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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

miércoles, 31 de octubre de 2018

Dos vidas incompatibles, un relato de amor

Nuevo lanzamiento de dados para el reto de escritura creativa y nuevo relato en base a los resultados:


 Dos vidas incompatibles

Eran jóvenes y se querían, pero la idea de diversión de Karina era tumbarse en el sofá con sus gafas, un café a mano y un buen libro. Por el contrario, la idea de diversión de Emilio era irse a soltar palomas de la paz con sus amigos en las manifestaciones y pintar cuadros surrealistas con telarañas de colores o mandalas psicodélicos mientras fumaba marihuana para venderlos y donar lo que ganara a las ONG. Su historia no podía funcionar, por mucho que intentaran llegar a un punto intermedio, así que, cuando ella se fue a la universidad, se distanciaron todavía más y lo acabaron por dejar.
Cuando se vieron años después, Emilio acababa de ser detenido en una manifestación por tirar  piedras a los antidisturbios y tenía un amplio historial como activista conflictivo a sus espaldas. Karina, que acababa de comenzar una prometedora carrera como abogada, se lo encontró en el juzgado. La pasión estalló entre ellos una vez más, pero ella soñaba con una familia y una vida profesional estable y sin sobresaltos, mientras que él solo pensaba en el día a día, en luchar contra el sistema y en hacer lo mínimo imprescindible para no morirse de hambre. Nuevamente, su amor no fue suficiente para superar sus diferencias y volvieron a dejarlo.
Muchos años después, ya ancianos, Emilio ya estaba bastante cansado y hacía tiempo que se había hartado de manifestaciones, comunas y una vida errante. Karina, por su parte, había vivido la vida que había querido y ahora, tras jubilarse y enviudar, se aburría como una ostra. Ambos aún se recordaban con cariño y, cuando volvieron a encontrarse por la calle, surgió de nuevo la chispa. Esta vez, sin embargo, ni el futuro ni la juventud se interpusieron entre ellos y vivieron su amor hasta el día en que la muerte se los llevó.   

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jueves, 25 de octubre de 2018

El hijo del capo, un microrrelato

Este es el último microrrelato del reto Vuestras consignas, mi relato. La verdad, ha quedado un tanto tétrico, será que lo he escrito en día de lluvia... Pero, tal y como iba encaminado, era la única manera de cerrarlo de forma creíble. Muchas gracias a María Angélica, que dio las palabras viaje y paisa, y a Stefany, que dio la palabra vainillado.

 El hijo del capo

El hijo del capo estaba harto de su vida, así que un día, vestido como un mendigo, se escabuyó de los hombres de su padre y echó a caminar. Evitó las ciudades y las zonas que controlaban las mafias, pero por lo demás dejó que el azar marcara la dirección de su marcha.
Durante su viaje, pasó una temporada conviviendo con los paisas, exploró la selva con un grupo de jóvenes aventureros y compartió, con una familia que le acogió durante unos días a cambio de unas cuantas reformas, tortas de olor vainillado mientras veían el atardecer del desierto. Todos esos pequeños momentos, esos nuevos amigos y la solidaridad que encontró a su paso, compensaron el hambre y las penalidades que pasó durante su periplo.
Y surgió en él un deseo: devolver al mundo la bondad que se había encontrado. Así pues, cuando vio esa hoja de periódico perdida en la que se anunciaba que su padre había sido asesinado, decidió volver y utilizar su herencia en favor de los demás.
Los hombres de su padre, sin embargo, no iban a tolerar que ese niñato, que había pasado varios años quién sabía dónde, destruyera el imperio mafioso al que habían dedicado su vida. El mismo día en que dejó claras sus intenciones, el cadáver del joven apareció en la cuneta de una carretera anónima.

