Ya pensaremos en eso si todo funciona. Ahora vamos, hay que darse prisa.
Corrieron a través de la base hasta llegar a la sala donde el androide descansaba, inerte en su plataforma. Allí, Enya pasó el colgante por el cuello de la criatura y de inmediato pareció cobrar vida. La artificiera dio un paso atrás, pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando el androide la golpeó con fuerza, mandándola a la otra punta de la habitación.
—Vaya, ¿te he hecho daño, amor? —rió Dalek—. No queremos que te pase nada, necesitaré a alguien que se encargue de las reparaciones de esta maravilla. Aunque, bien pensado, puedo encontrar mecánicos en cualquier Empresa Religiosa. No te preocupes, será rápido. Tengo una banda entera de incursores de la que...
No llegó a decir nada más, porque Sombra y el resto de incursores entraron en la sala. El débil lich no era rival para el elfo, y mucho menos estando este secundado por dos sacerdotes. Ni siquiera hizo falta que activaran los mecanismos de seguridad del androide, el alma de Dalek fue expulsada del cuerpo sin problemas y la filacteria quedó hecha añicos en un suspiro.
Las humanas ayudaron a Enya a levantarse, aunque el dolor de su alma era mayor que cualquier dolor físico.
—Quería matarme... Tantos años perdidos por una mentira. 
—Todos nos equivocamos y, si lo hacemos, mejor que sea por amor, no por odio —le dijo la sacerdotisa elfa. Algo en su tono le decía que ella también había cometido errores que pesaban en su alma.
—Además, esos años no están perdidos si finalmente les sacas partido. Y tú se lo has sacado. Has aprendido a hacer artefactos increíbles que ayudan a nuestra gente a defenderse de nuestros agresores. Para mí, sería un honor aprender de ti y enseñarte cuanto sé para llevar nuestra lucha a un nuevo nivel —le ofreció el enano.
—Pero no tiene que ser ahora —bufó la humana con pinta de hacker, fulminando con la mirada al enano—. Roca es un desconsiderado. Estás herida y destrozada anímicamente. Necesitarás tomarte tu tiempo. Puedes quedarte con nosotros, descansando, el tiempo que haga falta. Y luego, haz lo que consideres.
Enya agradeció la oferta, pero necesitaba soledad y pensar en lo ocurrido con tranquilidad. Así pues, volvió a su laboratorio, lo desmanteló por completo para mandárselo a los Incursores de la Noche y luego se despidió de su maestra de magia. Necesitaba una dosis de bosque, aunque no fuera aquel en el que nació, para aclarar sus ideas y reconectar consigo misma. Luego, los dioses sabían.
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miércoles, 15 de mayo de 2024

Relato: Un robot por su aniversario

La consigna de hoy era hacer un relato con aniversario, robot y barriga.

Un robot por su aniversario

Francis le compró un robot por su aniversario y Maribel, con su enorme barriga de embarazada, se lo agradeció mucho porque pensó en todas las cosas en las que podría ayudarla. Pero pronto se dio cuenta de que, cuando le ordenaba algo a la máquina, esta la ponía al final de una larga cola de tareas que él le había pedido que hiciera antes.
-¿De quién es el robot? -le preguntaba, sarcástica, cuando lo necesitaba para algo pero estaba ocupado. Su marido respondía que era de ella, por supuesto, pero que lo necesitaba para hacer esto o lo otro. Así que, para variar, había comprado algo caro para sí mismo con la excusa de que era para ella.
Al final, se hartó y lo configuró para que solo aceptara órdenes suyas. Ese día, tuvieron una bronca monumental, pero ella no cedió y se mantuvo en sus trece. Francis, cabreado, se marchó de casa hasta que entrara en razón.
Normalmente, cuando hacía eso, Maribel siempre acababa cediendo y llamándole porque necesitaba dinero, o ayuda, pero esta vez tenía al robot. Le hacía compañía, le solucionaba los problemas de la casa, incluso encontró una forma de hacer que el robot ganara dinero en su nombre. Solo entonces se dio cuenta de que había estado en una relación tóxica y que no quería a su marido, simplemente le necesitaba.
Y a él no podía importarle menos Maribel o su hijo: ni siquiera apareció cuando fue a dar a luz en el hospital, sino que fue el robot quien la acompañó en el parto. Y también fue él quien le acompañó al despacho de abogados.
Cuando comenzaron los trámites de divorcio, él la acusó de haberse vuelto loca y enamorarse de una máquina. Pero ella se limitó a decirle que no quería al robot, sino que le necesitaba. Y que, al menos, el robot no discutía, ni la chantajeaba emocionalmente, ni la minusvaloraba. 
Fueron la primera pareja, de muchas, cuyo motivo principal para romper fue un robot. Se intentó legislar, hubo grupos de presión, pero ya era algo imparable: nunca más ninguna mujer seguiría con su marido solo por necesidad.
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miércoles, 13 de diciembre de 2023

Relato: Un universo de separación

La consigna de hoy era "Relata una historia de amor a distancia".

