Un nuevo relato tras lanzar los dados. Aquí podéis ver el lanzamiento:
La colonia extraterrestre
Siempre habíamos pensado que los alienígenas serían hombrecitos que llegarían en naves espaciales o a través de portales de tecnología punta que contuvieran agujeros de gusano. Pero no, llegaron con la caída de un meteorito y no parecían, en principio, más que una simple colonia de bacterias.
Eran criaturas que no concebían que estuvieran haciendo ningún daño. Se alojaran en el huésped que se alojaran, siempre mejoraban sus capacidades. Lo único que querían a cambio era seguir viviendo en esos cuerpos y, quizás, tomar el control de vez en cuando.
Infectaron a los animales de los alrededores casi de inmediato, incluso llegaron a ocupar los cuerpos de un par de granjeros antes de que el ejército hiciera un perímetro de seguridad. Las negociaciones no fueron bien para ellos. Habían infectado a una pareja de ancianos sencilla y bondadosa, en cuyas mentes la guerra y la maldad humana eran algo lejano, y que agradecían que los extraterrestres rejuvenecieran sus cansados cuerpos para poder seguir viviendo una vida sencilla.
Los militares, por supuesto, tenían otros objetivos. Sonsacaron a los parásitos toda la información que necesitaban para esclavizarlos, limpiaron la zona y tomaron el control de la colonia. Luego, crearon un ejército de superhombres con el que fueron invencibles durante un tiempo.
Sin embargo, los alienígenas destacaban por su capacidad de adaptación. Acabaron por aprender a liberarse del control del ejército, y también asumieron la terrible verdad de la Tierra: nunca encontrarían allí su lugar de forma pacífica.
De la noche a la mañana, se convirtieron en el azote de la humanidad. Se multiplicaron no solo en humanos, sino también en todo tipo de animales, y nos dominaron por completo en pocas semanas. Ahora, solo quedamos unos pocos sin infectar de cada especie, y vivimos en colonias donde nos estudian con curiosidad.
No se está tan mal, aunque en el fondo envidio a los infectados. Son más fuertes y rápidos, no envejecen, y siguen con sus vidas con tranquilidad, salvo los pocos momentos en los que sus parásitos toman el control. No son libres, claro, pero ¿acaso yo lo soy?
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