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sábado, 20 de octubre de 2018

Disparando en la guerra de Paintball de Villanueva de la Cañada

El mes pasado, en mi empresa, datahack, se decidió hacer un staff day. Se mantuvo el secreto hasta el último momento (ni en el bus dijeron nada) y cuando llegamos nos encontramos, ¡en un paintball! Llevaba años buscando un grupo para hacerlo, pero es complicado organizar las agendas de tantísima gente y no había sido posible, así que fue una muy grata sorpresa que me hizo mucha ilusión.
El lugar en cuestión se llama Valdeaventura y lo primero fue dividirnos en grupos de cinco. Luego tocó ponernos los chalecos, encima los monos (no estaban del todo limpios y, además, muchos no cerraban bien) y las gafas protectoras (con las que no se veía ni torta de lo sucias que estaban), tras lo cual fuimos al campo de juego y nos dieron las instrucciones de seguridad, porque un bolazo en mal sitio puede causar daños graves.  Luego comenzó el juego, con dos grupos en batalla y otro esperando.
Hay dos escenarios (ambos muy pequeños, eso sí) y nosotros estuvimos solo en el de abajo. A lo largo de los mismos, hay palés y otros objetos que hacen de trincheras para refugiarse del fuego enemigo. Primero, se hizo un juego de "gana el que acaba con todos los adversarios" y, como el campo es pequeño, la duración es de alrededor de dos minutos. Mi grupo, tras una primera derrota aplastante (me dio la bola de refilón y me dejó perdida), ya no volvió a perder, y a mí no volvieron a descalificarme, así que no experimenté un bolazo directo, pero parece ser que pica bastante. Por cierto, la pistola pesa y tiene mucho alcance.
Cuando ya llevábamos un buen rato con esa dinámica y comenzábamos a acomodarnos en las trincheras, nos hicieron cambiar de juego a un "atrapa la bandera". Aunque intentábamos llegar, salir significaba que te acribillaran, así que solo un compañero consiguió llevarla a su terreno.
Tras esa hazaña heroica, aunque todavía nos quedaban bolas, todos estábamos demasiado cansados, acalorados (menos mal que ese día estaba ligeramente fresco, porque con esos monos te asas vivo) y sudorosos para seguir, así que dejamos la partida y nos fuimos a comer a la estupenda barbacoa.
En definitiva, la actividad es tan divertida como esperaba y os recomiendo probarla porque ¡generas mucha adrenalina!

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miércoles, 17 de octubre de 2018

El mago y el mensajero, un cuento de fantasía

El mes pasado fuimos a la exposición Disney, el arte de contar historias. Fue decepcionante pero, en el cuadernillo que había en la exposición, se adjuntaba el siguiente juego:
Y yo pensé: "Como tiene que ver con Disney, haré un cuento, aunque ¿para qué voy a recortar nada si el orden tal cual está es estupendo?" Así que allá va el cuento, con los elementos en el orden original:

