Desde pequeño, me he imaginado que tengo dos caras. Una es la que muestro al mundo, la de perdedor, la de pusilánime al que todos manejan a su antojo. La otra es la que habita en el espejo: la del brillante manipulador, sin sentimientos, sin escrúpulos ni conciencia. Nunca me he atrevido a mostrar mi otra cara. Está ahí, enterrada en lo más profundo de mí.
Pero hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso. Hoy, descubro que el dinero que había invertido con tanto esfuerzo ha volado junto con mi pareja y la persona en la que más confiaba, mi socio, mi propio hermano.
Así que aquí estoy, el pusilámine endeudado, el perdedor que se ha quedado solo, frente al espejo. No me moveré de aquí hasta hacer que mi otra cara salga a la superficie y la que he estado mostrando todo este tiempo se hunda en el olvido de ese mundo del revés. Cuando eso ocurra, más les vale echarse a temblar. Mi otra cara, ahora mi cara, no tendrá piedad.
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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia
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