Nuevo proyecto de Comienza una historia, esta vez en base a un corto: La maison en petit cubes (Tsumiki no ie), de Kunio Katō. No he tenido mucho tiempo y ha salido una cosa un poco rara y muy corta, pero bueno... Las musas no siempre acompañan.
Sequía
Según la inundación iba
remitiendo, la ciudad comenzó a aparecer entre las aguas y la gente
de las balsas decidió que era hora de regresar cuando quedaba poco
para que se viera el suelo. Había pocos edificios que hubieran
llegado a ser lo bastante altos como para que sus habitantes pudieran
vivir en ellos, e incluso esos habían estado a punto de desaparecer
cuando la inundación había llegado a su punto álgido. Ahora
parecían enormes monumentos, y la gente de las balsas había
decidido respetarlos, en honor a aquellos que los construyeron. Pero
los niños sentían una gran atracción por esos edificios y un
pequeño grupo de ellos decidió subir al más alto de todos.
Tardaron varias horas en llegar a la cúspide, esperando encontrar
algo impresionante, pero solo encontraron una estancia llena de
recuerdos y un esqueleto sentado frente a una mesa con dos copas
vacías.
Guau que final desde luego. Un micro muy gráfico. Siempre gustará lo bien que se te da contar una historia en tan pocas palabras. Un beso
ResponderEliminarPues sí, como dice Hada, siempre da gusto leer en pocas palabras una historia tan buena.
ResponderEliminarMe encantó tu relato, Deby, y no te preocupes por ir atrasada que es completamente comprensible.
Besos y gracias por seguir participando :-)
¡Me ha gustado mucho! Imagínate, llegar a un cuarto con fotos por todos lados y un esqueleto sentado a la mesa con dos copas de vino. Sí me imagino al anciano así, aunque me da no sé qué pensar en su soledad y en toda esa melancolía.
ResponderEliminar0.0 Me encantó el final, sobre todo porque es maravilloso que en tan pocas palabras, se pueda decir tanto. ¡Increíble, Deb! *-*
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminarEl final es lo mejor, le has dado un toque mas oscuro que me gusto.
besos