Hacía mucho tiempo que planeaba este viaje y, aunque de haberlo sabido habría acabado en Egipto, no me disgustaba para nada el plan.
Me cambiaron el avión a uno que salía a las 9, 2 horas antes de lo previsto, lo cual obligaba a madrugar, pero en contrapartida llegabas con mucho tiempo para disfrutar de la ciudad a tu bola. Para comer, un bocata porque, aunque decían que aterrizábamos a eso de las 2 hora local, ya sabemos que entre que esperas a los demás y te llevan al hotel se te echa por lo menos una hora o dos encima. Las caras hambrientas del resto de la gente del grupo me indicaron que tomé la decisión correcta.
Me llevé una sorpresa cuando descubrí que al final no me alojaba en el hotel que me habían dicho, pero fue una grata sorpresa porque estaba mucho más cerca del centro histórico y además me obligaba madrugar menos… al menos, el primer día. En la vuelta a Atenas nos volvieron a cambiar de hotel, y también era céntrico y con buenas vistas.
Lo primero que hice nada más llegar al hotel fue subir a la terraza, que tiene una vista panorámica de la Acrópolis. Luego hice una parada de aprovisionamiento en un supermercado, volví al hotel para dejarlo todo y ya salí para el centro.
Lo primero que hice nada más llegar al hotel fue subir a la terraza, que tiene una vista panorámica de la Acrópolis. Luego hice una parada de aprovisionamiento en un supermercado, volví al hotel para dejarlo todo y ya salí para el centro.
Google me mandó por sitios muy turbios, de esos que te hacen temer por tu integridad o por lo menos por la integridad de tus bienes. Ni una sola mujer en las calles, ni en las tiendas, y casi todos los hombres con los que me cruzaba, dependientes incluidos, parecían sacados de una película de mafiosos. Además las calles eran estrechas y estaban muy mal conservadas, lo que hizo que me diera un hostión de campeonato al resbalar por una acera que estaba completamente limpia pero tan pulida que era casi imposible andar sin caerse. El tipo al que intentaba esquivar haciendo el quiebro, con pintas de quinqui, se lanzó sobre mí para ayudarme: iba con buenas intenciones, pero me dio un buen susto.
Más adelante nos enteraríamos que casi toda la ciudad es así, y que está plagadísima de carteristas. Aunque si vas por las calles anchas (las pocas que hay) no da tanto miedo.
Por suerte, la aventura acabó bien y de pronto me encontré en el paraíso de los amantes de Alicia del País de las Maravillas. Un sitio al que tuve intención de volver pero que no llegué a encontrar a la vuelta.
Paraíso de los amantes de Alicia en el país de las Maravillas y biblioteca |
Pero bueno, es una zona bonita para pasear y encuentras muchas cosas de interés. A todo esto, allá donde vayas encuentras uno de esos amuletos de ojos azules mirándote fijamente, así que me compré uno, para tenerlo de mi parte y que me proteja del mal de ojo.
Luego volví al hotel para cenar (restaurante buffet de batalla: variado pero grasiento e insípido, en general), subí a la azotea para ver la Acrópolis iluminada y me fui a descansar porque al día siguiente nos esperaba la subida a ese maravilloso monumento.
Los días siguientes del viaje a Grecia...
El último día del viaje a Grecia: la Tríada Ateniense y el aeropuerto griego
El último día era perdido. Solo salí un ratito para ver la Tríada ateniense, unos bonitos edificios (Biblioteca, Academia y Universidad), antes de empezar la odisea del aeropuerto. Porque menuda odisea… Más de dos horas esperando la facturación, con una sola persona metiendo los datos manualmente en una interfaz del siglo pasado… No sé procesó a todos los pasajeros a tiempo, obvio, y encima me obligaron a facturar la maleta de mano, así que, además de salir el vuelo con muchísimo retraso, me tocó esperar a que llegara.
Sobre el hotel Candia
Pone que son cuatro estrellas, yo le daría dos o tres como mucho. Un poco cutre, pero las camas eran cómodas y al menos descansé. Pedazo de azotea con vistas a la Acrópolis, y buena ubicación.
Sobre el hotel Novus
Tenía mejor pinta, pero sin duda era mucho peor porque está frente a un semáforo en una carretera transitada. Las almohadas, además, eran duras como piedras y no descansé nada. Pedazo de azotea con vistas a la Acrópolis, y buena ubicación siempre que des un pequeño rodeo y no vayas por la calle del hotel, sino por la paralela. El bufé de desayuno, eso sí, fue el más decente de todos los del viaje.
Sobre Oionos Café Bar
Un restaurante cerca de la parte baja de la Acrópolis. La comida no es espectacular, aunque tampoco es mala, y el trato es agradable.
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