Qué pregunta más tonta, ¿verdad? Te quejarías, montarías un pollo, te desmotivarías y, si la cosa siguiera así, dejarías de trabajar. Lógico, normal. ¿A que sí?
¿Y si alguien te dijera: "Eh, amigo/a, te regalo quince euros si me ayudas a hacer que esa persona no cobre su bien merecido sueldo"? Esa debería ser también una pregunta tonta: si no eres una mala persona, dirías que no, que no vas a ayudar a alguien en algo tan ruin como robarle el sueldo a una persona que ha trabajado duro (y menos por esa miseria).
Pues bien, esas respuestas tan lógicas a preguntas tan absurdas no parecen serlo tanto cuando se trata de la piratería. Porque, por alguna razón, a muchas personas eso de "Eh, amigo/a, te regalo un libro que vale quince euros si me ayudas a generar ingresos por publicidad y así hacemos que ni el autor ni el editor vean un mísero céntimo de su bien merecida compensación económica" les parece una idea genial y agradecen efusivamente la oportunidad de descargarlo.
Una vez más he sufrido en mis carnes este asunto. Yo
trabajo durante meses muy duro para escribir un libro. Mi editor trabaja durante meses muy duro para que ese libro salga perfecto.Y UNA MAFIA (os recomiendo que leáis
este artículo sobre el negocio de la piratería) coge ese libro,
lo escanea página a página, l
o sube a una web de descargas y ¡hala! a vivir la vida gracias a los
ingresos por publicidad. Algunos dirán que exagero, pero no nos engañemos: nadie pierde el tiempo escaneando de esa manera y formateando el libro para varios dispositivos si no va a sacar más dinero de lo que "vale" ese tiempo. Una vez más os remito a ese artículo.
Es un negocio muy bien montado para ganar dinero a costa del trabajo duro de otros.
Esa fue la razón de que dejara de regalar Atrapada en otra dimensión e Incursores de la noche, libros que, os recuerdo, eran gratuitos. Y si eran gratis, ¿para qué piratearlos? Una vez más, volvemos a lo mismo: porque si los pirateaban podían lucrarse gracias a la publicidad, todo a costa de mi trabajo.
Lo que más me fastidia es que algunas personas, en su ignorancia, ¡hasta se creen que me hacen un favor por descargarlo ilegalmente! Ni siquiera cuando regalaba mis libros porque quería que me leyeran me hacían ningún favor al descargarlo fuera de las plataformas autorizadas: lo único que lograban era que yo ni siquiera tuviera la satisfacción de saber las cifras reales de descarga y que perdiera poder de negociación con los libreros a los que ofrecía tener en tienda los ejemplares en papel.
Ahora es peor: estoy en una etapa de mi vida en la que no solo quiero que me lean: quiero que se valore mi trabajo. Y, cada vez que alguien se descarga el libro de esa forma, el mensaje que me está mandando es que no valora para nada las horas que he invertido en crear esa obra. Volviendo a la analogía, es como si, además de ayudar a robarle el sueldo a alguien, le dijeras: "Pero venga, no te pongas así. ¡Si en el fondo te estoy haciendo un favor! Así, a la larga, subirá tu caché y podremos ayudar a robarte un sueldo aún mayor..."
Pero el colmo de los colmos es cuando alguien se ofende por mi actitud ante la piratería, porque no soportan escuchar eso de que son cómplices de un robo. ¡Me fastidia tanto que encima la mala de esta historia sea yo! Entre tanto, alguien se pega la gran vida y se toma un daikiri en las Bahamas a la salud de todos los escritores anónimos a los que ha robado el fruto de su esfuerzo. Qué mundo más maravilloso.
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