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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

martes, 27 de junio de 2023

Viaje a Chequia: Praga: castillo, ayuntamiento

  El viaje en días anteriores:
 
El tercer día en la República Checa lo quería dedicar por completo al castillo. Salí pronto del hotel para ir callejeando y ver cosas con calma. Llegué diez minutos antes, pero de poco sirvió porque nuestro guía no llegaba. Apareció más de veinticinco minutos tarde y pusimos rumbo al castillo. Cuesta arriba. Mis pies no pudieron soportarlo y empezaron a hincharse hasta el punto de que cada paso era una agonía. Pero aguanté porque el castillo era una de mis visitas más esperadas de Praga y el barrio del castillo era bonito. 

El castillo de Praga

La fortaleza medieval más grande del mundo fue un poco decepcionante. En realidad, como comenté sobre el castillo de Cesky Krumlov, no son lo que nosotros tenemos en mente cuando hablamos de un castillo. Es más bien un complejo palaciego con toda una ciudad dentro del recinto (hay hasta una catedral...). Barroco sobre todo, pero también tiene algunas cosas renacentistas, neobarrocas… 
Dentro del recinto, aparte del Palacio Real, encontramos la Catedral de San Vito, la Basílica de San Jorge y varias residencias de nobles y empleados del palacio. El tour, por supuesto, era por la parte gratuita, y acabó en menos tiempo del previsto, aun cuando había empezado más tarde.
Mi idea inicial era pasar el día allí, pero no tenía el pie para andarme viendo museos de arte y decidí comprar solo la entrada estándar, que no cubre todo lo que hay que ver en esa zona. Me debí explicar muy mal porque yo le dije al de los tickets que quería entrar en el museo de historia, y ese no estaba incluido en la entrada que me dio. No volví a pagar el extra para verlo.
Mi entrada solo cubría la catedral de San Vito (la parte a la que no se puede entrar gratis), el viejo palacio real (muy lejos del esplendor que esperaba), la basílica de San Jorge (no tan bien conservada como cabría esperar) y el Callejón Dorado, construido para los enanos del Rey (escalado a su tamaño) y los alquimistas. Es lo que más me gustó. Tiene varias ambientaciones chulas y hasta un pequeño museo de armaduras medievales y algunas armas. No tengo muy claro que las almas fueran históricas, pero por lo menos había algo. También se podía entrar a la zona de las prisiones y a las salas de tortura. 
Acabada la visita al castillo busqué los jardines, que parece ser que solo abren en primavera y en verano. Después de dar muchas vueltas (ay, mis pobres pies) di con un jardín, pero no había ni fuentes ni nada más que árboles y césped, por no hablar de que era muy pequeño. Así pues, seguí buscándolo durante casi una hora, hasta que me di por vencida porque no aguantaba más. 
Castillo de Praga: Catedral de San Vito, una de las salas menos feas del palacio y callejón de Oro
Castillo de Praga: Catedral de San Vito, una de las salas menos feas del palacio y callejón de Oro
Había esperado dedicar la tarde entera al castillo, pero era mediodía y ya había empezado la cuesta abajo. Así que decidí adelantar mis planes de visitar el clementinum e irme al hotel a descansar los pies. Por desgracia los de clementinum se empeñaron en intentar venderme una entrada de las nueve de la mañana del día siguiente, a pesar de que les dije que no estaba en la ciudad. Al fin, conseguí una entrada, pero para las ocho y veinte de esa tarde. Es decir, tenía largas horas por delante antes de poder entrar. Así pues, decidí adelantar mi visita al Ayuntamiento. 

El ayuntamiento de Praga

No me llamaba tanto la atención la torre como el hecho de que hubiera unos interiores históricos, tanto más tras ver la esplendorosa entrada. Sin embargo, los interiores históricos no tienen mayor interés. Por no tener, casi no tienen ni muebles. 
Para subir a la torre es una larguísima rampa, que finaliza en unas escaleras a las que hay que subir cuando el semáforo se pone en verde. También puedes subir en ascensor si haces un pago extra. Por mucho que me dolieran los pies, no estaba por la labor de pagar extras, así que subí por cumplir, y porque había pagado una carísima entrada que no valía la pena. 
Y sí, las vistas son espectaculares, pero no para pagar de esa cantidad; ni siquiera se podían ver los mecanismos del reloj astronómico por dentro (solo los muñequitos). Para colmo, los baños estaban en reparación, aunque debí de mirar con tal cara de odio a los de las entradas que me dejaron usar los de empleados. 
Ayuntamiento de Praga: vistas y reloj astronómico
Ayuntamiento de Praga: vistas y reloj astronómico
Aunque no había más que ver, ahí me quedé un buen rato, en la primera planta, sentada en las escaleras con el pie en alto. Y luego salí justo a la hora en punto para ver en marcha el reloj astronómico. Dura unos cuarenta segundos, se mueve la muerte y salen unos muñequitos por las ventanas (pero lo flipante es el reloj en sí, cosa que nos explicaron en el tour del último día). 
Después, me fui al puente de Carlos y miré a la gente pasar hasta que llegó la hora de entrar al clementinum, pero eso lo contaré en la última entrada que haga sobre Praga, que esta se está alargando.

El viaje en días siguientes:

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martes, 13 de junio de 2023

Viaje a Chequia: Cesky Krumlov

 El viaje el día anterior

Mi segundo día en la República Checa no lo pasé en Praga, sino en Zesky Kurkov, un pueblecito medieval, Patrimonio de la Humanidad, que está a ciento ochenta kilómetros de la ciudad. Había contratado una excursión y llegué con la hora pegada al culo porque Google me llevo por un sitio que estaba en obras. Por suerte, salimos en hora
Tras más o menos dos horas y media de viaje, con una parada técnica por medio, llegamos a la ciudad y subimos directamente al castillo, que es una mezcla entre castillo y palacio en realidad. Ningún castillo medieval de República Checa se ajusta a lo que los españoles entendemos por castillo medieval, no tuvieron tantos conflictos como en España y eran más residenciales que funcionales. Los jardines son preciosos, muy cuidados y con una fuente bastante bonita.
También vimos los establos, ahora reconvertidos en sala de fiesta; el teatro barroco, que sigue estando tal cual; y varios miradores antes de entrar a los patios del palacio, casi todos con decoración renacentista.
Cesky Krumlov: Panorámica y castillo
Cesky Krumlov: Panorámica y castillo
Después, bajamos al pueblo, que está a varias alturas y entre dos meandros. Es un lugar con mucho encanto por el que da gusto pasear, y la Iglesia de San Vito es muy bonita por dentro y por fuera.
Cuando acabó el tour, nos dejaron dos horas y media de tiempo libre, más que sobra para mí, que iba con un bocata. Lo primero que hice fue buscar un sitio donde comprar unas zapatillas de deporte; mis pies estaban destrozados. Por suerte, lo conseguí y pude cambiarme en ese mismo instante, antes de irme a comer a un precioso parque. Fue acabarme el bocata y llegar a una zona del parque sin ninguna cobertura para que empezara a caer una tromba de agua bestial.
La lluvia pasó rápido, y pude seguir explorando el parque y el pueblo, que tiene muchísimo encanto. Pronto llegó la hora de irse y dos horas y media después volvíamos a estar en Praga. Hice una pequeña visita de aprovisionamiento al supermercado y luego me dirigí al centro para tomar un Trdelnik, uno de esos bollos con helado por encima que tanto había visto por la ciudad. Una bomba de relojería deliciosa. Y, finalmente, fui callejeando tranquilamente hasta llegar al hotel. 

El viaje en días siguientes

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