Otro relato inspirado en un lanzamiento de dados...
Un grande de la historia
Era un hombre bastante simple, pero tenía potencial mágico y, si lo despertaba, podía llegar a hacer cosas extraordinarias. Convencidos de que sería fácil de dirigir en la dirección correcta, los Místicos le eligieron para pasar las pruebas. Así pues, se pusieron en contacto con él y le explicaron que, si las superaba, obtendría un poder que le permitiría ser un grande de la historia.
Tal y como esperaban, en cuanto se convenció de que no era una broma, se internó en los subterráneos sin dudarlo y superó, una por una, todas las pruebas que se le presentaron. Luego, bebió del caldero mágico y obtuvo un gran poder, momento en el que los Místicos salieron de sus escondites para felicitarle.
Le hablaron entonces de todo lo que podía hacer: evitar catástrofes naturales, combatir el cambio climático, convertirse en el líder de un país... Él les miró con ojos vacíos mientras le hablaban, con una sonrisa bobalicona, y les dijo que se lo pensaría antes de desaparecer sin dejar rastro.
No fue difícil localizarle de nuevo, sin embargo. Poco después, aparecía en casi todos los telediarios como una joven promesa del fútbol que salía con todo tipo de parejas despampanantes. Los Místicos, decepcionados, ni siquiera se molestaron en ir a hablar con él para convencerle de que usara su poder de forma positiva; se limitaron a ir a una de las ruedas de prensa y a llenar su vaso con una contrapócima.
-¿Qué diablos pasa con los humanos de este siglo? -preguntó el Místico Plateado mientras empezaban a buscar a otro humano con potencial mágico en el que poner sus esperanzas-. Ya van tres que aprovechan el don que les otorgamos en su propio beneficio.
-Quizás deberíamos, no sé, buscar otros que sean menos tontos y simplones. Alguien que sepa valorar la posibilidad de cambiar el mundo y formar parte de los grandes de la historia -sugirió el Místico de Cobre.
-¿Otro Alejandro Magno, otro César, otro Napoleón? Nunca sale bien, y no podemos arriesgarnos a otro Hitler en un mundo plagado de armas atómicas.
-Está bien, está bien... ¿Y por qué no una mujer? Nunca lo hemos intentado, lo cual me parece inaceptable -insistió el de Cobre.
Por primera vez en milenios, su propuesta no se descartó de inmediato y decidieron intentarlo. Machistas como eran, eligieron a la primera que encontraron con el potencial mágico, convencidos de que, como era mujer, sería fácil de manejar en cualquier caso. Ella hizo muchas preguntas antes siquiera de emprender las pruebas, lo que era una buena señal. También las superó con facilidad y bebió del caldero, así que todo parecía ir a pedir de boca. Al menos, hasta que derramó el contenido restante del caldero y, cuando los Místicos salieron a protestar, segó sus vidas inmortales.
No lo hizo por maldad, ni por ansia de poder. No podía permitir que el destino del mundo siguiera en manos de unos individuos que buscaban humanos manejables para hacer historia, pero que no comprendían el mundo que querían cambiar ni a los hombres a los que utilizaban. Salió del subterráneo con el corazón más pesado, pero decidida a usar su poder para conseguir un cambio profundo y para bien.
En las décadas siguientes, cometió grandes atrocidades, pero también hizo grandes cosas por la humanidad, ¿quién sabe si todavía estaríamos en este planeta si no hubiera ascendido al poder absoluto, viendo el camino que llevábamos antes de que apareciera? Es por eso por lo que la veneramos incluso hoy, siglos después de su retiro. Y por lo que rezamos para que vuelva, ahora que las cosas vuelven, una vez más, a torcerse.
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