Este es el decimosexto relato del reto: Vuestras consignas, mi relato. He tardado muchísimo, pero como ya sabéis estoy muy ocupada con Atrapada en otra dimensión, especialmente con una presentación a la vista (que al final no sé si celebraré, porque nadie ha confirmado nada o, el que lo ha hecho, ha sido para decir que no podría ir). En fin, aquí tenéis el relato. Por cambiar, he hecho una americanada muy adolescente.
Gracias a Astarielle, Pukitchan, nikky y Dulce Cautiva por aportar las palabras (la palabra de Dulce en principio no debería haber entrado, pero como vi la forma de insertarla la metí igualmente ^^.
Petarda (un relato hecho con las palabras amiga, consigna y desierto, bicicleta)
No la soportaba. Se veía obligada a ir en bicicleta con esa petarda a clase porque la madre de ella era amiga de la suya, pero por mucho que insistieran nunca le caería bien. Esa maldita idiota, para colmo, había decidido que sería su mejor amiga, a pesar de sus indirectas, y no había día en que la dejara en paz, aunque hubiera dado lo que fuera por no escuchar su cháchara incesante.
Ahora estaba hablando, por decimoquinta vez en esa semana, de lo maravilloso que había sido su estúpido viaje al desierto y de cómo habían tenido problemas en la consigna de ese aeropuerto tercermundista. Poniendo los ojos en blanco, comenzó a imitarla y desconectó su mente de las estupideces que contaba hasta que un nombre llamó la atención.
-… y desde entonces Jon y yo empezamos a salir. ¿No te parece alucinante?
-No me lo puedo creer ¡Sabías que me gusta y vas y sales con él!
La muy imbécil empezó a balbucear que no sabía nada, pero aprovechó la oportunidad y, haciéndose la ofendida, aceleró el pedaleo y la dejó atrás. Cuando llegó a casa, le dijo a su madre que nunca, jamás, quería volver a ver a esa petarda y le contó su supuesta traición.
Al día siguiente fue sola a clase, sin chácharas sobre el desierto y estupideces varias. Nunca le había interesado el tal Jon, pero ahora le adoraba por haber sido la excusa perfecta para no aguantar más bobadas de esa cansina, así que le saludó alegremente cuando se cruzó con él, aprovechando para lanzar a la petarda una mirada de desprecio que tenía reservada desde que sus madres se conocieron.
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.