 El mago y el mensajero

El jinete de pegaso llegó al castillo con una noticia terrible: el reino vecino se preparaba para una invasión y contaban con un mago poderoso entre sus filas. Cogidos por sorpresa, sin un ejército activo y con su mejor mago convertido en ermitaño, decidieron mandar un pequeño grupo al bosque en su busca.
Pero el mago, harto de que le molestaran para retarle a duelo, o para que enseñara magia a este o aquel, o para que entretuviera a una delegación extranjera con trucos interesantes, quería estar solo y había hecho un hechizo en el bosque para que los que le buscaban se perdieran una y otra vez, sin llegar nunca hasta él. Como no quería que murieran los que le buscaban, también les mandaba a un conejo blanco que les guiaría hasta la salida.
No había tiempo y los hombres, tras varios días de cruzar el mismo río lleno de molestos peces, salvar el mismo precipicio y acabar sus provisiones, comenzaron a desanimarse. Uno a uno, tomaron la decisión de seguir al conejo blanco y servir a su país luchando, no persiguiendo a un mago que, obviamente, no quería ser encontrado.
Finalmente, solo quedó un muchacho que parecía inmune al desánimo. ¿Que tenía que volver a cruzar el río? Se desnudaba, lanzaba sus ropas a la otra orilla y lo cruzaba. ¿Que había que volver a subir el precipicio? Pues lo hacía, eso sí, a la quinta construyó una escalera improvisada con ramas de árbol y así el ascenso era más cómodo. ¿Que se había quedado sin provisiones? Para eso estaban las manzanas en los árboles. O los peces del río que no paraba de cruzar.
Tras un par de días así, el mago, extrañado porque su conejo no hubiera vuelto, se acercó a echar un vistazo. Pronto, no pudo sino empezar a sentir curiosidad por ese hombrecillo tan tozudo, así que le mandó a un conejo negro para que le indicara el camino hasta su casa y el mensajero lo siguió. Una vez cara a cara, el mago fue informado del peligro. Maldiciéndose a sí mismo por encerrarse e ignorar al grupo de mensajeros pensando que querían alguna tontería, acompañó al muchacho y llegaron justo a tiempo para participar en la batalla y cambiar las tornas de la misma, haciendo que el enemigo se replegara de vuelta a su patria.
Luego, los héroes del momento recibieron todos los honores y, cuando el mago se hartó de tanta celebración, decidió volver a aislarse en su bosque, eso sí, no sin antes entregar en secreto al mensajero un amuleto capaz de orientarle a través de su hechizo, no fuera que volviera a haber una invasión u otro peligro. Eso sí, el mago le hizo prometer que solo le visitaría para cosas serias asegurando así no solo la seguridad del reino, sino también su propia tranquilidad.    

lunes, 15 de octubre de 2018

¿Me ayudas? Solo necesito que me digas una palabra

Reto vuestras consignas mi relato
Ya sabéis cómo va... Necesito alrededor de tres consignas, cualquier palabra, que me daréis vosotros por comentario (por aquí, por facebook... lo mismo da).
Podéis dar hasta dos consignas por persona. Bueno, a veces admito tres.
Se elegirán las tres primeras que se digan. Puede que más, si me encajan. Y si se diera el extraño caso de que hubiera muchas palabras, haría dos relatos en vez de uno.
Se tendrán en cuenta sugerencias respecto a los nombres de personajes, pero eso dependerá del relato en cuestión (no es obligatorio). A partir de todo eso, haré un microrrelato de no más de una página de word.


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sábado, 13 de octubre de 2018

Mi viaje a Rusia: día 7, monasterio de Sergiev Posad y mercado Izmailovo

Día 5: Moscú esencial 
Día 6: Galería Tretiakov, Metro de Moscú, calle Arvat

Monasterio de Sergiev Posad

Este día era libre, pero pagué la carísima excursión, a pesar de la guía, porque no veía qué hacer en Moscú un día entero. La verdad es que es lo que más me gustó de todo la parte del viaje de Moscú (y ni siquiera está en Moscú): Sergiev es un conjunto arquitectónico precioso con una historia interesante y mereció la pena aunque solo fuera por verlo. Además, sorprendentemente, nuestra guía mejoró mucho y se la notaba más suelta y menos papagallo.
Nos contó la historia de san Sergio y del propio monasterio, vimos todos los edificios de interés (Iglesia en honor a la Descendencia del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, Catedral de la Asunción, el lugar donde reside a veces el máximo representante de la Iglesia Ortodoxa, el seminario...), algunos por dentro (incluyendo el féretro de plata del santo, que tenía una cola inmensa) acompañados por uno de los monjes.
Viaje a Rusia: monasterio de Sergiev Posad, varios edificios del complejo
Viaje a Rusia: monasterio de Sergiev Posad, varios edificios del complejo
Luego, nos dieron tiempo libre. Había una fuente de agua milagrosa, pero había tantísima gente esperando que decidí pasar de llenar mi espolvoreador en ella y aproveché para ir a un mercadillo con tiendas de souvenirs que estaban tirados de precio y se podían pagar en euros (por lo que acabé con una caja lacada más, esta una falsificación que daba bastante el pego y tenía un precio más razonable; una estola de piel y dos cajitas de madera). Luego, de camino a la comida nos hablaron de las diferencias entre el cristianismo ortodoxo y católico y de la caída de la URSS (esto, porque se lo solicitaron).

