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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

miércoles, 22 de febrero de 2023

Relato: Un héroe

Otro relato en base a los dados que lancé en este vídeo:

Un héroe

dados que inspiraron el relato Un héroe
De pequeño, soñaba con ser un caballero andante, enfrentándose a toda clase de peligros con una espada en mano para enamorar a su princesa. Ahora tenía un trabajo que consistía en estar pegado al teléfono todo el día para vender cosas que la gente no necesitaba y lo más parecido a una aventura fue cuando se escapó el perro en el parque y tuvo que correr tras él. 
-¡Qué vida más anodina! -suspiró mientras echaba unas habas en agua para que se ablandaran para el día siguiente. 
Luego, se puso las manoplas para sacar del horno el pan recien hecho. Lo bueno de pasarse el día teletrabajando y realizando largas llamadas de ventas era que le quedaban las manos libres. Así pues, podía limpiar la casa y cocinar durante sus horas de trabajo y desconectar de verdad cuando la jornada laboral finalizaba.
Así pues, cuando colgó por fin el teléfono y rellenó los últimos campos en la base de datos, se permitió el lujo de ponerse a leer un buen libro. Su mujer llegó un buen rato después y soltó un gritito de placer al inspirar el aroma del hogar.
-¡Has hecho pan casero! -exclamó, y entró en el salón con cara de felicidad-. Comida casera, la casa impoluta... De verdad, eres mi héroe.
Le estampó un beso y, por un largo rato, el libro quedó olvidado en favor de actividades más placenteras. ¿Quién necesitaba una brillante armadura? Realmente, la vida anodina también tenía sus recompensas.
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jueves, 16 de febrero de 2023

Viaje a Egipto: mezquita de Alabastro, museo de El Cairo, barrio copto, bazar

Un poco de todo en El Cairo

El último día en El Cairo era un refrito de cosas. Primero fuimos a ver la fortaleza de Mohamed Alí, con la mezquita de Alabastro. Es muy bonita, aunque he visto templos religiosos más impresionantes. Solo vimos la mezquita, aunque había más cosas que ver allí, seguramente no dio tiempo porque estuvimos una hora en el autobús esperando a nuestro guía.
Después fuimos al museo de El Cairo, donde vimos a toda velocidad las piezas más importantes, incluyendo el tesoro de Tutankamón, o al menos el que no se habían llevado al otro museo, que se inaugurará el año que viene. También faltaban allí algunas cosas como las momias más destacadas, y no tiene nada de organización ni carteles explicativos. Aun así, están la mayor parte de los tesoros y piezas destacadas.
mezquita de alabastro e Iglesia de San Sergio y San Baco
mezquita de alabastro e Iglesia de San Sergio y San Baco
La siguiente parada fue el barrio copto, donde vimos la preciosa Iglesia de San Sergio y San Baco, levantada sobre el lugar donde se refugiaron Jesús, María y José en su huída a Egipto. Es lo que más me gustó ese día, no solo porque la iglesia transmite unas vibraciones especiales, sino también porque tiene una arquitectura maravillosa. Del barrio poco más vimos, salvo una larga calle repleta de libros, porque nos fuimos a comer. 
Finalizamos el día en el bazar de Khan El Khalili, donde más miedo me daba. Quería comprar algunas cosas, pero, aunque no me disgusta el regateo, son tan agresivos e invasivos que no me apetecía nada. Por suerte, nuestro guía nos llevó hasta una tienda escondida donde hay precio fijo, Jordi, pero aún así está todo tirado de precio. Había una cola gigantesca allí, pero merecía la pena. 
A la vuelta, todos los comerciantes, al ver nuestras bolsas, gritaban indignados que ese comerciante es un cabrón, pero a lo mejor deberían aprender de él: yo desde luego habría comprado mucho más si no fueran tan agresivos y pesados
Y con esta visita finalizó la experiencia en El Cairo. Justo a tiempo, porque al día siguiente el resfriado y la gastroenteritis que había venido incubando desde Abu Simbel estallaron.
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miércoles, 8 de febrero de 2023

Relato: El primer cielo

Hoy había que cumplir con la consigna "Escribe un cuento en el que tu protagonista vea el cielo por primera vez". 