Un universo de separación

Estaban, literalmente, a un universo de distancia. Por desgracia, hacía un centenar de años que no había avances tecnológicos relevantes en el ámbito de los viajes espaciales. La información podía viajar de un punto a otro del universo casi al instante, pero la materia física era otra historia. Aunque ambos tomaran sendas naves a velocidad luz para encontrarse a mitad de camino, se criogenizaran y tomaran las precauciones, no llegarían a verse con vida. 
De todas formas, dado que vivían en distintas atmósferas incompatibles con la vida del otro, no habría servido de mucho. Los trajes hápticos eran lo más cerca que estarían de ese sueño de conversar cara a cara.
Era increíble cómo una conversación tonta en medio de un proyecto científico había dado lugar a algo tan imposible como irrompible. Dos especies diferentes de dos mundos opuestos que, sin embargo, habían encontrado su unión en dos mentes que parecían bailar al mismo son. Nunca tendrían suficiente el uno del otro; dedicaban más a su relación a distancia que a cualquier otra actividad, incluyendo el cuidado de su propia salud. 
La idea surgió como una serendipia. Era una locura, estaba prohibido en los planetas de ambos. Les daba igual. Tiraron de contactos y se internaron en sus respectivos submundos, hasta conseguir los planos. Hablaron con todo tipo de genios locos para adaptarlos a sus respectivas especies. Luego, construyeron las máquinas y programaron todo lo que estas debían hacer una vez que se metieran dentro del escáner. 
Lo activaron a la vez. Una copia perfecta de sus mentes y sus cuerpos, ahora convertidas en unos y ceros, viajó hasta el espacio privado del metaverso que habían alquilado para los próximos miles de años. Allí, por primera vez, se tocaron, se sonrieron y se sintieron. Mientras, sus viejos cuerpos físicos, ahora cáscaras vacías, se descomponían en esas máquinas prohibidas, ahora convertidas en ataúdes provisionales. 
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viernes, 12 de agosto de 2011

La máquina del tiempo. Maratón de escritura: día 5

Hoy también me he pasado un poquito de las cinco páginas. Lo primero ha sido el microrrelato de todos los días, que ha ocupado 12 líneas. Y luego me he puesto con mi novela romántica, que ya va por el capítulo 7, ocupándome el mismo un poco más de lo habitual esta vez: 5 páginas y un tercio de la sexta. Así que hoy he hecho cinco páginas y media más o menos. Y este es el microrrelato:


La máquina del tiempo
Quería viajar al pasado y para ello trabajó duro hasta conseguir construír una máquina del tiempo. Por desgracia, la potencia de esta máquina era limitada: sólo permitía viajar atrás cinco minutos y tardaba un cuarto de hora en cargarse. De esta manera, poco podía hacer si cometía un error y quería retroceder para enmendarlo.
No consiguió avances, por más que intentó mejorar el cacharro, y finalmente desistió por considerarlo inútil… a no ser que construyera una máquina que pudiera predecir el futuro con antelación, que le avisara diez minutos antes de que iba a hacer algo mal para ir cargando la máquina del tiempo y poder así enmendar su error.
Contento por su idea, se apresuró a crear ese añadido a su máquina del tiempo, sin darse cuenta de que, de hacer algo para avisarle antes de cometer sus errores, podía enmendarlos antes de cometerlos, haciendo así innecesario volver atrás en el tiempo para hacerlo.

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sábado, 26 de febrero de 2011