Mercado Izmailovo

La comida fue de vuelta a Moscú, estilo bufé, así que podíamos elegir más o menos lo que nos gustaba y me pegué un atracón. Por fin salí saciada de una comida en ese país. Luego fuimos al mercado de Izmalovo, que consiguió reconciliarme con la ciudad de Moscú (aunque no lo suficiente como para querer volver, al menos me fui con mejor sabor de boca).
Es una reproducción artificial de lo que sería un kremlim ruso antiguo, con su palacio (construido siguiendo los planos originales del Palacio del Zar Alexei), iglesia (esta es iglesia de verdad), molino, casas, muralla, etcétera. Eso es más o menos lo que había esperado encontrar en el centro de la capital, en los alrededores de la Plaza Roja o en el Kremlim. Vamos, que me pareció más auténtico que la ciudad de verdad, aunque sea una reproducción con el objetivo de atraer turistas al mercado.
Viaje a Rusia: Moscú: Mercado Izmalovo
Viaje a Rusia: Moscú: Mercado Izmalovo. ¿Tan ilusa era de esperar encontrar algunas construcciones como esta en el centro de Moscú?
 Este tiene dos partes: una que es más como el Rastro de Madrid en la zona donde venden cosas antiguas y otra que tiene básicamente los mismos souvenirs que encontramos en todas partes, pero un poco más baratos o con posibilidad de regateo. Algo encontré para comprar (dos fundas para gafas y un gorro que tuve que poner en cuarentena porque encontré un bicho en él) pero no conseguí gastarme todo el dinero que llevaba y eso que solo había cambiado 40 € y ya llevaba gastada casi la mitad.
En cualquier caso, esta sí que es una visita IMPRESCINDIBLE para los que van a Moscú. Y llega el metro hasta allí.

Últimos paseos por la ciudad y vuelta a casa:

viaje a Rusia, Moscú, Iglesia
Luego nos llevaron al hotel y, como era muy pronto, tras asegurarme de que el gorro no me había pegado ningún bicho al probármelo, me fui a dar una vuelta cortita y encontré una iglesia muy chula y otra que no tanto. Luego, volví al hotel para relajarme un poco y cenar.
Al día siguiente, no me molesté en madrugar (¿para qué, para ver gradas?) pero aun así me dio tiempo a ir a ver un monasterio que estaba a media hora del hotel andando. Me podría haber ahorrado el paseo, que era por una zona fea que mezclaba polígono y residencias, porque además no había forma humana de acceder al monasterio para verlo de cerca.
Luego, en el checkout, se negaron a darme mi pasaporte hasta que llegara el resto del grupo aunque los demás, conforme iban llegando, lo pedían y se lo daban, lo que me obligó a hacer cola otra vez para que me lo dieran por fin, aunque con una cara de rancios que no podían con ella.
Luego nos llevaron al aeropuerto como tres horas antes del vuelo, por lo que recorrí todas las tiendas para gastar lo que me quedaba de dinero y, como estaba todo en euros, de todos modos me estafaron con el cambio. Compré unos bombones que, para variar, no eran 100% chocolate, sino mezclados con sabor a fruta. 
Rematamos mi último día en Rusia con un vuelo que salió con bastante retraso, que tuvo turbulencias todo el trayecto y que llegó con una hora de retraso a Madrid, donde por suerte vinieron a buscarme.
Definitivamente no vuelvo a Moscú. A San Petersburgo sí.

