Pues bien, todo empezó en una aburrida mañana de verano, con mi portátil y una lista de bases de concursos de relatos interesantes para participar. Hacía como una semana que la musa no se dignaba a aparecer por casa y decidí que bien podía pasar sin ella. Encontré unas bases interesantes en las que uno de los requisitos era el tema POLÍTICA FICCIÓN. Era un buen reto, así que me puse a ello.
Pensé que lo primero que se necesita para hacer política es un país, así que abrí el paint, hice un burruño y puse líneas al azar con la herramienta lapiz. Después le di a esa que parece un cubo de pintura y pinté al azar con tres colores las provincias. ¿Por qué tres colores? Porque con dos no me iba a dar para el mínimo de páginas y con cuatro iba a ser muy lioso.
En ese momento no tenía ni idea de qué hacer. Me gustaba lo del nombre de El juego, y lo puse: era uno de esos relatos en que el título se crea antes, condicionando todo lo demás. Quería una monarquía, pero poco juego puede haber si el rey es fuerte. Y ya tenía una primera frase: "Era un monarca débil..." A partir de entonces, las normas del juego salieron solas.
Ahora necesitaba nombres para mis colorines y vi en una de las pegatinas del portátil "empowering technology" y pensé: pues ya está: Powem. Decidí que, dado que era el primer nombre que se me ocurría, eran los que ganarían. Luego pasó una mosca por delante y pensé: Moskley. No tengo idea de cómo me vino a la cabeza Velhame y Unmerko, pero me da que salieron solas. El nombre del rey Nolog vino del libro No logo. Casob vino de un error al escribir otro relato y lo había guardado en la memoria para la ocasión, Tonegr de una etiqueta, Speau de speed en francés (sin comentarios, sólo decir que era por la mañana temprano y a esas horas se me ocurren cosas raras), Raming de memoria RAM acabada en ing... y un largo etcétera.
Una vez tuve nombres, busqué cargos importantes y necesarios para la creación del relato.
Luego me emparanoié con estrategias, contraestrategias, asesinatos, alianzas, traiciones y todo lo que harían las casas por separado y juntas en su ascenso en el poder. Lo peor era hacer que todas esas estrategias se entremezclaran para que dieran lugar a un todo coherente, y lo que empezó con una mañana de aburrimiento se convirtió en todo un acertijo mental que tardé 2 días en resolver... cuando se me ocurrió que el rey no sería tan tonto como parecía y que la casa Powen triunfaría por su planificación a largo plazo.
Tardé un día más en montar todo el armazón y otra mañana buscando errores y corrigiéndolos.
El resultado es, según mi opinión, el relato más currado y coherente que he hecho nunca, aunque a los jueces del concurso no les debió de gustar demasiado. Pero eso no me importa demasiado, porque disfruté mucho escribiéndolo y me gusta leerlo de vez en cuando.
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