Cuerpo analógico, vida digital


Nada más nacer, sus padres, amantes de las nuevas tecnologías y de cuanto tuviera que ver con internet, le hicieron una página de Facebook y de tuenti, en los que colgaban todos y cada uno de sus avances, enfermedades, enfados, llantinas y primeras palabras.
No le mandaron a la escuela hasta que fue obligatorio, y una vez allí el muchacho no podía evitar preguntarse por qué algunos de los otros niños tenían juguetes de verdad y él no tenía ninguno. Sus padres le respondieron que para qué quería juguetes analógicos si tenía a su disposición centenares de videojuegos para su franja de edad. Así que cuando se hizo en la escuela el día del juguete, tuvo que llevar su consolita portátil, al igual que unos pocos niños más. En ese momento, su mente infantil se dio cuenta de que existían dos tipos de niños: los analógicos y los digitales. Sus padres hicieron lo posible por evitar que su hijo se convirtiera en un niño analógico, y finalmente su hijo fue un niño digital que, aunque se sentía atraído por lo analógico, lo temía y lo mantenía a distancia.
Los niños analógicos no tenían varias consolas, como mucho una, y se divertían con juguetes que ocupaban espacio innecesario. Tampoco tenían páginas en las redes sociales, ni cuentas electrónicas en las páginas de las grandes marcas dedicadas al público infantil saturadas de correos con maravillosa publicidad hecha a su medida. El niño digital se dio cuenta de que la mayoría de los niños analógicos tenían la piel más oscura por estar al sol, mientras que los niños digitales eran más pálidos. También había otras diferencias, como que los niños analógicos se ponían menos enfermos, eran más alegres y escandalosos, y les gustaba hablar entre ellos en vez de mandarse mensajes silenciosos con sus móviles (¡algunos ni siquiera tenían móvil!).
El niño digital creció con un montón de amigos digitales en sus cuentas de redes sociales, y actualizaba su estado cada hora. Las marcas se adaptaban a él y siempre le mandaban publicidad personalizada. Un día le dio por preguntarse cómo era eso posible, y comenzó a hurgar en internet para darse de bruces con el control parental que habían instalado sus padres.
El niño digital siguió observando atentamente (pero desde lejos) a los niños analógicos. A la hora del recreo, salían al patio y se dedicaban a correr, saltar y reírse mientras los niños digitales jugaban con sus consolas o se mandaban correos con los móviles. Descubrió que tenían mascotas analógicas, animales de verdad, en vez de tamagochi, y cuando pidió a sus padres uno, ellos se limitaron a decir que eso era muy sucio.
El niño digital siguió creciendo y las restricciones del control parental se iban empequeñeciendo según se hacía mayor. En el colegio comenzó a aprender ciertos conceptos como la intimidad, y empezó a plantearse si no sería mejor tener un poco de eso. Pero sus amigos digitales se habían acostumbrado a que actualizara cada poco tiempo y se preocupaban pensando que estaba enfermo, y, al dejar de decir qué le gustaba y qué no en sus perfiles, las marcas dejaron de mandarle publicidad de cosas que le gustaban y sus mensajes de correo le empezaron a molestar. Sus padres estaban también preocupados por este cambio en su hijo, del que sabían todo sólo gracias a la red.
El niño digital comenzó a correr en el patio con los niños analógicos y esto hizo que sus padres se preocuparan aun más, especialmente cuando su maestra les dijo que en realidad era bueno que el niño saliera para que le diera un poco el aire. Fue entonces cuando le cambiaron de colegio y tuvieron una charla seria con él.
Le explicaron cómo los niños analógicos eran unos salvajes descontrolados, cómo se pegaban de forma incivilizada en vez de quitar a los niños que les molestaban de la lista de amigos, cómo algunos ni siquiera sabían usar el ordenador. Le contaron la necesidad de las marcas de saber qué quería para que le pudieran ofrecer lo que necesitaba, cómo eso haría que todo fuera más barato y menos molesto porque a los niños analógicos les bombardeaban con publicidad que no les gustaba al no saber qué querían. Le enseñaron cómo hacía lo digital la vida más fácil a los ciudadanos y a los gobiernos, que podían fichar a la gente mala desde muy temprana edad. El niño digital creyó todo lo que le dijeron sus padres y se olvidó de la intimidad. Después de todo, sus 500 amigos de las redes sociales no dejaban de ser sus amigos, las marcas eran buenas con él y el gobierno le protegía y por tanto todos tenían derecho a conocer su estado a cada momento.
La vida del niño digital siguió así hasta que llegó a la universidad y se matriculó en una carrera on-line. El problema era que algunas de las prácticas eran presenciales y analógicas, aunque seguramente coincidiría con algunos amigos digitales. Cuando llegó a clase, hizo saber a sus compañeros que podían entrar en sus perfiles si querían comunicarse con él. En poco tiempo, se dio cuenta de que todos sabían todo de él, mientras que él no sabía nada de ellos, ya que esos chicos analógicos sabían algo de informática y eran tan maleducados que se metían en su perfil sin que él lo supiera, sin dejar comentarios o, de dejarlos, con perfiles vacíos, y además aprovechaban la información que leían en él para manipularle y hacerle trabajar más de la cuenta.
El chico digital volvió a preguntarse por la intimidad, pero tuvo la ocurrencia de buscar información creando un hilo en un foro de debate y acabó más confuso de lo que estaba. Su confusión fue en aumento cuando se encontró con su novia digital en una incómoda cita analógica y no tuvieron nada que decirse, aunque por internet no paraban de hablar. Y todo fue a peor cuando fue a una entrevista de trabajo y su entrevistador dijo que currículum les gustaba, pero que su perfil no era el que buscaban, aunque él no había permitido el acceso a su perfil a nadie que no fueran sus amigos después de su experiencia con los chicos analógicos.
No obstante, cuando nuevamente intentó conseguir la intimidad que no había tenido nunca saliendo del mundo digital, se dio cuenta de que estaba atrapado en él por sus padres, amigos, marcas preocupadas porque quisiera desapuntarse de sus páginas… y que el control que todos tenían sobre él era tan férreo que no podría salir nunca del mundo digital, ya que hacerlo le supondría un esfuerzo tremendo y probablemente el mundo analógico no le diera la bienvenida.