Consejos y curiosidades para viajar a Rusia

Los souvenirs: 

En general, encontré San Petersburgo más barato que Moscú. Si compras en esta última, olvídate de las tiendas y vete al mercadillo de Izmailovo, que además de molar más tiene las cosas más baratas. Eso sí, cuidado porque si quieres algo artesano tienes que estar pendiente de que no te cuelen una falsificación. En puestos y mercadillos, es fácil que así sea. Si no eres tan escrupuloso y te da igual, la falsificación te saldrá más barata en un mercadillo (y la calidad de la falsificación es mejor).
Por ejemplo, yo quería una caja auténtica, que es diminuta y me costó 130€, pero para la segunda caja me dio un poco más igual y me gasté 40 en una no certificada pero que da el pego: la diferencia de precio estaba en la calidad y en la autenticidad, pero también me encontré con falsificaciones sin certificar a precio de caja auténtica, así que hay que ir con mil ojos. Se nota mucho en el nivel de detalle del dibujo y en el material del que están hechas.
Casi todos los souvenirs, en general, son bastante cutres, aunque las cajas son una monada. Son artesanales, hechas con laca y luego pintadas a mano (diferentes precios y calidades, mejor comparar). Las tienes con distintos dibujos, las tradicionales son las de ilustraciones de cuentos de hadas. Merece la pena comprar las buenas, que son las que vienen certificadas, de hecho, los rusos las compran como si fuera un tesoro y las heredan de generación en generación. El resto de cajas de madera que he visto, como talladas, son muy bonitas pero se nota que están hechas con láser y técnicas no tan tradicionales, aunque la que me compré en Serguiev da bastante el pego con respecto a las "auténticas" (lo dicho: mejor en mercadillo, mejores falsificaciones por precios razonables). 
También tienen platos y cucharas pintados pero no parece que sea a mano, salvo en las tiendas caras.  Y tienes otros regalitos de madera, como adornos para el árbol de Navidad, que son bastante vistosos.
Las matrioskas las puedes encontrar de todas formas. La clásica es la muñeca (tienes luego desde gatos hasta personajes conocidos, pero son de precios prohibitivos y traen tres solo), tienes que estar muy pendiente del precio, de la calidad de los materiales, de si están pintadas a mano o no y de cuántas muñecas entran una dentro de la otra. En la mayoría de las tiendas de souvenir son tres. Lo suyo es que por lo menos sean cinco, de madera y pintadas a mano. Las he visto así de cinco desde 250 rublos (aunque son algo feas), aunque lo más fácil es encontrarlas a partir de 550 (yo pagué 450 por unas muy monas, en el restaurante que tenía algunos souvenirs). 
También, por supuesto, hay muchas cosas de piel, el precio varía según el tipo de animal que sea. Hay unas botas de ante muy típicas que tienen una pinta genial por calentitas, aunque parece que resbalan y son bastante caras.
Otra cosa original para llevarse (si te gustan esos temas) son los innumerables artículos de la época soviética, que van desde cámaras antiguas a cosas de propaganda, medallas, gorras militares...
Y a muy malas siempre puedes llevar chocolate (hay cajas con motivos tradicionales y tabletas que conservan la estética soviética, la más típica, que nos recomendó nuestra guía, es la que tiene una niña mofletuda en el papel) o vodka o caviar (cuidado con las cantidades, sin embargo... hay restricciones, por lo que tengo entendido).
Encontrar marcapáginas es una odisea y cuesta encontrar imanes que se salgan de lo que se vende en todas partes. Había también mucho del Mundial, aunque ya hubiera pasado, pero quiero creer que pronto desaparecerán de las tiendas.



