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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

martes, 28 de abril de 2020

Dos millones de años, un relato de ciencia ficción

Toca un relato basado en un dato o descubrimiento científico. Y el dato en el que me he basado es: 
Incluso viajando a la velocidad de la luz tardaríamos 2 millones de años en llegar a la galaxia grande más cercana, Andrómeda.
Y con esto enlazo con otro de los retos, que es "narra una historia que suceda en el espacio". Así, mato dos pájaros de un tiro.

 Dos millones de años

 Habían llamado a sus antepasados locos por embarcarse en la nave tripulada a Andrómeda, pero allí estaban por fin. Dos millones de años en la primera nave que viajaba a la velocidad de la luz y era capaz de autoabastecerse y autorrepararse de forma casi infinita. Ahora, los descendientes de esos locos habían llegado a otra galaxia para colonizarla y era toda para ellos.
A pesar de la población creciente, se había logrado evitar la endogamia gracias a un estricto control reproductivo. No obstante, los tripulantes actuales poco tenían que ver, tanto en aspecto como en capacidades, con los que salieron de La Tierra. Aun así, su espíritu de aventura y su deseo de vivir lejos de las normas del Gobierno Terrestre eran los mismos.
Por desgracia, esos deseos se harían añicos pronto. En dos millones de años, la tecnología terrestre había avanzado mucho. Tanto, que habían aprendido a viajar a través de agujeros que les permitían acortar distancias y habían colonizado Andrómeda hacía unos cuantos milenios.
Así pues, cuando los funcionarios del gobierno abordaron su nave y les explicaron esta circunstancia, tuvieron que tomar una decisión. Y, a sabiendas de que no se molestarían en perseguirles, huyeron a zonas del espacio inexplorado donde podrían seguir viajando en libertad.


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martes, 21 de abril de 2020

En lo alto de la torre, un relato de fantasía

Nuevo lanzamiento de dados para hacer un relato:

En lo alto de la torre

Nuevo lanzamiento de dados para hacer un relato:
Miró desde lo alto de la torre; un jinete se acercaba. No parecía un gran caballero, pero nunca se sabía. Quizás este llegara hasta el final de las pruebas del mágico edificio para liberarla. Quería que se esforzara y no se echara atrás, así que decidió asomarse a la ventana para que viera el premio que se llevaría si lo lograba. Lo último que vio fue la flecha que le atravesaría la cabeza.
El caballero entró en la torre, despreocupado, comiendo la manzana que constituía su almuerzo. Muerta ella, el edificio había perdido todo su poder. Cuando llegó arriba, todo lo que vio fue al monstruo, ya lejos de parecer la bella princesa que tentaba a los incautos, rodeada por los restos de sus víctimas.
Tiró el corazón de la manzana al suelo y se acercó a la armadura de su hermanastro. Le imaginó llegando a la habitación, orgulloso de su hazaña, solo para encontrarse con que la princesa era un ingenioso cambiaformas. O quizás nunca llegó a saberlo y murió antes de darse cuenta del engaño. Se encogió de hombros; ya daba igual. Lo importante era que le había vengado y que por fin podría enterrar sus restos... y reclamar la espada mágica y la armadura que eran su único legado familiar.

Lo leo en voz alta aquí: https://deborahfmunoz.com/mis-obras/ 

martes, 14 de abril de 2020

El engaño, un relato de fantasía

Hoy mezclo dos retos en el mismo relato corto: una historia de amistad eterna en la que aparecerán unicornios, una ballena y flamencos.

El engaño

Se creía cazador de unicornios hasta que tuvo a una de esas criaturas a su merced y no fue capaz de matarla. La dejó marchar y, con su acto, se ganó la amistad eterna y la bendición de esas criaturas, que sin embargo no podrían protegerle de la ira de su señor si volvía con las manos vacías.
Había escuchado que algunas ballenas tenían cuernos extraordinariamente parecidos a los de los unicornios, así que se dejó caer por el puerto más cercano. Una vez allí, no le fue difícil convencer a uno de los capitanes para que le trajera uno de esos cuernos, que tiraban al mar al considerarlos tan inútiles como los huesos. Cuando tuvo el cuerno de ballena en su poder, solo tuvo que buscar a un mago para que hiciera un conjuro que diera un halo de luminosidad al inútil objeto antes de volver con su señor.
Por suerte, el noble no tenía ni una pizca de magia en su ser ni hechiceros a su servicio que pudieran detectar el engaño, así que le concedió su libertad y una ingente cantidad de oro. De todas formas, por si acaso, huyó muy lejos de allí, a un lugar donde habitaban pájaros rosas en el que compró una casita que pasaba desapercibida para pasar el resto de sus días.
Nunca supo que, cuando descubrió el engaño, su señor le buscó incansable y que le habrían encontrado de no ser por los unicornios. Estos, fieles a su juramento de amistad, cuidaron de él y de sus descendientes por toda la eternidad ayudados por los flamencos, fieles centinelas de la familia.

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