Como sabéis, me he quedado sin palabras olvidadas para hacer relatos breves, era un reto de escritura creativa que ha dado muchísimo juego en este blog. Así pues, aunque quedan todavía el reto Vuestras consignas, mi relato, que lleva años activo, y sigo con el reto dados, he decidido poner en marcha otro más. Como algunos recordaréis, durante dos años tuve una asesoría de marketing literario y diseño. E hice una sección en la web en la que daba la opción de comprar portadas prediseñadas, ilustradas por mí con tableta gráfica y 3D. Cuando cerré el negocio, muchas se quedaron sin comprador y es una pena porque algunas son una auténtica cucada. Así que he pensado que ¡yo misma las voy a aprovechar para hacer un reto de relatos cortos ilustrados!
Este es el último relato breve que escribiré para el reto de escritura creativa Palabras olvidadas porque ¡ya no quedan más! Y las últimas palabras son Zascandil (Hombre astuto, engañador, por lo común estafador) y Zoquete (Persona fea y de mala traza, especialmente si es rechoncha / Persona tarda en comprender).
El timador
Palabras diseñadas por @MaguiSiffredi y @jcantero
Como pensaba que Manolo era un zoquete de primera, René, que era un poco zascandil, había decidido sacar provecho y convertirse en su mejor amigo. No obstante, por alguna razón ninguna de sus jugadas con Manolo salían como esperaba: le había engañado para que le vendiera una pieza de coleccionista por una miseria solo para descubrir que era una falsificación, le había cambiado el cochazo que heredó por el suyo, que ya tenía un par de años, solo para encontrarse con que tenía que pagar una barbaridad para arreglar y poner a punto su nueva joya... y un largo etcétera. Desalentado, René se lo tomó como una advertencia del karma: tenía que dejar de engañar a Manolo o le seguiría ocurriendo lo mismo.
En cuanto dejó de intentar timarle, a Manolo ya no le interesó su amistad: su aspecto de tonto escondía a un estafador de estafadores y, ahora que el otro había empezado a ser honrado con él, había perdido el único incentivo para seguir aguantando sus payasadas.
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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Este mes estoy muy contenta. Desde hace unos días, tengo el honor de aparecer en la sección de Autores destacados en Anika entre libros, por cierto, también he descubierto que estoy en la wikipedia.
Y, como la entrada es cortita, aprovecho para contaros cómo fue el Encuentro de Escritores de la semana pasada. Fue mal, básicamente porque estaba con fiebre: se me había juntado una infección de garganta con un catarro, os podéis imaginar. Por suerte, estaba en la primera mesa. En ella, como siempre, hice reír a los asistentes y hablamos de libros de fantasía, de nuestros proyectos, nuestros primeros escritos y el panorama literario. Lo malo es que me encontraba fatal y no lo disfruté como siempre, así que aguanté una mesa más y me fui a casa.
Este es el último relato breve que he hecho para el reto de escritura creativa donde lanzo los dados, podéis ver las instrucciones y cómo los lanzo en este vídeo:
La excursión
El padre llevaba enfurruñado desde que empezó la excursión, porque no le gustaba ir a la playa. Su esposa se había instalado en el chiringuito y pedía un refresco tras otro, mientras que su hijo alternaba chapuzones con visitas a ambos para pedirles que le compraran otro helado. Él se negaba en redondo, cosa que no servía de nada porque, cuando suplicaba a su madre, esta decidía concederle el capricho aunque ya se hubiera comido unos cuantos.
Era la presa perfecta, así que, cuando ella le compró otro helado al niño y él se cabreó tanto que se fue a dar un paseo para calmarse, el diablillo le abordó:
—¿Qué me dirías si te ofreciera eliminar toda tu frustración y lo que la origina?
El hombre, que le veía como uno de esos vendedores que frecuentaban la zona, soltó una carcajada amarga y dijo:
—Que adelante.
El diablillo lo interpretó como que aceptaba el trato y desapareció entre la multitud. El hombre no volvió a acordarse de él hasta que volvió al chiringuito donde su esposa, frenética, hablaba con los socorristas: su hijo había ido a darse un chapuzón y de pronto había desaparecido bajo el agua; no había vuelto a emerger.
Nunca lo encontraron y el hombre estaba convencido de que ese extraño encuentro era la causa directa de la desaparición, pero todos lo interpretaron como culpabilidad por no haber estado allí y que estaba loco de dolor.
El diablillo sonrió cuando finalizaron las interminables jornadas de búsqueda sin éxito: ahora tenía vía libre para adoctrinar a su nuevo sirviente en la maldad. Sabía por dónde empezar: al crío le encantaban los helados.