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sábado, 6 de octubre de 2018

Mi viaje a Rusia: día 6, Galería Tretiakov, metro de Moscú, calle Arvat

Tras un desayuno algo más aceptable (porque robé el postre de la cena y lo usé para desayunar) tenían que rellenar la mañana en una ciudad donde ya habíamos visto todo lo que había que ver, salvo el metro, que era por la tarde. Así que nos metieron en una galería de arte ruso, la Galería Estatal Tretiakov
Viaje a Rusia: Moscú: Galería Tretiakov, puente de los candado y monumento a los niños víctimas de los vicios adultos
Galería Tretiakov, puente de los candado y monumento a los niños víctimas...
No es que me llame el arte ruso, pero estuvo bastante bien por un detalle importante: había que dividirnos en dos grupos y fui de las que se apresuraron a ponerse con la otra guía que mandaron para dar el tour. Ella era más amena y contaba cosas menos técnicas y más interesantes. Además, no hablaba como si se aburriera de sí misma.
Por desgracia, con ella solo estuvimos en esa visita y luego volvimos a la otra. Pero bueno, estuvimos como dos horas en el museo y no estaba mal. Vimos el arte ruso antes (los clásicos iconos) y después de Pedro I, contándonos cosas interesantes en todas las salas, hasta el impresionismo, que nos dieron opción de visitar por nuestra cuenta.
Para hacer tiempo hasta la comida, nos llevaron al puente de los candados, repleto de recién casados y sus cortes, y a un monumento que representa la amenaza de los vicios adultos sobre los niños.

Metro de Moscú

La comida fue aceptable (¡menos mal! diré que pasé hambre todo el viaje, ¡y encima engordé!) y luego nos llevaron al metro de Moscú. Las primeras estaciones eran bastante sobrias, sí, mucho mármol, pero no tenía nada de interés. Luego fueron mejorando un poco con esculturas, vidrieras y mosaicos, todos muy orientados al adoctrinamiento de los que pasaran, pero nada lo suficientemente espectacular como para justificar esa inmerecida fama. Es curioso ver un metro tan decorado, pero más allá de eso y teniendo en cuenta que no nos explicaron las cosas que tenían potencial... Aunque claro teniendo en cuenta que en Moscú no hay nada que hacer, es visita obligada.
Viaje a Rusia: Moscú: varias estaciones del Metro de Moscú
Viaje a Rusia: varias estaciones del Metro de Moscú (no sé si me dejaré alguna, pero no había muchas más que estuvieran decoradas en plan bonito

Calle Arvat y vuelta al hotel

Nos soltaron a las 4:30 en una calle comercial famosa, la calle Arvat. Era eso o ir al hotel. Recorrimos por nuestra cuenta toda la calle en busca de algún souvenir razonable y marcapáginas en los que gastar el poco dinero que había cambiado, pero no había muchas cosas no cutres (y las que había tenían precios prohibitivos), aunque sí que encontré un imán que era bastante mono.
Luego visitamos el Parque de Alexander  y dimos una vuelta por allí. Pasamos por la plaza Roja después: estaba peor que el día anterior porque las gradas llegaban más alto. Además, saliendo de la plaza, había un concierto y estaba una multitud bastante agobiante que hubo que atravesar para cruzar el puente.
Luego, caminamos más de una hora hasta el hotel y vimos un par de cosas bonitas, pero sigo diciendo que Moscú no me aportó nada.

