Pues ya he acabado el nuevo reto de Vuestras consignas, mi relato. Hubo más palabras de las habituales, pero las he sabido encajar. Eran gótico, magia, lavadora, julio, noche. ¡Gracias a Judith, Merche y Laura!
Estúpidos hechizos
La noche estaba muy avanzada y el calor
de mediados de julio hacía que a Marga se le hiciera aún más
cuesta arriba el estudio de su libro de magia, pero se obligó a
concentrarse porque era el único momento en que no tenía libre para
esos menesteres: su trabajo como decoradora apenas le dejaba tiempo
para sus estudios, pero de algo tenía que vivir una mientras acababa
la carrera de brujería. Afortunadamente, su último encargo tenía
cierto encanto y, en vez de tener que convertir una casa corriente en
un paraíso de la pijería y el mal gusto, la habían contratado para
hacer el decorado gótico de un nuevo bar que abriría en breve.
«Deja de pensar en el trabajo y ponte
a lo que tienes que ponerte», se regañó.
Volvió a centrar su atención en el
libro de hechizos. Su gran error había sido aprender primero los
hechizos útiles e interesantes, dejando para el final los otros. El
que tenía que aprender en ese momento era para purificar la
vestimenta antes de hacer una invocación. Hacía unos cientos de
años era necesario, pero ahora con poner una lavadora era
suficiente, por lo que nadie lo usaba. Por supuesto, como el temario
no había cambiado ni un ápice en los últimos mil años, aunque el
hechizo fuera inútil, tenía que aprendérselo, igual que tantos
otros que habían perdido su enorme valor con los avances
tecnológicos, como el de iluminación (¡con lo fácil que era
pulsar el interruptor!) o el de comunicación a distancia,
terriblemente complejo y limitado, en especial cuando todo el mundo
tenía un smartphone.
-Estúpidos hechizos inútiles, ¡que
tenga que aprender estas bobadas para pasar de curso y aprender cosas
realmente útiles es el colmo! -se quejó en voz alta.
De pronto, un fogonazo y un horrible
ruido hicieron saltar los plomos de su hogar. Intentó usar la
linterna de su smartphone, pero no hubo forma de encenderlo: ya era
mala pata quedarse sin batería justo en ese momento.
«Vale, al menos el hechizo de
iluminación sirve para algo», se dijo, y pronunció las palabras.
La habitación se llenó de una luz clara, que duraría el tiempo
suficiente para cambiar la batería de su teléfono por una de
repuesto, bajar al piso de abajo y devolver el sistema eléctrico a
la normalidad.
—¿Ves como esos hechizos no son tan
inútiles? —la sobresaltó una voz a sus espaldas cuando consiguió
que las luces se encendieran de nuevo. Se giró y vio a uno de sus
maestros, un viejo mago que vivía anclado en el pasado, frente a
ella. Por alguna razón, no le sorprendió esa invasión a su
intimidad. Había oído historias sobre lo mucho que le gustaba
gastar bromitas a los alumnos que despreciaban los hechizos que él
tanto se empeñaba en que se siguieran enseñando—. ¿Y bien,
señorita? ¿A que ahora aprecias más estos «estúpidos hechizos
inútiles»?
Marga sacó un mechero y lo encendió.
—Si no hubiera sabido hacer esa luz,
tampoco hubiera sido tan difícil usar esto para iluminar el
trayecto.
El viejo se quedó mirando la llama y
tardó un rato en responder:
—¡Esa luz tan miserable no te
hubiera servido contra una sombra!
—Afortunadamente, las sombras
desaparecieron hace años de la faz de la Tierra —respondió Marga,
tranquila—. Y ahora, ¿puede hacer el favor de largarse de mi casa?
Tengo otro estúpido hechizo que aprender antes de poder irme a
dormir.
El mago se marchó, indignado.
«Es el tercer alumno que me dice
esto», pensó. «Habría que dejar volver a algunas sombras de su
destierro, para enseñarles el valor de las viejas costumbres».
Por supuesto, el confiado anciano no
podía sospechar que estos pensamientos habían sido, en parte,
creados por las propias sombras, que esperaban pacientes a que unos
cuantos alumnos más se quejaran e intentaran que sacaran del temario
algunos de los hechizos que ya no se consideraban útiles. En cuanto
el viejo viera que era una batalla perdida, vería en la liberación
de algunas sombras la única opción de conservar la tradición... y
ellas estarían preparadas para aprovechar esa pequeña brecha y
volver al mundo.
Sigue a @DeborahFMu