Tuvimos la suerte de que nos dejaran hacer una visita express a Bayeux, donde vimos desde el bus el cementerio inglés y pudimos hacer una visita rapidísima a su maravillosa catedral. Tengo que volver, porque parece ser que hay auténticas joyas en esa ciudad, y se veía bonita.
Honfleur
La ultima parada del día fue Honfleur, un pueblo con un puerto medieval e iglesias de aspecto vikingo que me alucinaron. Una de ellas estaba abiertas y el interior de madera me dejó con la boca abierta.
Normandía - Bayeux, Honfleur, Rouen
Rouen
Empezamos el día siguiente en Rouen, una ciudad plagada de iglesias y catedrales de gótico flamígero que son una auténtica pasada.
Primero nos hicieron el tour guiado y entramos en la catedral, donde había una misa cantada preciosa, luego nos dieron tiempo libre, que aproveche para intentar entrar en algunas de las iglesias que habíamos visto de camino. En una no fue posible, pero en otra que parece que siempre está cerrada conseguimos entrar y además había un concierto de órgano y una exposición de impresionismo, así que quedé muy satisfecha. También vi la estatua de Rolo y la piedra con grabados rúnicos que dejó.
Un nuevo relato basado en un lanzamiento de dados, aquí se me puede ver lanzándolos:
Renunciar a la magia
Como todos los inviernos, el hada Blonda había perdido su magia. Para la mayoría de las de su especie, eso suponía un problema, pero para Blonda era una bendición. Nada le gustaba más que la alquimia, pero esta reaccionaba muy mal con la magia. Tan mal, que cualquier reacción química se volvía inestable y daba lugar a resultados de lo más extraños.
En invierno, cuando perdía su magia, solo tenía que preocuparse de que el polvo de hada que desprendían sus alas no entrara en contacto con las fórmulas. Por eso, pasaba toda la estación en el suelo, con sus alas bien tapadas y alejada de sus compañeras para que no se asustaran cuando las cosas explotaban.
Esa afición tan extravagante había hecho que las demás le dieran de lado, pero Blonda era feliz con sus experimentos y daría lo que fuera por renunciar a su magia y poder llevar sus experimentos a cabo durante todo el año. Por eso, cuando acabó el invierno y recuperó la magia, decidió comenzar un largo y peligroso viaje para buscar la manera de convertirse en una humana.
Tras muchas aventuras, por fin encontró a una anciana curandera que le ofreció una solución: si ambas tomaban a la vez la poción que había preparado, intercambiarían sus cuerpos. Blonda aceptó sin pensarlo, y solo cuando estuvo dentro del cuerpo de la humana se dio cuenta de que era vieja y que no tardaría en morir.
La humana, por su parte, se burló de ella y salió volando, dispuesta a gozar de su magia y de su inmortalidad. Blonda, sin embargo, no se rindió. Su alma era capaz de detectar dónde encontrar su verdadero cuerpo, y se acercaba el invierno. Por eso, cuando su enemiga perdió su poder, la capturó y la obligó a devolverle su cuerpo.
La curandera era ahora más grande y fuerte, pero Blonda había llegado al enfrentamiento preparada. Tenía su química y antes de ir en busca de su cuerpo había envenenado el que dejaría, haciendo más rápida la llegada de una muerte que ya llevaba tiempo acechando a esa anciana. Solo tuvo que activar unas cuantas trampas para evitar ser capturada hasta que el veneno hizo efecto y su enemiga dejó de ser una amenaza.
De vuelta a la normalidad, tuvo mucho tiempo para reflexionar y se dio cuenta de que renunciar a la magia era renunciar a su inmortalidad. Eso le dejaría un tiempo limitado para gozar de sus experimentos, mientras que si seguía siendo un hada tendría inviernos ilimitados para seguir con ellos. El resto del año sería tedioso, pero pensando a largo plazo merecía la pena ser un hada y podría hacer grandes avances en la alquimia.
Las otras hadas, sin embargo, no estaban dispuestas a perdonarle el peligro en que las había puesto a todas y la convirtieron en humana como castigo. Por muy joven que fuera su nuevo cuerpo, no era suficiente para hacer todos los experimentos que deseaba. No es de extrañar, pues, que cuando un hada se acercó a ella muchos años después buscando la forma de convertirse en humana, le ofreciera un intercambio de cuerpos.
La joya del viaje era el Monte Saint-Michel, al que dedicamos toda una mañana. Es una fortaleza coronada por una abadía en un entorno único, que ha conservado por completo el encanto medieval (aunque todo son restaurantes y tiendas de souvenirs carísimos).
Para llegar hay que tomar un autobús privado, aunque también se puede ir andando; es un bonito paseo que hice a la vuelta.
Lo primero que hicimos fue ir a la abadía. Con la entrada incluían una tablet con audioguía en la que podías ver cómo eran los policromados antes de que se perdieran, aunque los audios eran muy básicos. La abadía daba para un buen rato, pero también merece la pena explorar el pueblecito, la capilla de Juana de Arco y todo lo que había en el recinto amurallado.
Monte Saint Michel y Omaha beach
Localizaciones del desembarco de Normandía
Dedicamos la mayor parte de un día al tema del desembarco de Normandía. Primero fuimos a Omaha Beach; luego al Cementerio americano, un mar verde con tumbas interminables y monumentos que muestran los mapas del desembarco. El museo también es interesante, aunque no tuvimos el tiempo necesario para verlo bien.
Después salimos a Arromanches, donde está otra de las playas, Gold Beach, en la que los británicos hicieron el puerto artificial. Allí, preferí visitar la iglesia a ir al museo, y paseé por la orilla y el paseo marítimo, donde hay algunas armas de guerra originales.
El reto de hoy era hacer un relato en el que dos personajes se comunican solo mediante carteles.
Carteles en las ventanas
Estaban en edificios diferentes, pero Patricia y Jorge se podían ver perfectamente a través de la ventana. Se miraban frecuentemente, con disimulo. Hasta que Patricia vio cómo, cada vez que Jorge se levantaba de su sitio, uno de sus compañeros se levantaba y espiaba su ordenador. Entonces escribió el primer cartel y lo adosó a su ventana:
"SUSPENDE EL PC CUANDO DEJES TU PUESTO. TE ESPÍAN"
Jorge imaginó quién y por qué hacía eso, así que escribió un cartel con un "GRACIAS, VOY A PONER UNA TRAMPA", lo colocó en su ventana y escribió un documento con datos falsos que su compañero le robó, lo que condujo a su despido pocos días después. Entonces, puso en su ventana un cartel con una cara divertida y una imagen graciosa de agradecimiento.
La siguiente pareja de carteles fue más prosaica: "ME GUSTAN LAS FIGURITAS DE TU MESA", "Y A MÍ LAS TUYAS". Luego, intercambiaron imágenes de sus series favoritas.
Desde ese día, hubo mucho movimiento en sus ventanas, pero pronto los carteles se quedaron cortos, hasta que por fin Patricia se armó de valor y escribió su número de teléfono. Jorge no se lo pensó dos veces y la llamó. Desde entonces, solo hay un cartel en cada ventana: "TE QUIERO, LUEGO TE CUENTO".