Nueva tirada de cartas Fatum, el resultado significa: Es un personaje honorable. Su origen es un campo de batalla, y es un extranjero. Tiene lazos con un kami que le exige rectitud y con alguien muy cortés de noble linaje. Su marca del pasado es un duelo con alguien de la familia imperial y su motivación el sacrificio de un hombre clemente
Un plan dentro del plan
—Que no seas nadie no quiere decir que no tengas honor —le repetía el kami cada vez que sospechaba sus intenciones de apartarse del camino recto. Como ahora, que pretendía colarse en el palacio imperial para llegar hasta una azafata imperial, hija de un alto funcionario. Entrar a hurtadillas no era honorable para el kami. Lo que tenía intención de hacer con la azafata, mucho menos.
Dina tenía otro concepto del honor. Había nacido en un campo de batalla, era una guerrera, y todos sus esfuerzos por hacer las cosas "de manera recta" la habían llevado a una maraña burocrática y a un duelo con un miembro de la familia imperial.
Ya era una paria antes que eso, claro, como todos los extranjeros. Pero ahora lo era más por haberse ganado la enemistad de uno de los familiares favoritos del emperador. Le había ganado en justo combate, y tenía razón, pero eso a nadie le importaba. Ningún burócrata se enemistaría con él por una extranjera, así que la vía legal se había cerrado.
Quedaba poco para que la sentencia fuera firme y sacrificaran a Suzuki por haber sido clemente con unos ladronzuelos que no tenían dónde caerse muertos. Tenía una deuda de honor con él y debía saldarla a toda costa. Así pues, desechado el camino recto, solo quedaba una opción.
Sayako, la única noble con la que aún tenía tratos, había dicho que ese funcionario era la clave para que amnistiaran a su amigo. No había forma de acceder a él: la vía burocrática estaba cortada, los sobornos caían en saco roto. Pero adoraba a su hija y, si Dina jugaba esa baza, tendría poder de negociación.
Sayako también le había proporcionado toda la información necesaria para colarse en el palacio y secuestrar a la azafata. Dina era extranjera, pero no tonta ni ingenua. No confiaba en esa mujer extremadamente cortés y había averiguado que la hija del funcionario era su rival. Sin duda le interesaba quitarla de en medio y se aprovecharía de la desesperación de Dina para conseguirlo. Había trazado un plan dentro del plan para devolverle el golpe.
Se adelantó cosa de una hora al momento indicado por Sayako para su infiltración, pero no tuvo ningún problema. Tal y como la noble había dicho, encontró el camino hasta la habitación de la azafata despejado. Entonces, cuando comprobó que la joven dormía plácidamente, se escondió entre las sombras.
El ninja apareció pocos minutos antes de la hora en la que ella debía llegar a la habitación, para que la sangre fuera fresca cuando la pillaran in fraganti los guardias que sin duda estaba mandando Sayako hacia allí. Dina salió de entre las sombras y le atacó antes de que matara a la azafata.
El ruido de armas entrechocando despertó a la muchacha y la asustó. Se puso a gritar mientras la pelea alcanzaba su punto álgido. Aunque Dina le había pillado por sorpresa, el ninja era hábil y tardó bastante en reducirle. Lo hizo justo a la llegada de los guardias imperiales.
—¡Este hombre ha sido enviado por unos conspiradores para asesinar a la azafata imperial! —les gritó.
La vestimenta del intruso le delataba como ninja, así que los guardias no dudaron ni un segundo en hacerse cargo de él. Pero Dina era extranjera y estaba en el corazón del palacio imperial; tampoco podían dejarla marchar de rositas.
Horas después, el funcionario al que había intentado acceder tantas veces visitó el cuartucho en el que Dina estaba confinada para interrogarla. Dina le proporcionó las respuestas que necesitaba, pero no le dio ningún nombre. El nombre era lo más importante, y por tanto la información más valiosa. Una información que pretendía canjear por la liberación de Suzuki.
—Debes morir, gaijin. Has entrado en un recinto sagrado que te estaba vetado. No tienes poder para negociar. El nombre por tu vida.
—El nombre por la liberación de Suzuki. Tengo una deuda de honor con él. Mi vida vale menos que saldar esa deuda.
El funcionario la miró largamente antes de aceptar el trato. Suzuki fue amnistiado. En cuanto le supo a salvo, Dina acusó a Sayako y se dispuso a morir. Pero ese sentido del honor tan firme era difícil de ver. Más en una corte tan decadente. Los gaijin cada vez eran más numerosos, y tener a su servicio a una capaz de ganar en el juego de engaños a una estratega del calibre de Sayako era una baza importante. Por otro lado, se decía que contaba con los favores de un kami.
Así pues, en vez de una katana para cometer seppuku, Dina recibió una oferta para entrar al servicio del funcionario. La extranjera se lo pensó. Era una oportunidad, pero nunca sería una de ellos. Además, siempre estaría a merced de un noble o un funcionario cuyos objetivos cambiarían según soplaran los vientos de la corte.
Dina dijo que no y pidió la katana.
*:–☆–:*:–☆–:*:–☆–:*:–☆–:*:–☆–:*:–☆–:*
¿No quieres perderte más entradas como esta?
Aparte de mi web, puedes apuntarte a la newsletter o seguirme en Twitter, Facebook, Instagram, LinkedIn o Tiktok