La primera batalla
Todo está preparado, pronto empezará el combate. Esperan las órdenes en cualquier momento. Confía en que todo irá bien; sus mandos son grandes estrategas, y su armamento es muy superior al de sus enemigos. Pero ellos son conocidos por su crueldad y, en el fondo, tiene miedo de que algo salga mal y lleguen hasta ellos.
Santa Bárbara, virgen bendita, con tu espada vencedora protégeme de mis enemigos.
Aún recordaba el día en
que se presentó en Segovia siendo un joven imberbe, con su
certificado de nobleza y la cabeza llena de sueños de gloria. Entrar
en la Academia fue todo un honor y sus primeros pasos en el Alcázar
anticipaban un futuro brillante.
Su formación había sido
dura, pero es bueno con los números y ha sido siempre de los mejores
cuando realizaban las pruebas; apenas tenía fallos y dar en el
blanco no tenía secretos para él.
No obstante, ahora que su
primer combate es inminente, se pregunta si está preparado. No sería
el primero que empieza a tener fallos bajo presión, y no duda que,
en cuanto todo empiece, el caos de la batalla le afectará.
Lo tiene todo listo para
la primera andanada, pero tiene que acertar en todas. No puede
permitirse no hacerlo. Cada fallo podría costar la vida a alguno de
los suyos. Cada fallo es una oportunidad del enemigo para
sobreponerse y contraatacar.
Santa Bárbara, virgen bendita, con el poder del rayo, glorifica la boca de fuego de mi cañón y permite que salga victorioso.
Mira a los demás oficiales artilleros. Parecen relajados, decididos y tranquilos. Algunos de ellos incluso se permiten el lujo de bromear en un intento de descargar un poco de tensión. Pero sabe que las apariencias no tienen por qué significar nada. Él mismo, en apariencia, está tranquilo, aunque por dentro está hecho un manojo de nervios. Inspira y expira con lentitud, en un intento de relajarse.
Santa Bárbara, virgen bendita, con el cáliz y el vino mantén la fuerza de mi cuerpo y espíritu para la dura lucha y el combate.
Se empieza a ver
movimiento entre las filas enemigas. ¿Se atreverán a atacar los
primeros o esperarán? O quizás...
No tiene tiempo de pensar
en nada más porque dan, por fin, la orden de atacar. De pronto, los
nervios, el miedo y la tensión pasan a un segundo plano y los largos
años de instrucción toman el control de su cuerpo.
Apuntar y hacer blanco.
La medallita de la virgen
contra su pecho le da coraje en medio de la confusión.
Apuntar y hacer blanco.
No va a fallar porque no
puede fallar, sus compañeros tampoco fallarán.
Apuntar y hacer
blanco.
Apuntar y hacer blanco.
Santa Bárbara, virgen bendita, no me abandones nunca para que pueda defender mi fe y mi tierra.
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