Este es el séptimo relato del reto: Vuestras consignas, mi relato. No he tardado demasiado, es lo que tienen las clases aburridas. Gracias a Astarielle, aresbcn y Dulce Cautiva por aportar las palabras.
Bueno, esta vez ha sido algo complicado hacer el relato, más que nada porque un reformatorio y un caramelo no casan demasiado bien, así que al final me he ido a lo fácil, me temo, y he acabado haciéndolo desde el punto de vista infantil de una niña pequeña, con el problema que conlleva usar un vocabulario de niño cuando no convivo ni tengo trato frecuente con ninguno.
La vuelta del hermano mayor (Cascarrabias, reformatorio, caramelo)
Emy había esperado con ilusión el día en que su hermano mayor, Tom, fuera a vivir a su casa. Su mamá estaba muy contenta también porque hacía mucho que no vivía con ella, pero su papá, que no era el papá de Tom, no le quería allí y le había dicho a Emy que hacía tiempo su hermano había hecho algo muy malo y por eso estaba en un colegio especial, que se llamaba Reformatorio, y que probablemente no fuera capaz de comportarse bien fuera de allí. Aun así, como quería mucho a su mamá, había aceptado que se quedara con ellos y Emy, que había pedido a las hadas que su padre accediera, se alegraba mucho de su decisión.
Pero, cuando Tom llegó, Emy se encontró con que su hermano mayor no era como los hermanos mayores de sus amigos, divertidos y pacientes, sino que era un cascarrabias que siempre tenía la misma cara que los malos de las películas, y cada vez que ella se acercaba para jugar con él, o para ofrecerle un caramelo, gruñía y la ignoraba, encerrándose en su cuarto y poniendo música desagradable en un volumen muy alto. Entonces, su papá, que cada día estaba menos contento con la presencia de Tom en la casa, comenzaba a gritarle y empezaban a discutir, y su mamá se ponía a llorar en su habitación.
Emy estaba muy triste por toda esa situación y empezó a pedir a las hadas que anularan su deseo, sabiendo que ellas lo habían tergiversado porque lo había pedido de forma egoísta. Cuando los dos policías aparecieron en la puerta de su casa y se llevaron a su hermano, según su papá para llevarle otra vez a Reformatorio porque había estado vendiendo a sus amigos caramelos especiales prohibidos, no pudo sino alegrarse de que hubieran decidido escuchar su súplica, y desde ese día juró que nunca volvería a pedirles nada.
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.