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He escrito un nuevo relato breve con el reto de escritura creativa palabras olvidadas, esta vez usé Zafarrancho (Limpieza general) y zarrapastroso (Desaseado, andrajoso, desaliñado y roto)
El almacén
Palabras diseñadas por @dbartolomes y @alopez
Tocaba zafarrancho de limpieza y, como todos los años, su marido y su hijo dijeron que no había que tirar nada, por lo que ella se encargó de buscar habitación por habitación en busca de objetos inútiles, como esos esquís que nunca usaban, un muñeco zarrapastroso y unas enciclopedias que nunca habían usado para buscar una sola palabra, ya que para eso estaba internet.
Cuando acabó, agotada por el registro, observó las tres cajas que había reunido y lanzó una mirada de súplica a su familia, porque no le apetecía ir hasta la fundación a donarlos. Ellos se levantaron con rapidez del sofá, metieron las cajas en el coche y la dejaron descansar.
No obstante, padre e hijo pasaron de largo cuando llegaron a la fundación y se fueron a los muelles, donde hacía años habían alquilado un almacén. Allí metieron las cajas con sus preciados objetos, para que hicieran compañía a los que ella había desechado en años anteriores.
-Si es que, ¡lo tira todo! ¿No ve que podemos llegar a necesitarlo en algún momento? -dijo el hijo, y su padre asintió, convencido. Lo cierto era que solo abrían el almacén para meter más cosas, y ni siquiera tenían idea de lo que había ahí dentro, pero eran sus cosas y resultaba mucho más doloroso deshacerse de ellas que pagar el alquiler para almacenar los trastos.
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Como sabéis, el sábado pasado fue la presentación del libro Incursores del ocaso. Aunque la hice en el bar familiar, tuve que dedicar bastante tiempo a prepararlo todo, ya que no solo tocaba pasar el día en la cocina haciendo mis tradicionales tartas (esta vez me decanté por una tarta de cerveza negra y otra de queso), sino que también hice unos marcapáginas exclusivos con alambre, que solo tendrán los que asistan a mis presentaciones y los que me compren el libro en mano en distintos eventos (vale, puede que haga algún sorteo).
tartas y marcapáginas artesanales para los asistentes a la presentación del libro Incursores del ocaso
Durante la presentación hablé de cómo concebí el mundo de los Incursores de la noche y cómo fue el proceso de crear Incursores del ocaso, incluyendo el porqué de tantos años de demora, y cómo se hizo todo aún más complejo que al crear Incursores de la noche porque Sombra, el elfo nigromante que lo protagoniza, experimenta mezclando distintos tipos de magia entre sí y con tecnología.
También mencioné un poco los futuros proyectos en general y respecto a los Incursores, ya que, aunque son autoconclusivos, hay muchos personajes que se merecen tener su libro propio.
Y luego, por supuesto, la conversación derivó en mis lecturas, en otros eventos y en libros en general, aparte, por supuesto, de la firma habitual a los asistentes.
Último relato breve hecho con el reto de escritura creativa palabras olvidadas, tocaban ungüento (Todo aquello que sirve para ungir o untar) y yacer (Dicho de una persona: estar echada o tendida, aunque yo he usado la acepción Tener trato carnal)
El ungüento
Palabras diseñadas por @annademas y @ivanaguado
Ada pertenecía a una corte extranjera y deseaba ser reina. No llevaba mucho tiempo allí, pero sabía que, si lograba yacer con el futuro rey de ese reino, aunque solo fuera una vez, su honor le impelería a casarse con ella. Así pues, sobornó a una de las criadas del príncipe para que untara sus ropas con un ungüento que mataría todas sus inhibiciones y despertaría su pasión hasta tal punto que no pensaría en otra cosa que no fuera en satisfacer sus deseos.
Se había asegurado de que no hubiera ninguna mujer bella en la corte ese día y, cuando entró su objetivo, se puso bien a la vista, pero pronto descubrió que no la miraba a ella, sino al amanerado bardo que amenizaba la velada. Pasado un rato, el príncipe se acercó a él y le susurró algo al oído, tras lo cual, con disimulo, desaparecieron ambos por una puerta lateral.
Rabiosa, Ada no perdió detalle y comprendió por fin por qué todos sus intentos por seducirle habían sido en vano. No obstante, no estaba todo perdido: el conocimiento es poder, y ella sabía algo muy jugoso con lo que podría sobornarle y lograr su objetivo de todos modos, aunque con la ventaja de no tener que acostarse con él.
Para su desgracia, no había investigado demasiado las costumbres de ese país, donde la homosexualidad no estaba mal vista, así que, cuando intentó hacer su chantaje, solo consiguió una carcajada y que la metieran en el primer barco de vuelta a su país.