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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

martes, 8 de julio de 2025

Relato: La polizona

La consigna de hoy era "Haz una historia romántica situada en el siglo XXVIII"
 

La polizona

A Ying le fascinaba la historia de la Tierra. Cómo la humanidad había pasado de vivir como animales a levantar civilizaciones. Cómo se creaban y se destruían imperios. Como la tecnología había ido avanzando hasta que, en el siglo XX, se mandaron las primeras expediciones al espacio. Cómo en los siglos sucesivos esa tecnología había estado a punto de desaparecer, junto a la humanidad misma, en guerras cada vez más peligrosas. Y cómo por fin su gente, harta de tanto conflicto, había creado la colonia lunar y había abandonado a los terrícolas a su suerte.
La historia era muy clara, debería ser fácil prevenir que se repitiera. Sin embargo, la luna comenzaba a tener los mismos problemas que habían llevado a la Tierra a su fin. Por eso, se había embarcado como polizona en la primera expedición de colonización de marte.
La habían descubierto, claro, pero ya era demasiado tarde para dar la vuelta y había provisiones de sobra. No podían tenerla encerrada los nueve meses, ni el resto de sus vidas en Marte, ya que era un viaje sin retorno. Así que habían asignado a uno de los astronautas de menos rango, Xiong, que se encargara de vigilarla, y habían seguido cada uno a lo suyo.
Xiong no había parado de refunfuñar desde que le obligaron a hacer de niñero, pero Ying no era una ciudadana lunar cualquiera. Ying era un genio y tenía mucha mano con la tecnología. Tanta, que fue la que dio con la solución cuando los sistemas empezaron a fallar sin ningún motivo.
Desde ese momento, Xiong dejó de refunfuñar y empezó a sentir curiosidad por esa loca que se había colado en la nave. Las explicaciones que dio para querer irse de la luna tenían sentido. Demasiado. Él mismo las había considerado cuando se ofreció esa oportunidad. Pero Xiong era cuadriculado y había seguido los cauces oficiales. Seguía molestándole un poco esa mujer que era todo impulsos y caos.
No obstante, se empezó a dar cuenta de que el caos alrededor de Ying estaba más que controlado, y que ella parecía usarlo en su beneficio. El caos que generó con las provisiones logró un reparto más satisfactorio. Su impulso de conocer a todos y meterse en sus vidas consiguió que los que se llevaban mal empezaran a tolerarse, y que empezaran a formarse amistades sólidas. Su decisión aparentemente aleatoria de cambiar algunos sistemas y redistribuir algunos muebles resultó en una mayor comodidad para todos.
Pronto, la tripulación decidió que Ying ya no necesitaba vigilancia, pero ella seguía buscando a Xiong.
-Eres mi calma en medio de la tormenta -le dijo.
Xiong refunfuñó, sin tener del todo claro lo que le hacían sentir esas palabras. Sin embargo, cuando Ying, decepcionada, dejó de frecuentarle tanto, se dio cuenta de que echaba de menos su alegría y su aleatoriedad. Así pues, se armó de valor y le dijo:
-Eres la agitación que mueve mi calma.
Ella reaccionó lanzándose a sus brazos y dándole un beso. Él no pudo sino corresponderla. Su primer hijo fue el primer marciano de nacimiento. Llegó quizás demasiado pronto, cuando todavía estaban asentándose, pero la presencia del niño, aunque fue un caos, dio a todos lo que les faltaba: una visión de lo que podría ser esa colonia en el futuro.
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