Traigo el relato de la última convocatoria de Vuestras consignas, mi relato. Recibí tres palabras de Judith: enamorarse, comprar y Japón.
La muñeca japonesa
Sigue a @DeborahFMu
La muñeca japonesa
Nunca había pensado que podía enamorarse de un objeto, pero tenía que comprar esa preciosa muñeca antigua traída de Japón, aunque costara medio sueldo y fuera apretada el resto del mes. No se lo pensó dos veces y así lo hizo, con lo que se llevó una terrible bronca de su novio, que le reprochaba el gasto innecesario. Normalmente, se quedaba callada cuando él se ponía así y cedía, pero un vistazo a la muñeca le dio entonces el valor necesario para replicar:
—¿Qué demonios? ¿Qué derecho tienes tú a abroncarme por nada? Yo soy quien trabaja como una mula para traer un sueldo a casa mientras tú te quedas aquí haciendo el ganso. Podría admitirlo si al menos hicieras las tareas del hogar, pero eso también me toca hacerlo a mí. ¿Que me he gastado medio sueldo en una muñeca? Pues genial, menos que puedes gorronearme.
Él la miró, entre furioso y sorprendido, pero al final ganó la furia y se puso a recoger sus cosas con la intención de marcharse. La última vez que su novio hizo eso, ella le suplicaba que lo dejara y le decía que lo arreglarían, pero una nueva mirada la muñeca le dio fuerzas para quedarse en pie, de brazos cruzados, mientras lo hacía y él, que en realidad había empezado de farol, tenía demasiada dignidad como para interrumpir su rabieta.
Así pues, el novio gorrón se marchó y ella cambió la cerradura sin darle una segunda oportunidad. Al mes siguiente, sorprendida por lo mucho que le duraba el dinero ahora que él no se lo gastaba en cervezas y en aperitivos para invitar a sus amigos cuando jugaban a la consola, redecoró la casa poniendo la muñeca en el lugar de honor que merecía por cambiar su vida.
—¿Qué demonios? ¿Qué derecho tienes tú a abroncarme por nada? Yo soy quien trabaja como una mula para traer un sueldo a casa mientras tú te quedas aquí haciendo el ganso. Podría admitirlo si al menos hicieras las tareas del hogar, pero eso también me toca hacerlo a mí. ¿Que me he gastado medio sueldo en una muñeca? Pues genial, menos que puedes gorronearme.
Él la miró, entre furioso y sorprendido, pero al final ganó la furia y se puso a recoger sus cosas con la intención de marcharse. La última vez que su novio hizo eso, ella le suplicaba que lo dejara y le decía que lo arreglarían, pero una nueva mirada la muñeca le dio fuerzas para quedarse en pie, de brazos cruzados, mientras lo hacía y él, que en realidad había empezado de farol, tenía demasiada dignidad como para interrumpir su rabieta.
Así pues, el novio gorrón se marchó y ella cambió la cerradura sin darle una segunda oportunidad. Al mes siguiente, sorprendida por lo mucho que le duraba el dinero ahora que él no se lo gastaba en cervezas y en aperitivos para invitar a sus amigos cuando jugaban a la consola, redecoró la casa poniendo la muñeca en el lugar de honor que merecía por cambiar su vida.
![todos los libros de la escritora Déborah F. Muñoz https://deborahfmunoz.com/mis-obras/](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwfaCHhg9eXZCbOyxaR45GrZd0x8nBi7hN_Wz2NZdA_Dwt58UsW2sRsK1mXI5kViyFP9Xwkam9iYIG3uCF5-HhuCtrW9VErQ7dbx267fcLF4Vt9bW_M3owog6aF4N6h6ivxphuQDBSXGo/s640/resumen-libros-D%25C3%25A9borahFMu%25C3%25B1oz-escribolee+copy.png)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por visitarme y comentar! Espero que lo que publico te haya gustado pero, si no es así, por favor, ¡dímelo de forma constructiva! Tus comentarios me ayudarán a mejorar.