Mi problema con Moscú

Deduciréis por esta entrada y su predecesora que no me gustó nada la ciudad. Al margen del chasco de no poder ver la Plaza Roja (¿a quién se le ocurre, teniendo un único punto de interés turístico de fama mundial gratuito, taparlo con gradas?) me encontré con una urbe que podría ser cualquier ciudad europea pequeña. Muy bonita, increíblemente limpia y casi libre de publicidad, sí, pero yo cuando viajo busco, en este orden:
  1. Lugares de interés histórico
  2. Lugares de interés cultural
  3. Sitios bellos y sorprendentes
Y Moscú:
  1. No tiene historia y la poca que tiene, la de la URSS, no te la cuentan más allá del discurso oficial y políticamente correcto. En el viaje, lo único que se mencionó fue que Stalin era un monstruo (sin decir qué hizo para serlo), que Lenin era el ideólogo del partido (sin entrar en detalles), cómo distribuyeron las viviendas tras la caída de la URSS y qué acontecimiento desencadenó la caída "oficial" de la misma. ¡Hasta me vi en la situación de explicar a los viajeros yo cosas que deberían haber explicado en el tour, y eso que yo de historia soviética no soy experta! Sobre lo que había en Moscú antes de Pedro I tampoco se dice mucho, porque casi no queda nada y los soviéticos se lo cargaron todo.
  2. Apenas tiene cosas culturales, es como si se hubieran condensado todas en San Petersburgo.
  3. Es bonita, pero no sorprende. Lo único que logró que pensara "Guau" es una catedral (la de san Basilio) y un mercadillo falso (el de Izmalovo, ya llegaré a eso). 
Para ver solo una ciudad bonita y ya está, sin sorpresas, yo no me recorro 4000 kilómetros. Me quedo en España y encuentro lo mismo sin sufrir malas comidas, borderías (en San Petersburgo todos fueron muy amables, pero en Moscú todos fueron unos bordes) y doce horas de transporte. Habrá gente que busque otras cosas y a quien le encante Moscú (muchos del tour, sin ir más lejos) pero si buscas lo mismo que yo no vale la pena.

 Consejos y curiosidades para viajar a Rusia

La comida en Rusia:

Casi toda la comida típica rusa consta de una ensalada, una sopa, un plato principal y un postre más café o té. Siempre hay algo con pepino o zanahorias y, aunque parezcan muchos platos, las raciones son tan ridículas que te quedas con hambre. Pasé mucha durante el viaje, de verdad, y lo triste es que engordé, porque todo era frito, precocinado o con un serio abuso de productos como la mayonesa. 
A los propios rusos no les gusta su comida en los restaurantes (casi siempre es precocinada, al menos la que nos sirvieron) y recomiendan que vayamos a restaurantes de comida georgiana, aunque no llegué a visitar ninguno porque casi todas las comidas estaban incluidas y, en las que no, tiré de bocadillo.
En algunos hoteles para desayunar tienes una bolsa de drag and go y vasos para llevar, imagino que muchos rusos desayunan con prisas y no pueden pararse a sentarse tranquilamente mientras lo hacen. Pero bueno, al menos no te sientes culpable por llevarte un sándwich para comer a media mañana ^^.
Los camareros son unos maleducados y te quitan la comida en cuanto te descuidas, aunque no hayas acabado. A veces, cuando te están viendo terminar, incluso se quedan esperando como estatuas para quitarte el plato nada más dejes el tenedor en la mesa. No te sientas culpable por hacerle una seña para que se esfume, ¡solo faltaba que no te dejen comer con tranquilidad!

Mención especial a la escasez de chocolate

Por cierto, si sois muy chocolateros, os recomiendo que os traigáis algo de casa, porque apenas tienen postres de chocolate, y en el desayuno tampoco es que tengan, en muchos casos, nada más allá de una especie de cola-cao ruso y no más de un dulce con un toque de chocolate. Sus cereales de chocolate no merecen ese nombre, saben solo a azúcar, y el truco de echar cola-cao a los cereales integrales tampoco me sirvió porque tienen tanto azúcar que me empalagaron un montón. 
En los supermercados solo encontré chocolate con leche y, la verdad, de calidad es bastante normalillo. Los bombones de chocolate, por su parte, mezclan el cacao con otros sabores como frutas. 
Vamos que, de no ser porque me había llevado algunos bollos de casa, hubiera estado con mono de chocolate todo el viaje.

Si quieres leer más consejos y curiosidades para viajar a Rusia y cómo fue mi último día allí, puedes leer la siguiente entrada:


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