Vivimos en un mundo en
que internet está en todas partes. Así que es más que probable que
buena parte de nuestros lectores potenciales busquen información
sobre nosotros y nuestras obras en la red antes de ponerse a leer
nuestros escritos. Y si lo que buscan no les gusta, las
probabilidades de que ese potencial lector se convierta en un lector
real disminuyen en picado.
Voy más allá. Aunque el
lector potencial no haya hecho una búsqueda activa, si se mueve por
las redes sociales, especialmente si está más o menos metido en
este mundillo, puede que llegado el momento ni siquiera se moleste en
tener en cuenta a ciertos autores debido a ciertos comportamientos y
comentarios con los que se ha topado de forma más o menos casual en
su día a día en dichas redes.
No es cuestión sólo de
estar en todas partes, sino de estar donde se debe estar, cuando se
debe estar y cuidando nuestras palabras. Especial énfasis pongo en
eso último, porque es de todos sabido que un comentario inadecuado o
mal planteado vuela mucho más rápido que un comentario
políticamente correcto. Eso puede llevar a una popularidad repentina
(que esa popularidad sea positiva es otro cantar) que se esfumará
tan rápidamente como otro decida hacer un comentario similar o como
la gente se harte. Pero a largo plazo daña tu reputación y, por
tanto, te hace perder muchas papeletas.
En internet todo queda,
tanto lo bueno como lo malo. Y no nos engañemos, se encontrará lo
malo antes que lo bueno. Lo que es más, aunque el autor, en frío,
se decida a borrar lo que ha escrito, es más que probable que esas
palabras no desaparezcan. Y, con la competencia que hay en este
mundillo, especialmente para los que estamos empezando, una mala
reputación brilla y destaca... lo que no quiere decir que eso nos
favorezca.
Seamos realistas, la
gente no es racional a la hora de comprar libros. Hay demasiados y,
aunque muchos de los componentes de la decisión sean racionales,
muchos otros no lo son. Una parte de ese componente emocional tiene
mucho que ver con el autor, más concretamente con su imagen. Dado
que nadie puede conocer a todos los autores personalmente, la imagen
que se percibe del mismo es la que presenta en internet.
Ese componente emocional
e irracional que es la reputación del autor puede suponer una enorme
ventaja o desventaja estratégica. No obstante, si la reputación es
negativa supone mucha más desventaja que ventaja te otorga una
reputación positiva.
Se trata de una cuestión
muy fácil de entender, una asociación de valores subconsciente tan
sencilla como: este autor me cae mal, el libro no me va a gustar. Si
el autor me cae bien, es posible que el libro me guste. Pero me caen
bien más autores de los que me caen mal, así que la ventaja de los
que me caen bien sólo es respecto a los que no, pero no entre ellos
(a no ser que uno me guste tanto y tenga una reputación tan
brillante que destaque demasiado entre el resto... cosa muy poco
común, por cierto).
Si para colmo dichos
autores son relativamente desconocidos, y más si no tienen el amparo
de una editorial que se encargue de presentarles de una determinada
forma, la reputación en internet no es que sea crucial, sino que
resulta imprescindible.
Pero diréis: “Algunos
autores basan su imagen de marca en ser bordes y les va bien”. No
lo niego. Es más, son la excepción que confirma la regla. Se podría
dividir a todos los escritores en dos franjas: conocidos y
desconocidos. Lo bueno de estar en la primera franja es que puedes
forjarte la imagen que te de la gana: la gente ya se ha leído tus
libros antes, lo que significa que tu forma de ser no afectará tanto
a las ventas. Es lo que tiene que haya una experiencia de compra
previa, bien del propio lector o de sus círculos sociales.
Por otro lado, la imagen
asociada a valores negativos puede interesar a cierto tipo de
públicos, que decidan comprar el libro precisamente porque el autor
no es políticamente correcto. Eso también es cierto, pero hay que
pensarlo por cabeza. Supongamos que la franja de personas que hace
eso es de un 5% de los compradores. Pues bien, cuando estamos
hablando de un público masivo (al que sólo pueden aspirar los
autores conocidos y best sellers) ese 5% supondría una cantidad
bastante aceptable. Por el contrario, para públicos más reducidos
(y los que compran libros de autores noveles son un grupo muy
reducido) un 5% no te supone ninguna ganancia, y tanto más si para
ganarte a ese 5% has perdido al 95% restante en el proceso.
En definitiva: nuestra
reputación en internet nos permite diferenciarnos y en un mercado
tan saturado de oferta, una reputación negativa, a no ser que seas
un best seller y te dirijas a un público muy específico, es
contraproducente.
En la próxima entrada de
este especial de reputación... Algunas cosas que no se deben hacer... con los bloggers.
Hola Guapetona, me parece una reflexión muy interesante. Tienes mucha razón en los aspectos de los que hablas, y es cierto que sale antes lo malo que lo bueno. Por eso hay que tener mucho cuidado.
ResponderEliminarGracias por esta estupenda entrada que hace que nos paremos a pensar.
Besitos... Nos leemos.
Hay que tener mucho cuidado como tu dices. Me pareció excelente el post. Un beso grande
ResponderEliminarhola! en mi caso, al haber leído tanto, a la hora de leer nuevos libros me llaman la atención los que tienen una historia original, y no me importa si es un autor megaconocido o no lo es, siempre le doy oportunidades a nuevos autores!!!!
ResponderEliminary por cierto, los libros de mi autor favorito son todos bestsellers, y a la vez es el autor que me cae muuuuuy mal!!! terriblemente mal, porque al ser todos sus libros bestseller, tiene motivos para estar orgullo, pero él se pasa de orgullo. pero sé diferenciar entre "simpatía de autor y calidad del libro" en este caso el autor está lejos de ser el más humilde de todos, pero reconozco que sus libros son muy buenos.
nada más, bsos!
Cuantos más libros lees, más cambia tu sistema de acercamiento a los libros, por así decirlo. No obstante, la mayoría de la gente lee dos o tres libros al año, a lo sumo, de modo que su acercamiento es más estándar: bonita portada, autor conocido y majo... La gente es muy irracional al comprar. Incluso yo caigo a veces en esas trampas de vez en cuando, y las conozco al dedillo por mi profesión.
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