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martes, 2 de septiembre de 2025

Relato: El cuervo

La consigna del relato de hoy era: Escribe una historia que incluya un personaje que tiene un cuervo como mascota
 

El cuervo

Su familia había caído en desgracia y tuvo que dejar la ciudad para vivir humildemente en un pueblo perdido de la frontera. El lugar era tan pobre que allí podía vivir de sus rentas con un lujo inconcebible en la capital, pero Jonan habría dado cualquier cosa por volver a la ciudad, si eso hubiera sido posible. Era un pueblo de supersticiosos y parecían vivir como un par de siglos atrás; le desesperaban.
No tenía mucho que hacer, así que, cuando encontró a ese polluelo de cuervo, decidió adoptarle y convertirle en su mascota. Era un animal muy inteligente y pronto pudo enseñarle algunos trucos. Luego, se dio cuenta de que la gente del pueblo tenía miedo al animal y la diversión estuvo servida. 
Entrenó al cuervo para que les robara pequeños objetos y para que se pusiera a graznar frente a sus ventanas en plena noche. También paseaba por las calles con él en el hombro, y reía cuando la gente se apartaba a su paso o se persignaba al verle. Era una triste diversión, pero era la única que tenía y la explotó al máximo. Hasta que llegó la pandemia.
Estaba claro que Jonan no se había contagiado porque todo el mundo de mantenía a distancia y se transmitía por el aire. Bueno, estaba claro para él. Su inmunidad era para los pueblerinos una señal más que les confirmaba que Jonan tenía tratos con el diablo y que su espíritu familiar, el cuervo que graznaba en sus ventanas cada noche, les había lanzado una maldición que ahora se manifestaba en forma de enfermedad.
A Jonan le hicieron gracia sus acusaciones y les animó a acudir a las autoridades para denunciar su supuesta magia maligna. Pero el pueblo vivía como en el pasado, y en el pasado los asuntos del diablo no estaban en las manos de las autoridades, sino en las del propio pueblo. Debatieron la mejor forma de proceder y decidieron que era la purificación. 
El cuervo pudo huir por la ventana cuando la casa empezó a arder, pero Jonan no pudo escapar y murió entre gritos de agonía que sonaban a maldiciones. Por más que se persignaron, el animal maldito siguió graznando en sus ventanas, sin duda robando las almas de los enfermos para alimentar el espíritu de su amo carbonizado. 
Para cuando alguien logró abatir al pájaro, ya era demasiado tarde. Quedaban pocos, demasiado pocos, y el pueblo nunca se recuperó. Los que no acabaron marchándose, fueron muriendo de viejos o de pura pobreza. Y siempre había alguien que aseguraba que, a la muerte de cada uno, un cuervo graznaba en su ventana.
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