El primer cielo

Se decía, entre mi gente, que el primer cielo que vieras marcaría el resto de tu existencia. Por eso, los cuidadores esperaban a que hubiera un hermoso atardecer o amanecer, o a que el cielo estuviera despejado para sacar de las cavernas a los niños. 
Eso fue, claro, hasta que ofendimos a los dioses y nos maldijeron con una tormenta permanente. Ahora, nadie se atreve a sacar a la superficie a ningún infante para evitarle un destino tan funesto como el cielo que hay sobre nuestra tierra. La gente no entiende que el hecho de no ver ningún cielo en absoluto también nos marca. Y todos esperan que la maldición pase pronto, sin pensar en que, si no lo hace, cuando los adultos vayan envejeciendo, no quedará nadie con suficientes conocimientos como para subir a la superficie y conseguir los recursos que necesitamos tan desesperadamente para sobrevivir aquí abajo.
Por eso he decidido escaparme. Quince son muchos años de espera para ver el cielo. Es fácil escabullirse, porque los túneles que suben arriba no son muy frecuentados y solo se usan para las excursiones al exterior en busca de recursos.
Sé que estoy cerca cuando empiezo a ver, a lo lejos, paredes que se iluminan de pronto. Suenan también ruidos espantosos, a veces, todo vibra como si se fuera a derrumbar en cualquier momento. Hay agua por todas partes, y hace frío. Pero nada de eso me detiene y, por fin, veo mi primer cielo. 
Los adultos pueden decir lo que quieran, a mí me parece glorioso. Después de vivir tanto tiempo en la oscuridad, esos innumerables matices de gris puro me parecen fascinantes. Luego, un rayo rompe el cielo y siento una gran ira crecer en mi interior por todo lo que nos han arrebatado. Si este es un cielo horrible, ¿cómo serán esos atardeceres y amaneceres, cómo ese azul puro?
Decido que llegaré a verlos algún día, aunque tenga que enfrentarme a los mismos dioses para conseguirlo. Cada trueno y relámpago parecen darme fuerzas para emprender esa gesta. Con la decisión tomada, vuelvo a las cavernas para hacer el equipaje y marcharme de aquí para siempre. Quizás sea cierto que el primer cielo que ves marca el resto de tu existencia. Un error por parte de los dioses, porque mi primer cielo me ha dado la fuerza que necesito para rebelarme contra ellos.
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jueves, 2 de febrero de 2023

Viaje a Egipto: pirámides, esfinge, Menfis y Saqqara

Pirámides de Guiza y Esfinge

La primera mañana en El Cairo fue el de lo típico: las pirámides y la esfinge. No me hacía especial ilusión, pero me gustó bastante. 
Primero nos acercamos a las de Keops y Kefrén, donde teníamos la posibilidad de entrar. No lo hice, no obstante, porque sabía que dentro no hay más que cámaras claustrofóbicas. Hay que tener cuidado con los vendedores, eso sí. Son los más agresivos, mejor no cederles el teléfono por la tentación de una foto graciosa, hay que tener cuidado.
Después de esto, nos llevaron en el bus hasta un mirador donde se veían las tres pirámides. Allí, nuestro guía nos convenció para subirnos a un camello, experiencia que apenas duró unos minutos, pero que no estuvo nada mal. 
Desde ahí, cogimos el bus otra vez para ver de cerca la esfinge y el templo que hay al lado. No se podía ver en 360º, pero me gustó mucho. Como siempre, hubo poco tiempo.
Pirámides y esfinge de Guiza en Egipto

Menfis y Saqqara

Pirámide escalonada y tumba de Kagemni
Pirámide escalonada y tumba de Kagemni
Después de la esfinge, salimos a Menfis para ver la gran estatua de Ramsés II y la esfinge de Menfis, previa visita a una tienda carísima de pergaminos, que sobraba, como todas las visitas similares que nos obligaron a realizar. La gran estatua de Ramsés II es simplemente impresionante, le di varios rodeos aunque estaba lleno de gente. También había muchas más obras en el museo al aire libre, pero no nos dio tiempo.
Todavía no habíamos comido y teníamos que ver antes Saqqara, porque si no cerraba. Allí está la pirámide escalonada de Zoser, uno de los primeros faraones. Su tumba no tenía mayor misterio, se podía ver el sarcófago. Pero sin duda, la tumba más interesante fue la del visir Kagemni, que también se podía visitar, con todos los grabados de la vida cotidiana de los egipcios, con pintura y todo, que me pareció maravillosa y me habría gustado ver con más calma. 
Ya eran casi las 17 cuando llegamos al restaurante y nos lanzamos a la comida, aunque las raciones eran modestas y muchos se quedaron con hambre. Además, el del bus se debió de perder y finalmente no llegamos hasta las 20 y pico al hotel.
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