No tenía amigos porque ellos le traicionaban siempre: el uno porque no quiso ir con él al cine, el otro porque se fue con su novia de vacaciones sin contar con él, el otro porque cuando tenía tiempo libre prefería hacer otras cosas que verle, los demás por no ceder siempre a lo que a él le apetecía... Se sentía solo, pero se consolaba pensando que no era culpa suya, sino de ellos por no cuidar su amistad. Aunque un día una idea inquietante le pasó por la cabeza: ¿y si era él el que lo hacía mal? No obstante, descartó la idea de inmediato. Él tenía un carácter envidiable: nadie podía culparle si se enfadaba porque los demás no se plegaban a sus deseos... ya que sus deseos eran la mejor opción y lo que los otros querían no merecía ni ser considerado.
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Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Jajaja, hay mucha gente asi Debora. Van a contramano y ni siquiera lo reconocen.
ResponderEliminarUn beso.