El viaje a Galicia los días anteriores:
Vuelta a Pontevedra
El tour había acabado y en el hotel había ya poco que hacer. Mi tren salía de Pontevedra a media tarde, así que el plan más lógico era volver a la ciudad y ver lo que me faltaba, aunque fuera con todo el equipaje a cuestas (cinco kilos de mochila principal, más la mochila secundaria, más el agua... parecía una peregrina ^^). Así pues, desayuné y esperé el autobús, junto con otros viajeros que también volvían a casa más tarde.
Tenía bastante claro lo que había visto y lo que me faltaba por ver, pero de todas formas pasé por la oficina de turismo, donde confirmaron mis sospechas. Mi plan era plantarme en el Museo Provincial de Pontevedra, verlo con calma, y luego comer en el Mercado de Abastos y acercarme a la Isla de las Esculturas. Así que me despedí de los otros viajeros, que no habían visitado la ciudad tranquilamente, y me metí en el Museo Provincial.
Museo Provincial de Pontevedra
Fue un alivio que no se pudiera entrar con mochilas y que pudiera dejar la impedimenta en la consigna para visitar el museo con tranquilidad. El lugar está organizado en varias salas, con dos edificios conectados y siguiendo un orden cronológico pero diferenciando la parte artística de la parte arqueológica-histórica. Hay bastantes espacios de descanso y buenas vistas, además, todo tiene carteles explicativos, aunque algunos solo están en gallego, si bien se entienden bien. También había una exposición temporal de Pop-ups que era una pasada.
Parecía más pequeño de lo que es en realidad, así que estuve más tiempo del previsto, sobrepasando las dos horas. Lo bueno es que justo en ese rato se puso a llover, así que fue muy oportuno. Podría haberme quedado un poco más, pero la última parte era más de arte moderno (que no me va demasiado) y el hambre apretaba, así que fui un poco más rápido en esa zona.
Vistas desde el Museo Provincial de Pontevedra y escultura de la Isla de las esculturas |
Salí en plena hora de la comida, así que todos los lugares para comer estaban hasta arriba, incluyendo el Mercado de Abastos. Por suerte, en casi todas las panaderías tienen empanadas, así que compré una para comer y otra para cenar (llegaba tardísimo a casa) y comí tranquilamente antes de ir a la Isla de las Esculturas.
Isla de las Esculturas
Allí estaban esperándome los viajeros de los que me había despedido y recorrimos el sitio juntos. Es un parque donde hay una serie de obras de arte (que a mí me parecieron las típicas decoraciones de cualquier parque) integradas en el paisaje. Tan integradas que algunas no las percibes si no sabes que están por ahí gracias al mapa. El caso es que el paseo es bonito, pero tampoco encontré nada espectacular y, si vas a Pontevedra, te recomendaría que lo dejaras para el final, porque no pasa nada si te lo pierdes.
Y con esto y el camino de vuelta a la estación de tren se acabó el viaje (con un helado por el camino), así que me volví a despedir de los otros viajeros y me fui a esperar al tren. Ni siquiera hubo control de acceso, podría haber comprado el queso en Santiago...