Este año ya había estado en Sevilla y ya sabéis que no suelo repetir destino, pero esta vez el viaje no era para mí, sino para mi madre. Ella, a lo largo de su vida, ya había intentado ver esa ciudad en varias ocasiones, pero diversas circunstancias habían hecho que solo pudiera llegar hasta la estación, sin pisar suelo sevillano. Estaba convencida de que tenía una maldición, así que decidí regalarle el viaje para que se le quitara esa espinita que tenía clavada.
Entradas del viaje a Sevilla que hice hace unos meses:
(tengo buena memoria, así que, básicamente, lo que hice fue repetirle lo que me contaron en los tours ^^).
El primer paseo por Sevilla de mi madre
Lo primero que hice fue llevar a mi madre al centro para que viera el Alcázar y la Catedral. Pena de Giralda con los andamios.
Pero bueno, es lo que hay.
Luego paseamos hasta el Ayuntamiento, donde compramos unas castañas (son mejores las de Madrid) y bajamos hasta la Plaza de toros para pasear por el río hasta la Torre del Oro y desde ahí al hotel.
Ahí llegó la sorpresa (ahondaré en detalles más abajo): no estaba a 30 minutos del centro, sino a una hora larga desde ese punto.
Llegamos, pues, agotadas (la mochila no pesaba mucho, pero si llevas horas cargando con ella la cosa cambia) e hicimos el check-in para dejar la impedimenta en la habitación. Por supuesto, no íbamos a hacer todo el camino de vuelta al alejadísimo centro, así que desde ese momento tocó esperar autobuses para ir y venir de la base al centro y viceversa.
Comimos en el barrio de Triana y luego paseamos hasta las Setas, tras lo cual andamos hasta la Plaza de España.
Llegamos a la Plaza de España cuando ya era de noche y la verdad es que no luce tanto con los focos (por no hablar de que las fotos salen bastante mal), si bien sigue siendo impresionante. Y así acabamos el día uno.
Visita al Alcázar de Sevilla: recomendadísima
El día dos nos fuimos directas al Alcázar después de desayunar. Había dos colas: la de entrada con reserva (algo más cara y, evidentemente, haciendo la reserva en internet) y la cola de entrada sin reserva, que parecía relativamente corta pero no lo era tanto. Bueno, es posible que no estuviéramos tanto rato, quizás tres cuartos de hora, pero ver avanzar la cola de al lado mientras la tuya está parada resulta bastante frustrante.
Inciso: Hacía un día de perros, por cierto, y la lluvia en Sevilla no es ninguna maravilla, más bien hace que la ciudad pierda ese brillo tan especial que tiene.
Vuelvo al tema. El Alcázar por dentro es una maravilla, merece la pena pagar la entrada porque es muy especial. Me gustaron especialmente las estancias del palacio Mudéjar, que tienen una decoración que deja la boca abierta.
La visita la puedes hacer perfectamente sin audioguía, ya que hay numerosos carteles que explican lo básico de cada sitio. Verlo todo así por encima puede llevarte una hora, aunque por supuesto estuvimos más rato porque nos tomamos nuestro tiempo y paseamos por los bien cuidados y preciosos jardines (llovía, pero era asumible), que tienen varias zonas con distintas concepciones.
El último (de momento) paseo por Sevilla de mi madre
Tras salir del Alcázar de Sevilla, fuimos a ver la Plaza de España de día, aunque, como digo, Sevilla no luce tanto cuando no hace sol y fue una pena. Aprovechamos para pasear por el Parque de María Luisa y para ver diversos pabellones de la expo antes de volver al centro a comer.
Después, paseamos por el centro histórico y la Judería antes de volver al hotel.
Y con esto acabó el viaje, con mi madre más feliz que unas castañuelas, porque había roto su maldición y lo había visto más o menos todo.
Alojamientos, comidas y restaurantes:
Sobre el hotel Silken Al-Andalus Palace
Ni estaba cerca del centro, como prometía, ni me gustó en lo más
mínimo. Nada más llegar ya me estaban intentando sacar datos
innecesarios, y nos encontramos con una habitación aceptable pero lejos
de tener las comodidades de un 4 estrellas. No había enchufes (nada
remotamente parecido a un puesto donde enganchar el usb)
en lugares accesibles, salía un olor raro de las tuberías del baño y
las ventanas no aislaban bien del ruido exterior. Por no hablar de que
solo nos cruzamos con otros huéspedes cutres y maleducados,
de los que no dudan en hacer ruido y ponerse a cantar en los pasillos a horas
intempestivas. No le daría más de tres estrellas. Así que fatal. Suspenso.
Amorino
Esta franquicia de helados ha sido un descubrimiento (¡y resulta que también tienen locales en Madrid!). Es un poco más caro que un helado normal, pero la presentación en forma de flor es soberbia y, lo más importante, el helado de chocolate tiene un sabor estupendo.
La Caffetera
Era la cafetería más cercana al hotel y yo no soy persona hasta que desayuno, así que no buscamos nada más lejos. Un poco careros y con servicio lento, las tostadas y bollos son grandes, con un surtido aceptable, aunque no esperes nada remotamente artesano.
Restaurante El atún
Para la zona en la que está, la relación calidad-precio es razonable. Un poco caro para mis estándares, pero las raciones son abundantes y todo tenía muy buen sabor.
Panypiu
El servicio era un desastre y está bastante subido de precio, pero la tarta era casera y estaba rica.