Le gustaban los deportes extremos, pero cada vez necesitaba más dosis de retos y peligros. Además, la experiencia debía ser original y única; si ya lo había hecho alguien más, no tenía tanta gracia. Por suerte, tenía una gran fortuna y había muchos planetas donde llevar a cabo esos retos que le llevarían a la gloria.
Cuando oyó hablar de la cadena montañosa Shalazam, del planeta Kystol, supo que estaba a la altura de su leyenda. Llegar a su pico más alto sería como muchos siglos atrás fue escalar el Everest de la vieja Tierra. Ahora era poco más que un paseo para turistas, pero el primero que dominó su cima se convirtió en un héroe.
Kystol era un planeta con una gravedad bastante alta y temperaturas gélidas, y no había sido terraformado porque no merecía la pena vivir en él, por lo que tendría que llevar mucho equipo y estaría solo en la gesta. Simplemente perfecto para un rico aburrido y aventurero que quería que su nombre resonara en los libros de historia.
Apenas había escalado un tercio de la montaña cuando sus fuerzas comenzaron a flaquear. No era solo la gravedad y el frío; la mitad de las máquinas que cargaban con su equipo se habían estropeado y tenía que dedicar más tiempo a arreglarlas que a la ascensión. Aun así, siguió adelante, empecinado, y no decidió dar la vuelta hasta que fue demasiado tarde.
Un par de siglos después, su nombre había sido completamente olvidado, pero su cadáver se convirtió en un hito más para los excursionistas, exactamente igual que pasaba en el Everest de la vieja tierra. Los que habían ido ascendiendo cada vez más alto después que él habían
aprovechado sus provisiones y sus máquinas, y alguno hasta se había
llevado sus objetos personales como souvenir, pero a nadie le importaba su identidad. Era, simplemente, El tipo de rojo, y marcaba el final del primer tercio del camino.
En algún momento, a uno de los excursionistas le dio por intentar ver su rostro congelado y se llevó una sorpresa al ver que se parecía mucho a él. Una pequeña búsqueda en su IA de bolsillo le descubrió que había sido un pariente muy lejano que había desaparecido en un viaje exploratorio a Kystol. Mientras disfrutaba de las vistas del pico más alto, se planteó hacerle un homenaje, pero luego se lo pensó mejor. Después de todo, el muy tonto había sido incapaz de coronar la montaña, ¡con lo fácil que era el ascenso!
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